Desafíos, oportunidades y cumplimiento de profecías
Una y otra vez la vida nos muestra que no controlamos todas las cosas, aunque siempre podemos controlar cómo reaccionamos ante lo que nos acontece. Probablemente 2020 sea uno de los años que mejor ejemplifica este principio.
Las empresas, las familias y la sociedad en general se han visto tremendamente afectadas por esta pandemia mundial, en muchos casos con pérdidas irreparables y heridas que no sanarán con facilidad, pero también se recordarán los actos generosos y bondadosos que personas comunes y corrientes fueron capaces de realizar en situaciones muy adversas. Muchos fieles discípulos de Cristo testificarán a las generaciones venideras sobre las tiernas misericordias que recibieron y las bendiciones que experimentaron en tiempos de tanta incertidumbre.
Como miembros de la Iglesia, hemos podido ver ante nuestros ojos el cumplimiento de advertencias proféticas que no hace mucho nos parecían distantes en el tiempo e incluso dirigidas a otro pueblo o a futuras generaciones.
Pocos meses antes de la pandemia, noté que varios miembros de la estaca comenzaron a compartir en las redes sociales algunas enseñanzas que el élder Holland pronunció en distintas conferencias de estaca alrededor del mundo. En esos mensajes advertía que “llegaría el día en que no podríamos hacer uso de los centros de reuniones”. En la Conferencia General de octubre de 2018, cuando se anunció el nuevo programa de estudio del Evangelio centrado en el hogar, él enseñó que “… nos hemos acostumbrado a pensar en “la Iglesia” como algo que ocurre en nuestros centros de reuniones… Ha llegado la hora de una Iglesia centrada en el hogar”.
El presidente Nelson enseñó en esa misma conferencia, que “nuestro Salvador y Redentor, Jesucristo, llevará a cabo algunas de Sus obras más maravillosas entre ahora y cuando vuelva de nuevo. Veremos indicios milagrosos de que Dios el Padre y Su Hijo, Jesucristo, presiden esta tierra en majestad y gloria, pero en los días futuros, no será posible sobrevivir espiritualmente sin la influencia guiadora, orientadora, consoladora y constante del Espíritu Santo. Mis amados hermanos y hermanas, les suplico que aumenten su capacidad espiritual para recibir revelación” (Presidente Nelson, Conferencia General de abril de 2018).
Dos años antes de que viviéramos esta pandemia, el Señor preparó a Su pueblo para que pudiera soportar el día de probación. Él reveló Su voluntad y los miembros que siguieron esas advertencias proféticas fueron bendecidos con luz y seguridad espiritual en sus hogares.
A nivel general, esta pandemia ha abierto la puerta a oportunidades extraordinarias, y ha traído consigo experiencias y maneras maravillosas de hacer avanzar la obra del Señor. Al reflexionar en estos acontecimientos, puedo resaltar las siguientes bendiciones y milagros que hemos experimentado en nuestra estaca:
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La Estaca Granada tuvo el privilegio de ser una de las cuatro primeras estacas de España que retomaron en julio de 2020 las reuniones sacramentales presenciales. Esto supuso un crecimiento espiritual y tecnológico muy importante para las distintas unidades. La misma tecnología que meses o años atrás parecía impedir y entorpecer cada actividad o conferencia transmitida, funciona ahora de manera sólida y constante en cada una de las unidades de nuestra estaca.
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Muchos de nuestros obispos compartieron experiencias sagradas que tuvieron al entrevistar a hermanos que llevaban mucho tiempo alejados del Evangelio. Esta situación los dejó solos ante el Señor. Ya no podían confiar la seguridad y el bienestar espiritual de sus familias a otros sacerdotes. Había llegado el tiempo de poner sus vidas en orden con el Señor para poder así estar en condiciones de bendecir a sus familias y administrar la Santa Cena cada domingo.
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Los hermanos y hermanas que padecían alguna enfermedad, o que por diversas circunstancias no habían podido asistir a la reunión sacramental en el pasado, pudieron disfrutar de la reunión sacramental y continúan haciéndolo por medio de la tecnología.
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Nuestra presidencia de estaca tuvo el privilegio de visitar virtualmente cada unidad con una frecuencia mucho mayor que en tiempos de normalidad. En esas ocasiones hemos podido ver la fortaleza y fidelidad de los miembros, y ha sido verdaderamente inspirador verlos colocar sus hogares en dirección al Señor, tal como el pueblo del rey Benjamín colocó en su momento sus tiendas en dirección al templo.
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Los misioneros encontraron nuevas maneras de compartir el Evangelio haciendo un uso más intenso e inteligente de las redes sociales. Hemos sabido de misioneros que enseñaron más lecciones cada semana que en tiempos previos a la pandemia. De repente, las personas tenían algo que antes no tenían: tiempo libre.
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El número de conversos se ha mantenido a pesar de la significativa reducción en la cantidad de misioneros, y aun cuando los misioneros que han permanecido no han podido hacer proselitismo como antes.
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Hemos visto cómo las distancias en nuestra estaca se han reducido. Hemos tenido más experiencias espirituales seguidas al reunirnos en consejo que en ningún otro momento en el pasado. Hemos podido reunirnos como presidencia, sumo consejo, consejo de estaca, obispados, presidencias de Sociedad de Socorro y cuórums de élderes, jóvenes adultos, y hombres y mujeres jóvenes con una frecuencia imposible de imaginar bajo las condiciones previas a la pandemia.
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Los jóvenes adultos se han organizado y han proporcionado charlas y eventos online que bendijeron e inspiraron a muchas familias.
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Las presidencias de Hombres Jóvenes, Mujeres Jóvenes y Primaria de la estaca, junto a los oficiales de las diferentes unidades, han encontrado nuevas maneras de bendecir y fortalecer a sus miembros y de ayudarles a tener un sentido de pertenencia.
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Los niños de la Primaria han seguido recibiendo fortaleza semanal por medio de las clases y los tiempos de música, donde han aprendido nuevas canciones y ampliado su comprensión de la doctrina que enseñan.
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Esta pandemia nos abrió también la puerta para colaborar económicamente por medio de LDS Charities con ayuntamientos, centros de salud, bancos de alimentos, centros de acogida y organizaciones sin ánimo de lucro, entre otros, para ayudarles a sortear los desafíos económicos que esta situación trajo sobre ellos.
En definitiva, estos tiempos de tantos desafíos han abierto nuevas oportunidades, nos han traído nuevos contactos y nos hemos visto forzados, de manera colectiva, a romper con prácticas que estaban arraigadas y que nos impedían movernos con agilidad. Nos hemos visto obligados a abrir nuestras mentes a nuevas posibilidades, más adecuadas a los tiempos que vivimos. La obra se ha agilizado, los tiempos invertidos en reuniones se han simplificado y reducido enormemente, dejando más tiempo para las familias. La capacidad de ministrar a nuestros hermanos se ha abierto a maneras y medios hasta ahora desconocidos.
Sin lugar a dudas, “... Dios el Señor se vale de medios para realizar sus grandes y eternos designios…” (Alma 37:6−7), y esta pandemia forma parte de los planes del Señor. Sabemos que Él “apresurar[á] [Su] obra en su tiempo” (D. y C. 88:73), y estamos siendo testigos y actores de estos sucesos que preceden a la segunda venida de Jesucristo.
Debemos aprender del pasado para poder mirar hacia adelante con fe y determinación, confiando en que el Señor dirige esta obra y está pendiente de Sus hijos. Él nos ama y responderá a nuestras oraciones personales conforme nos acerquemos a Él y busquemos Su guía.