Prestar servicio en la Iglesia
La preocupación del Señor por nosotros
La autora vive en Utah, EE. UU.
Al pensar en cuando mi familia era el centro de atención de los consejos de barrio, comprendí que nosotros no éramos la preocupación del barrio únicamente; éramos la preocupación del Señor.
Cuando el obispo me preguntó si aceptaba el llamamiento de presidenta de las Mujeres Jóvenes, quería decirle que no. Me sentía incapaz de presidir a las jovencitas. No obstante, tres meses después, me entristecí mucho al enterarme de que los límites de nuestro barrio cambiarían y se me relevaría.
Oré a fin de saber por qué el Señor permitió que llegara a amar a las jóvenes para luego tener que despedirme tan pronto. Mi respuesta llegó de manera inesperada, durante una reunión de consejo de barrio.
Se había pedido a los miembros del consejo que compartieran experiencias en la conferencia de estaca sobre cómo ayudar a los miembros de nuestro barrio, pero a mí me preocupaba que algunas personas pudieran sentir que eran “objetivos del barrio”. Sin embargo, tras haber expresado mi preocupación, el Espíritu me indicó que el Padre Celestial se preocupa por todos Sus hijos.
Hace algunos años, mi esposo y yo éramos el centro de atención de un consejo de barrio, y lo sabíamos. Yo regresé a la actividad en la Iglesia después de que nació nuestro primer hijo, pero mi esposo no. Durante años, trataron de ayudarnos presidencias de estaca, obispados y maestros orientadores.
Luego nos mudamos a un nuevo barrio. Un obispo paciente y amoroso y un maestro orientador entablaron amistad con mi esposo. Esta vez mi esposo se hallaba receptivo al Espíritu. Se sintió inspirado a leer el Libro de Mormón y comenzó a asistir a la Iglesia. Poco a poco recuperó el testimonio. Jamás olvidaré el hermoso día en que nuestra familia se selló en el templo.
No fue sino hasta que fui llamada como presidenta de las Mujeres Jóvenes y tuve la oportunidad de servir en el consejo de barrio que llegué a ver lo que significa ser el centro de atención de un consejo. Aprendí que los consejos de barrio se centran en ciertas personas no porque les preocupen los números, sino porque a ellos y al Señor les preocupan las personas. Cuando servimos en nuestros llamamientos, el Señor nos llena de Su amor para con aquellos a quienes servimos.
Al pensar en cuando mi familia era el centro de atención de los consejos de barrio, comprendí que nosotros no éramos la preocupación del barrio únicamente; éramos la preocupación del Señor. Ellos se preocuparon por nosotros porque Él se preocupa por nosotros.
La verdad es que todos somos de interés para el Señor. Por amor, Él ha establecido un plan para fortalecernos y, de ser necesario, activarnos; un plan que con frecuencia llevan a cabo personas como el obispo y el maestro orientador que ayudaron a mi esposo.