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No temáis, rebañito
Como Santos de los Últimos Días, se nos pide y se nos recuerda constantemente que debemos hacer nuestro mejor esfuerzo por ser autosuficientes y proveer para nuestras necesidades. Puede que los desafíos que han llegado recientemente a nuestras vidas, producto de la pandemia o cualquier otra circunstancia, nos vuelvan pesimistas y nos hagan pensar como Lamán y Lemuel que esto es una tarea difícil. Sin embargo, no debemos olvidar la amorosa exhortación de un Salvador que sabe lo que es vivir momentos desafiantes: “no temáis, rebañito” (Doctrina y Convenios 6:34).
El Señor ha dicho que nunca ha dado una ley que fuese temporal; para Él todo es espiritual y, como Sus hijos, nos invita a buscar la excelencia. Pero ¿cómo lograrlo si nuestro futuro se ve incierto, o si entendemos que nos ha tocado vivir en un país de pocas oportunidades? Si es así como nos sentimos, entonces debemos nutrir y fortalecer nuestro espíritu poniendo en práctica los principios que hemos aprendido de bienestar y autosuficiencia. Sion no está en un país más avanzado, Sion está donde yo estoy si tengo la mira de colaborar con el establecimiento del Reino de nuestro Padre Celestial.
Es vital que podamos definir nuestro norte y visualizar qué queremos lograr en la vida. Luego, al guardar los mandamientos, trazar metas realistas para mejorar nuestras habilidades y esforzarnos por entregar un trabajo de calidad, pagar nuestras ofrendas y diezmos íntegros para abrir las ventanas de los cielos y adorar en el templo para recibir guía e inspiración. También orar y leer las Escrituras para tener la compañía del Espíritu Santo de modo que las oportunidades y los milagros lleguen a nuestras vidas. Es la promesa que hemos recibido como hijos de Dios: “Pedid y se os dará” (Mateo 7:7).
Nuestro deseo de ser autosuficientes para bendecir a otros y mejorar nuestro entorno debe ser mayor que nuestro temor al fracaso. Recordemos una de las características del pueblo de Dios: “No había pobres entre ellos” (Moisés 7:18). Los ciudadanos de Sion bendicen sus comunidades, son grandes empresarios y excelentes empleados. Como seres mortales que somos, siempre podrá venir la duda ante los muchos desafíos que experimentaremos al establecer Sion desde donde estemos. Cuando lleguen esos momentos difíciles, que de seguro vendrán y veamos el pasto más verde en el jardín de un país lejano, nutramos nuestra fe, aferrémonos a los principios que nos han sido enseñados y recordemos las palabras reconfortantes de aquel que conoce los miedos y la fragilidad del ser humano: “Es mi propósito abastecer para mis santos” (Doctrina y Convenios 104:15), confiad y “sabed que yo soy Dios” (Salmos 46:10).