Cómo tratar el tema de la pornografía: proteger, responder y sanar
Tomado del discurso de apertura de la conferencia de la Coalición del Estado de Utah contra la pornografía, pronunciado en 2018 en Salt Lake City, Utah.
Estas tres aplicaciones del amor pueden ayudar a nuestros hijos en caso de que se vean expuestos a la pornografía.
Soy dolorosamente consciente de la influencia que tiene la pornografía aun entre los más jóvenes de nuestra sociedad: nuestros niños. Como una plaga de proporciones épicas, la pornografía produce vergüenza, mentiras, sentimientos distorsionados, pérdida del autocontrol, abrumadora adicción y un consumo total de tiempo, pensamientos y energía. Como padres, familiares, maestros y líderes, nuestra responsabilidad de realmente ver, valorar y proteger a nuestros niños y jóvenes es enorme.
El amor es uno de los dones más grandes de Dios. Amar a Dios y amar a nuestro prójimo son los dos grandes mandamientos que Jesucristo mismo nos dio. Creo que el amor también es nuestra mejor arma para combatir la pornografía.
De hecho, como dice el conocido eslogan, “la pornografía destruye el amor”, pero recordemos también que el amor destruye la pornografía. Eso no significa que nuestro amor por otra persona pueda transformar su adicción, ni siquiera su conducta. Sin embargo, el amor puede motivarnos a nosotros —cómo nos preparamos, cómo reaccionamos, cómo escuchamos—, especialmente en lo referente a nuestros hijos. Si realmente tenemos la esperanza de erradicar esta plaga del mundo, el amor ha de estar tanto al frente como en la base de todos nuestros esfuerzos.
Me gustaría sugerir tres maneras de poner en práctica el amor, con la esperanza de que nos centremos en ellas, que las adoptemos y las promulguemos. Estas tres maneras de poner en práctica el amor van ligadas a tres fases de contacto que nuestros hijos podrían tener con la pornografía.
Primero, decir “te amo”, protegiéndolos de verdad. Segundo, decir “te sigo amando” en la manera en la que respondemos a su contacto con la pornografía, ya sea intencionada o no. Y tercero, decir “siempre te amaré”, dándoles nuestro amoroso apoyo a medida que se esfuerzan por sanar si han caído en el consumo compulsivo o la adicción. En cada fase, el amor es la clave.
1. Protección: “Te amo”
Piensen en un niño (o una niña) al que amen. Cuando le dicen “te amo”, ¿qué quieren decir? En esencia, significa ofrecer protección para ayudar a nuestros seres queridos a llegar a ser la mejor versión de sí mismos y a hacer frente a los desafíos de la vida. Parte de esa protección consiste en establecer relaciones de confianza, sólidas y constantes. Ese tipo de relaciones ayudan a que nuestros hijos se acerquen a nosotros. Al establecer relaciones sólidas de confianza y proteger a nuestros hijos y nietos —o a cualquier niño—, les damos un lugar seguro al que regresar. Esa protección los ayuda a entender quiénes son y a comprender su relación con Dios. Sentirse valorados y amados ayuda a los niños a visualizar y a confiar en un amoroso Padre Celestial que les da instrucciones para su felicidad.
Me preocupa que muchos padres no se den cuenta de lo peligrosa que realmente es la pornografía, o que piensen que es un problema que solo atañe al vecino de al lado. La realidad es que este problema afecta a nuestros niños y a nuestras niñas, y que no hablamos lo suficiente acerca de ello.
Hace muchos años, mi esposo y yo escuchamos un significativo relato que les hemos repetido con frecuencia a nuestros hijos. Habla sobre una vieja serpiente de cascabel que le pidió a un muchacho que pasaba por allí que la llevara a lo alto de la montaña para ver por última vez la puesta de sol antes de morir. El muchacho vaciló, pero la serpiente de cascabel le prometió que no lo mordería si, a cambio, él la llevaba. Después de esa concesión, el muchacho llevó amablemente a la serpiente a lo alto de la montaña, donde vieron juntos la puesta de sol.
