Las bendiciones que no había reconocido
Tuve que pasar dificultades para reconocer la manera en que el Padre Celestial me bendice.
Cuando llegué a mi tercera área de la Misión Filipinas Bacólod, la temporada de lluvias ya había comenzado. Se me asignó a una pequeña y encantadora ciudad rodeada de granjas y situada en el noroeste de la isla Negros, que está en el sur.
En diciembre de 2014, el tifón Ruby azotó la provincia. En nuestra área la devastación no fue tan grave, pero los caminos de tierra se volvieron fangosos y resbaladizos. A pesar de las desfavorables condiciones del tiempo, seguimos trabajando.
Uno de los lugares más prometedores era una pequeña comunidad ubicada en las afueras de la ciudad. Todas las personas a las que enseñábamos y los recién conversos eran agricultores. Debido a que durante el día trabajaban en campos de caña de azúcar, les enseñábamos por la tarde y por la noche.
Para llegar a la comunidad, teníamos que caminar por campos lodosos, cuidándonos de los perros, las ranas, las serpientes y los mosquitos. Siempre llevábamos linternas y paraguas. Después del anochecer, algunos miembros de la Iglesia nos acompañaban a casa.
A veces, sentía deseos de darme por vencida. No sabía si podría caminar todos los días por los fangosos campos de caña de azúcar, así que oré para pedir ayuda. La respuesta llegó: “¡Compra botas para la lluvia!”.
Mi compañera y yo nos compramos un par cada una. Estaba contenta de tenerlas, pero mi alegría pronto se desvaneció porque eran pesadas e incómodas. Hacían que los pies me sudaran y me impedían caminar rápido.
Una noche, después de dar nuestras lecciones, fuimos a casa y nos pusimos los zapatos con los que andábamos normalmente. Después, nos dirigimos a otra cita que teníamos en la ciudad. Mientras caminábamos, me sentí ligera. Estaba contenta de andar nuevamente con mis zapatos de plástico. Me pregunté por qué de repente sentía agradecimiento por los zapatos que había usado durante toda la misión.
La respuesta vino en forma de pensamiento: “Fueron las botas para la lluvia”. Hasta ese momento, no me había percatado de toda la comodidad que me habían hecho sentir mis zapatos de plástico.
De repente, todos los retos y las dificultades que había afrontado en la misión pasaron por mi mente. Mis zapatos de plástico habían sido mis amigos de todos los días que no había valorado. Mientras trataba de comprender esa mezcla de emociones, percibí que una voz me decía: “En la vida pasas por pruebas y dificultades para que aprendas a reconocer las bendiciones y a sentir agradecimiento por ellas”.
Me di cuenta de que había experimentado dificultades para que pudiera apreciar las bendiciones del Padre Celestial. Por medio de mis pruebas, reconocí mis bendiciones y sentí agradecimiento por ellas.