2019
Miles de miembros en Centroamérica han realizado las ordenanzas del templo por sus propios antepasados
Junio de 2019


Noticias

Miles de miembros en Centroamérica han realizado las ordenanzas del templo por sus propios antepasados

Con el apoyo de los consultores de historia familiar en toda Centroamérica, se agiliza la obra de salvación para quienes están del otro lado del velo.

En el Libro de Mormón aprendemos de un grupo de hombres —los hijos del rey Mosíah— que, con gran riesgo a sus vidas, dejaron la comodidad en la que habían crecido para embarcarse en una misión que bendeciría la vida de miles e infundiría fortaleza y vitalidad a la Iglesia de Dios (véase Alma 17–27).

Así como los hijos del rey Mosíah ayudaron a miles de los lamanitas a hacer convenios con Dios, hoy en día hay un grupo de hombres y mujeres que están ayudando a miles de los descendientes de esos lamanitas a recordar y cumplir las promesas que hicieron a sus padres de antaño (véase Doctrina y Convenios 2:2). Este grupo son los consultores de templo e historia familiar del Área Centroamérica.

Año tras año la cantidad de miembros de la Iglesia que envían nombres de sus antepasados para realizar ordenanzas vicarias en el templo ha ido aumentando con respecto al año anterior. Sin embargo, lo que hemos experimentado en estos últimos dos años ha sido verdaderamente milagroso, ya que comparado con el año 2016, en 2017 ese incremento fue de casi 10,000 miembros; y durante 2018 el incremento fue de más de 22,000 miembros. Esto significa que el año pasado 38,584 miembros llevaron o enviaron al templo el nombre de por lo menos uno de sus antepasados.

¿Qué ha ocasionado que tengamos un crecimiento tan acelerado en la obra del templo y la historia familiar en esta Área? Como enseñó el presidente Thomas S. Monson, “la razón del crecimiento actual de la Iglesia es que el Señor señaló que así sería. En Doctrina y Convenios, Él dijo: ‘He aquí, apresuraré mi obra en su tiempo’” (“Apresurar la obra”, Liahona, junio 2014; véase Doctrina y Convenios 88:73). Así que, somos bendecidos al vivir en esta época en la que el Señor está acelerando su obra de salvación entre nosotros.

Sin embargo, me parece que otra de las razones por las que estamos viendo este crecimiento tan acelerado es por el trabajo tan fuerte, enfocado y desinteresado que nuestros consultores de templo e historia familiar de área, estaca y barrio hacen ministrando a los miembros uno a uno.

Es común ver a estos hermanos y hermanas cada semana en las diferentes estacas y barrios del Área, enseñando, por el ejemplo, que una de las formas más poderosas de ministrar a alguien es ayudarle a tener una experiencia espiritual con su propia historia familiar. Por supuesto que el tener acceso a capacitación personalizada, reuniones de consejo mensuales, una red de comunicación rápida y efectiva (WhatsApp) y acceso a un centro de historia familiar móvil (set de laptops) les ha ayudado muchísimo. Sin embargo, lo que más les ha ayudado es su amor por el Señor, por Su obra y por las personas con las que trabajan.

Los beneficios de ministrar a las personas usando la historia familiar se manifiestan en aquellos a quienes se ministra, pero también en aquellos que ayudan o ministran a otros. Hani Álvarez es una joven adulta soltera a quien el consejo de barrio decidió ayudar a regresar a la Iglesia. Una de las claves para tocar su corazón fue ayudarle en su propia historia familiar.

Ella comenta: “El trabajar en la historia familiar ha llenado de colores mi vida. Yo pensaba que hacer mi árbol familiar era muy difícil, que era algo que yo no podía hacer porque las relaciones en mi familia eran muy complicadas y no teníamos tanta comunicación. Sin embargo, con la ayuda que he recibido, he podido recolectar información de mis antepasados y ahora ya conozco sobre el pasado de mis abuelos, de sus papás y sé de dónde vengo yo y mi familia. Eso ha cambiado mucho mi vida y me ha motivado bastante”.

Los resultados positivos de ministrar a otros usando la historia familiar también se manifiestan en el que ministra. Brenda Morales, consultora de templo e historia familiar, explicó: “Este llamamiento ha bendecido mi vida, ya que he sentido más el Espíritu y la confirmación de que esta obra es verdadera. Lo he sentido aún más cuando he estado ayudando a las hermanas. Siento que el ser consultora me ha acercado más a ellas al tocar mi corazón y el de ellas. Mi percepción es que por causa de que les he ayudado a encontrar a sus ancestros, ellas me miran con más aprecio y ahora las conozco mucho más por causa de las experiencias espirituales que hemos compartido juntas al buscar a sus familiares”.

Debido a que esta cultura de trabajo y ministración se está permeando no solo entre los consultores, sino también entre el liderazgo a nivel de estaca y de barrio, esperamos que los milagros sean aún mayores y que la obra de salvación se acelere aún más en ambos lados del velo. Si continuamos trabajando en la obra del templo y la historia familiar de la forma tan decidida como se ha hecho en estos últimos años, esta labor será tan determinante entre nosotros como lo fue para nuestros ancestros la labor de los hijos del rey Mosíah, ya que, como enseñó el presidente Russell M. Nelson, el ayudar a los miembros a ir al templo para adorar y servir a sus ancestros “los bendecirá con mayor revelación personal y paz, y los fortalecerá en su compromiso de mantenerse en el camino de los convenios” (“Al avanzar juntos”, Liahona, abril 2018).

Al pensar en todos estos consultores y en la labor que hacen, este pasaje vino a mi mente: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que publica la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación” (Isaías 52:7).

Ojalá que, así como hemos hecho parte de nuestro vocabulario la frase del presidente David O. McKay “cada miembro un misionero” (Richard G. Scott, “¿Por qué cada miembro un misionero?”, Liahona, octubre 1997), también adoptemos la frase “cada miembro un consultor”. El tener más consultores que trabajen para congregar a la familia de Dios en ambos lados del velo acelerará la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.