Tras llevar a la serpiente de regreso al fondo del valle, el muchacho preparó su comida y una cama para pasar la noche. A la mañana siguiente, la serpiente le pidió: “Por favor, jovencito, ¿me llevarías de vuelta a mi hogar? Ha llegado la hora de que deje este mundo y me gustaría regresar a casa”. El muchacho sentía que había estado seguro y que la serpiente había cumplido su palabra, así que, decidió llevarla a casa, tal como le pedía.
Tomó con cuidado a la serpiente, la puso junto a su pecho y la llevó de regreso a su hogar en el desierto, para que muriera allí. Justo antes de depositar a la serpiente de cascabel en el suelo, esta se dio la vuelta y lo mordió en el pecho. El muchacho gritó y arrojó a la serpiente al suelo. “Señora serpiente, ¿por qué lo ha hecho? ¡De seguro moriré!”. La serpiente de cascabel lo miró y sonrió: “Tú sabías lo que era cuando me recogiste”.
En el mundo actual, veo a muchos padres que entregan una serpiente a sus hijos. Hablo de los teléfonos inteligentes. No podemos poner teléfonos con acceso a internet en manos de niños que no son lo bastante mayores como para que se les haya enseñado lo suficiente, que todavía no tienen las aptitudes necesarias para razonar y tomar decisiones, y que no cuentan con control paternal ni con otras herramientas que ayuden a protegerlos. Jason S. Carroll, profesor de ciencias orientadas a la vida familiar en la Universidad Brigham Young, declaró: “Protegemos a nuestros hijos hasta el momento en que ellos pueden protegerse a sí mismos”. El tronco encefálico, que alberga los centros de placer del cerebro, se desarrolla primero. Solo después, en la corteza frontal, se desarrolla completamente la capacidad de razonar y tomar decisiones. “De modo que los niños tienen el pedal del acelerador sin los frenos funcionando por completo”1.
Cada teléfono debe disponer de medidas de seguridad, incluso los de los adolescentes. Este consejo también es bueno para los adultos. Nadie es inmune a la mordedura de una serpiente venenosa. Algunos padres optan por teléfonos plegables para sus hijos a fin de limitar su uso a llamadas y mensajes de texto.
Más allá de los teléfonos inteligentes, hay infinidad de dispositivos con los que acceder a medios de comunicación no deseados a través de internet. Un estudio reciente muestra que un setenta y nueve por ciento de las visualizaciones fortuitas de pornografía tenían lugar en el hogar2. Los niños pueden verse expuestos a ella mediante tabletas, teléfonos inteligentes, videoconsolas, reproductores portátiles de DVD y televisores inteligentes, solo por nombrar unos pocos dispositivos. Conozco familias que han designado un solo espacio en un lugar concurrido de su hogar donde pueden utilizar los dispositivos electrónicos. Esas familias lo llaman “la sala multimedia”, donde todos sus dispositivos se encuentran a la vista y a la luz. Nunca hay una persona sola en esa sala con un dispositivo multimedia.
Otras familias han optado por normas, como no tener teléfonos en las habitaciones ni en los baños. Otras simplemente dicen: “Nunca solos con un teléfono”. Hay otras familias que aumentan gradualmente el acceso a las aplicaciones que sus hijos pueden utilizar, con programas que permiten que el teléfono de los hijos sea configurado por el padre o la madre. De ese modo, les enseñan que la confianza se gana y que la seguridad en el uso del teléfono es importante.
Sean cuales sean las necesidades específicas de nuestra familia, enseñemos a cada miembro a usar la tecnología de manera prudente y positiva desde el principio: a desarrollar una mentalidad con altos valores morales. Eduquemos a nuestros hijos de maneras constructivas a fin de que usen la tecnología para bien. Podemos enseñarles a ser críticos haciéndose la siguiente pregunta: “¿Servirá para un buen propósito usar [o ver] esto?”. Nuestras decisiones en cuanto al modo en el que enseñemos a nuestra familia ahora influirán en generaciones futuras.
