Solo para versión digital: Jóvenes adultos
Realizar la obra sagrada durante la cuarentena
Mientras los templos están cerrados podemos continuar ayudando con la obra sagrada en el hogar.
La autora vive en Manila, Filipinas.
Nunca imaginé escuchar palabras como las que compartió la Primera Presidencia el mes pasado: “Después de considerar detenidamente, con espíritu de oración, y con el deseo de ser ciudadanos responsables del mundo, hemos decidido suspender todas las actividades de los templos”1.
Tal vez al igual que yo, ustedes se estarán preguntando cómo afrontar los tiempos difíciles de la actualidad sin estos sagrados lugares de paz. Aquí en las Filipinas, los templos estaban cerrados aun antes de que se implementara la cuarentena en la comunidad, de modo que yo he estado anhelando regresar a la casa del Señor por algún tiempo.
Sin embargo, me he dado cuenta de algo importante durante esta cuarentena: Aunque las puertas del templo estén cerradas, la obra de preparar las ordenanzas no lo está. Nuestros antepasados todavía están del otro lado del velo, esperando que aprendamos más de ellos. Si estás buscando maneras de invitar a tu hogar sentimientos sagrados derivados del servicio en el templo, a continuación aparecen algunas ideas:
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Explora tu árbol genealógico en Familysearch.org
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Intenta indexar. ¡Definitivamente es más gratificante que los videojuegos!
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Utiliza la tecnología para conectarte con los miembros de tu familia que están vivos.
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Escribe relatos de tu propia familia.
He visto cómo estas actividades han “v[uelto] el corazón” de los miembros de la familia, como se describe en Malaquías 4:6, y nos han ayudado a evitar la frustración, el aburrimiento y la desesperanza. Aunque el estar en cuarentena incluso no es lo ideal, estoy agradecida por la oportunidad que me da de ayudar con esta tarea del templo.
Este puede ser un tiempo sagrado en nuestras vidas. Tal vez esta pandemia nos hará recordar cuán importantes son los templos. Quizás apreciaremos la oportunidad de visitar el templo más de lo que lo hicimos con anterioridad. Tal y como declaró la Primera Presidencia: “Este es un ajuste transitorio, y anhelamos el día en que los templos se vuelvan a abrir”2.
¡Anhelo el día en que volvamos a tener la oportunidad de extender las ordenanzas de salvación a nuestros antepasados! Hasta que llegue ese día, aún hay mucho trabajo que podemos realizar.