2017
Nuestro espacio
Diciembre de 2017


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Cómo hacer nuevas amistades

making friends at lunch

Cuando mis padres me dijeron que mi familia se iba a mudar, estaba muy entusiasmada de hacer nuevas amistades. Cuando llegamos a la nueva ciudad, fuimos a la capilla. Pude sentir el Espíritu muy fuerte allí y sabía que todo saldría bien.

Poco después, comencé la escuela. Era una de las pocas mormonas allí. Cuando entré, me sentí fuera de lugar. Me daba cuenta de que yo era diferente de los demás estudiantes.

Durante la primera semana, intenté hacer amigos. ¡Pero me sentía tan rara! Intenté sentarme al lado de distintas personas en cada clase y comer el almuerzo en mesas diferentes cada día. No parecía que estuviera haciendo ningún progreso.

Decidí esforzarme para ser un mejor ejemplo para mis compañeros. Me centré en el Progreso Personal y el estudio diligente de las Escrituras. Según me esforzaba, comprendía más plenamente que soy hija de Dios y que Él me ama.

A medida que pasaba el tiempo y continuaba haciendo estas cosas, noté algo: había empezado a hacer amistades en la escuela. Era casi como si las personas quisieran estar conmigo. Me comentaban sobre cómo yo me destacaba. Me di cuenta de se debía a que estaba dejando brillar mi luz. Tenía modales distintos a mis compañeros de clase, me vestía modestamente, usaba un lenguaje limpio y era amable con los demás.

Todos somos hijos de Dios. Siento mucho agradecimiento porque dejé que mi luz brillara, incluso cuando me sentía fuera de lugar. ¡Sé que nunca estamos solos si estamos del lado del Señor!

Rebekah C., Isla del Príncipe Eduardo, Canadá

¿Podía compartir el Libro de Mormón?

Durante la Mutual, se nos dio una asignación de convertirnos en misioneras al buscar una compañera, compartir nuestros testimonios con alguien que no fuera miembro y dar una copia del Libro de Mormón a un amigo que no fuera miembro.

Después de la Mutual, pedí a mi madre algunos consejos. Me aseguró que si oraba con fe y pedía al Padre Celestial, seguramente Él me respondería.

Me tomó dos semanas encontrar a alguien que aceptara el Libro de Mormón. Al principio, me rechazaron una y otra vez. Estaba tan cansada de ser lastimada que estaba a punto de darme por vencida.

Una noche, tuve un sueño sobre una mujer que era amiga cercana a mi familia. Mientras soñaba, me di cuenta de que ella era la persona a la que mi compañera y yo debíamos visitar. Cuando desperté, le agradecí al Señor que me ayudara.

En la siguiente clase de la Mutual, mi compañera y yo escribimos nuestros testimonios en la primera página del libro y preparamos una canasta de frutas para la mujer. Fuimos a su casa, tocamos a la puerta y esperamos. Aunque sentía temor de que la pudiera rechazar, me dije a mí misma que debía tener un poco de fe. Finalmente salió sonriente y aceptó el Libro de Mormón.

Mediante esta experiencia, aprendí que cuando tienes un poco de fe y sabes que el Padre Celestial está ahí, fácilmente puedes sentir que lo imposible es posible.

Rapunzel L., Samoa Americana

Mis vacaciones de las lecciones de piano

vacation from piano lessons

Una semana, decidí tomarme vacaciones de las prácticas de piano. Mi maestro de piano no autorizó estas vacaciones y mi madre tampoco. No practiqué por una semana entera. Pensé que era grandioso porque la pasé bien, relajándome y haciendo otras cosas.

La diversión acabó el jueves por la noche, cuando mi madre me recordó que mi lección de piano era a la mañana siguiente. Pensé que tenía una solución: me desperté una hora antes y comencé a practicar; pero me di cuenta de que mis esfuerzos eran insuficientes y que llegaban demasiado tarde. Había disfrutado la libertad que escogí, pero no había considerado las consecuencias.

A la mañana siguiente cuando me reuní con mi maestro, las consecuencias comenzaron a revelarse. Tuve que admitir que no había practicado y mi maestro me dijo que debería compensar todo el tiempo de práctica que había perdido, además de mi tiempo de práctica regular.

Agradezco las lecciones que aprendí sobre el albedrío, la responsabilidad y el rendir cuentas de mis actos. Toda elección tiene una consecuencia y aprendí que tomaré mejores decisiones si primero me tomo el tiempo para considerar las consecuencias.

Blake H., Utah, EE. UU.