Como padres, espero que consideremos la importancia de nuestra relación con nuestros hijos y los esfuerzos específicos que estamos haciendo para protegerlos. A medida que fortalezcamos esas relaciones de amor, nuestros hijos entenderán mejor por qué Dios advierte de los males de la pornografía, reconocerán el modo de evitarla y estarán preparados si se topan con ella.
2. Respuesta o reacción: “Te sigo amando”
Entablar conversaciones amables, abiertas e interesantes que alienten a los hijos a compartir pensamientos, experiencias y preguntas con sus padres no es fácil. Podemos invitar a los niños de todas las edades a dar un paso al frente si tienen —o cuando tengan— problemas con la pornografía a cualquier nivel: desde las primeras visualizaciones accidentales hasta el consumo ocasional, el consumo intensivo o el consumo compulsivo. Es mejor tener conversaciones a edad temprana, y los niños acudirán a nosotros más prontamente si saben que los amamos y que nada de lo que digan o hagan puede hacer que ese amor cambie.
No obstante, no es habitual que un hijo dé voluntariamente un paso al frente. Eso normalmente sucede cuando un padre o una madre atento(a) le pregunta a su hijo: “¿Sucede algo?”, o le dice: “Te noto raro”. Cuanto más amado se sienta el hijo o la hija, más fácil le resultará sincerarse.
La certeza de ese amor se forja en su mente por medio de pequeñas experiencias que se repiten a lo largo del tiempo. Los pequeños problemas que se abordan con amor establecen el fundamento de una reacción sana; de esa manera, cuando surgen problemas mayores, la comunicación sigue abierta y, lo más importante, sus hijos saben que su respuesta será esta: “Te sigo amando. No dejo de amarte por algo que haya pasado. Te amo siempre”.
Por alguna razón, no hablamos mucho con los jóvenes y los niños acerca de uno de los impulsos más fuertes y una de las mayores tentaciones que afrontarán. Nuestra reticencia hace que sean principalmente internet u otros niños o adolescentes los que les enseñen, incluso los medios de comunicación populares. Puede que algunos de nosotros seamos renuentes aun a utilizar la palabra pornografía delante los niños, en un intento por proteger su inocencia. Nos resulta incómodo; puede que nuestros padres nunca nos hablaran abiertamente de ello. ¿Qué sucede si nuestra conversación despierta su curiosidad? ¿Y si quieren saber más? ¿Cómo vamos a esperar que nuestros hijos hablen de pornografía con nosotros si nunca hemos hablado del tema con ellos?
Padres, nosotros debemos comenzar la conversación y no esperar a que los hijos acudan a nosotros. Me encanta la idea de entablar conversaciones regulares, frecuentes y relajadas, en lugar de que sea un acontecimiento de solo una vez. Lo bueno de las conversaciones afectuosas es que los padres y los líderes de confianza son los expertos, no Google; la conversación se desarrolla en un entorno seguro y aumenta la confianza del niño. Queremos que los niños se sientan preparados y con poder, no asustados. Queremos hablar con ellos, no a ellos.
Como padres y maestros, no podemos ayudar a los niños si nosotros mismos no nos hemos informado. Es esencial enseñar el qué y el porqué. Nosotros podemos aprender y ayudar a los niños a entender por qué la pornografía es mala, por qué es tan peligrosa, por qué no queremos que les haga daño, así como qué hacer si se topan con ella.
¿Estamos dando a nuestros hijos los suficientes porqués de maneras apropiadas a su edad? Si la única razón que les damos para evitar la pornografía es que “es mala”, esa puede acabar siendo una razón inadecuada. Más bien, debemos presentar todos los porqués que podamos a fin de establecer un imperativo moral que motive a nuestros jóvenes.
Hay abundantes razones para evitar la pornografía, pero las siguientes son solo algunas motivaciones que propone la organización Fight the New Drug [Combate la nueva droga] y que podrían despertar el interés en nuestros jóvenes:
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La pornografía puede alterar las conexiones del cerebro y hay estudios que muestran que incluso puede hacer que este se reduzca y esté menos activo.
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La pornografía puede ser adictiva.
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La pornografía destruirá tu confianza en ti mismo.
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La pornografía puede dejarte solo.
