Hasta la próxima
Por favor, ¡vuelvan!
Tomado del discurso “Un preciado patrimonio”, Liahona, enero de 1993, págs. 95–97.
Los recibimos con los brazos abiertos; necesitamos su ayuda.
A los que se hayan ofendido o hayan perdido el interés [en la Iglesia], o que se hayan apartado por cualquier motivo, les invitamos a volver a reunirse con nosotros en total hermandad. Los miembros fieles, con todas sus faltas y debilidades, están luchando humildemente por llevar a cabo la sagrada obra de Dios en todo el mundo. Necesitamos su ayuda en la gran lucha que tenemos contra los poderes de las tinieblas, que tanto prevalecen en el mundo de hoy. Al hacerse partícipes de esta obra, todos podrán satisfacer los anhelos más profundos de su alma. Llegarán a conocer el íntimo consuelo que se halla al buscar las cosas sagradas de Dios; podrán disfrutar de las bendiciones y los convenios que se reciben en el santo templo; encontrarán significado y propósito para su vida, aun en medio del mundo profano en que vivimos; tendrán fortaleza de carácter para actuar por sí mismos y no para que se actúe sobre ellos (véase 2 Nefi 2:26).
Hace unos años, la Primera Presidencia de la Iglesia extendió [esta] invitación:
“Estamos al tanto de que algunos están inactivos, de que otros se han vuelto críticos y tienden a encontrar faltas, y de que hay personas a quienes se les han suspendido los derechos o se les ha excomulgado por causa de transgresiones graves.
“A todos ellos extendemos la mano con amor. Estamos ansiosos por perdonar con el espíritu de Aquél que dijo: ‘Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres’ (D. y C. 64:10).
“Exhortamos a los miembros de la Iglesia a perdonar a aquellos que los hayan ofendido. A aquellos que han dejado de asistir [a la Iglesia] y a los que se han convertido en críticos [de la Iglesia], decimos: ‘Regresen. Regresen y deléitense a la mesa del Señor, y prueben nuevamente los dulces y satisfactorios frutos de la hermandad con los santos’.
“Estamos seguros de que muchos han deseado regresar, pero se han sentido incómodos ante la idea. Les aseguramos que encontrarán brazos abiertos para recibirlos y manos dispuestas a ayudarlos” (Church News, 22 de diciembre de 1985, pág. 3).
… sincera y humildemente reitero esa invitación. Y los esperamos con los brazos abiertos.