Progreso personal en mi árbol familiar
La autora vive en Manaus, Brasil.
Mi hermano y yo somos los únicos miembros de la Iglesia en mi familia; al menos eso es lo que pensaba antes de comenzar a trabajar en mi historia familiar.
Siempre había postergado hacer la obra genealógica; pero mi deseo de servir en una misión me llevó a establecer metas para prepararme a fin de ser una mejor misionera. Con la ayuda de un obispo inspirado, decidí comenzar a trabajar en el programa del Progreso Personal. A fin de cumplir ciertas metas y completar algunos proyectos para el valor Buenas Obras, tenía que trabajar en la obra genealógica; así que, puse manos a la obra.
Sé que el Espíritu me guió, porque un domingo por la noche, solo después de tres horas de trabajo, sucedió algo sorprendente.
Apenas comencé, recordé que mi tatarabuelo había sido gobernador del estado de Amazonas, Brasil; así que, escribí su nombre en un buscador de internet y, para mi sorpresa, ¡encontré una página en Wikipedia que hablaba tanto de mi tatarabuelo como de mi tatarabuela! De inmediato reconocí en ellos talentos y dones que yo tengo, y comencé a sentir una gran emoción. Pero aún había mucho más por descubrir.
Al mirar los vínculos de la página, noté que uno de ellos decía: “árbol familiar”. Hice clic en el vínculo y descubrí ramas de mi familia que ni siquiera sabía que existían; pero lo que más me llamó la atención fue el nombre de mi tía abuela, Rosalina Meireles, quien aparentemente vivía en Utah, EE. UU.
Quedé atónita. Pensé que solamente mi hermano y yo éramos miembros de la Iglesia; ¿podría ser que realmente hubiera otro miembro de la Iglesia en mi familia? Cuando hice clic en su nombre, vi un vínculo que me llevaba a una página de Facebook, así que la contacté. Dos días después recibí un mensaje de ella donde me confirmaba que éramos parientes y que ella también era miembro de la Iglesia.
Me sentí inmensamente agradecida al Padre Celestial por permitirme sentir tanto gozo como el que sentí en ese momento.
Seguí buscando a mis antepasados fallecidos y el Padre Celestial me bendijo con muchos nombres de familiares que pude llevar al templo; pero también me ayudó a encontrar familiares vivos que son fieles en el evangelio restaurado de Jesucristo. Y todo ello se lo debo al programa del Progreso Personal, a la obra de Historia Familiar y a mi deseo de servir en una misión.