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La pornografía puede herir a tus seres queridos.
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La pornografía puede arruinar una sexualidad saludable.
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La pornografía va ligada a la violencia.
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La pornografía hace que, con el tiempo, las personas se vuelvan deshonestas.
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La pornografía te robará tiempo y energía.
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La pornografía causa depresión, ansiedad y vergüenza.
Yo añadiría que la pornografía va en contra de los mandamientos de Dios. Estas y otras muchas razones son evidencias en el caso contra la pornografía; pero el conocimiento sin la implementación conduce a la frustración. Debemos establecer barreras, límites y expectativas razonables y útiles. Es esencial que ayudemos a los niños a desarrollar su propio razonamiento interno para que deseen mantenerse lejos de la pornografía. Si los niños no deciden por sí mismos cuál será su postura en este asunto, es probable que lleguen a formar parte de las impactantes estadísticas actuales.
3. Sanación: “Siempre te amaré”
Cuando los hijos tropiezan con la pornografía y esta los atrapa, les resulta difícil reaccionar, recuperarse y sanar. Es necesario un apoyo sincero, veraz, constante, firme y paciente a medida que los hijos asumen la responsabilidad de su propia recuperación y siguen con su vida; y nadie mejor que un padre o una madre para brindar ese tipo de apoyo. Después de haber enseñado la verdad de manera esmerada y personal, después de haber edificado la confianza con cuidado y de haber fomentado conversaciones, los niños necesitan saber que, a pesar de sus errores y de sus elecciones, nuestra máxima será: “Siempre te amaré, pase lo que pase”.
Recuerdo un incidente sencillo que tuvo lugar en mi familia hace unos años. Mi esposo y yo no estábamos en casa, y nuestro hijo mayor se encontraba cuidando de nuestros otros hijos. Recibimos una llamada de un vecino preocupado que nos avisó de que había un camión de bomberos en nuestra casa. Nos apresuramos a volver y descubrimos que nuestro hijo de diez años había estado jugando en el jardín detrás de la casa junto a dos hectáreas y media de hierba alta y seca. Estaba tratando de ver si podía encender un fuego con chispas…
¡Obviamente, lo consiguió! Para cuando llegamos, la brigada contra incendios había extinguido el pequeño fuego, los bomberos habían reprendido a nuestro hijo y los vecinos comenzaban a dispersarse. Nuestro hijo estaba avergonzado, asustado y al borde de las lágrimas, y sabía que estaba en apuros.
Todos entramos a la casa. Él estaba tan asustado que, aunque la situación era grave, todo lo que pudimos hacer fue abrazar a aquel dulce niño, asegurarle que lo amábamos y expresarle nuestro alivio porque no se había lastimado.
Cuando los niños se topan con la pornografía, y especialmente cuando quedan atrapados en sus redes, también se sentirán avergonzados, asustados y al borde de las lágrimas. Es difícil tomar algo que ha estado en la oscuridad y sacarlo a la luz. Uno se siente abochornado y vulnerable. Puede que fallen y tengan dificultades en el camino hacia la recuperación y la sanación, y la necesidad de amor constante es crucial. Sin embargo, los padres deben tener en cuenta que, aunque su amor siempre ayudará, no será lo único que hará falta.
En la sanación, ustedes tendrán que canalizar parte de ese amor por su hijo o hija hacia encontrar los recursos adecuados para ayudar. Su amor es la base de lo que debe suceder, pero si alguien a quien aman está atrapado, seguramente tendrán que buscar profesionales que puedan ayudar a su ser querido, y a ustedes también.
A medida que ustedes y sus seres queridos buscan la sanación, espero que encuentren fortaleza en Aquel que tiene el poder para sanar todas las heridas, unir a las personas y crear relaciones más allá de lo que en la actualidad podamos imaginar. Nuestro Salvador, el gentil Sanador, tiene poder para salvar. Podemos ser padres para nuestros hijos y orientarlos hacia Él, pero solo Él puede ser su Salvador. Y lo más asombroso es que Él ama a nuestros hijos de una manera aun más perfecta que nosotros, pase lo que pase.