2023
Llegar a conocer a nuestro Salvador Jesucristo
Enero de 2023


Mensaje de los líderes del Área

Llegar a conocer a nuestro Salvador Jesucristo

Los misioneros me hablaron acerca de Jesucristo, Su vida y Sus enseñanzas cuando yo era joven. Ahora que hace treinta años que soy miembro de la Iglesia, a veces me pregunto si realmente conozco a mi Salvador Jesucristo. La respuesta es sí: lo conozco, y también lo conocen ustedes.

Sin embargo, al igual que sucede con las personas con las que perdemos el contacto durante mucho tiempo, que se convierten en desconocidas para nosotros, nuestro Salvador también puede llegar a ser un desconocido. Llegar a conocer al Salvador y conocerlo es un proceso continuo. Quisiera compartir con ustedes algunas de las acciones que me han ayudado a llegar a conocer a Cristo mejor y a conocerlo continuamente.

La oración

En Leales a la Fe se nos enseña acerca de la oración: “[T]u Padre Celestial te ama, conoce tus necesidades y desea que te comuniques con Él por conducto de la oración […]. Al formar el hábito de acercarte a Dios por medio de la oración, llegarás a conocerle y a acercarte aún más a Él; tus deseos llegarán a ser más semejantes a los de Él. Podrás obtener para ti mismo y para otras personas las bendiciones que Él está dispuesto a darles con la condición de que se las pidan con fe”1. En cuanto empecé a orar, me acerqué a mi Padre Celestial y a Su Hijo. La oración frecuente ayuda a mantener esta relación de cercanía. Estoy agradecido por el poder de la oración.

El estudio de las Escrituras

El Libro de Mormón utiliza estas palabras para describir a los hijos de Mosíah: “… se habían fortalecido en el conocimiento de la verdad; porque eran hombres de sano entendimiento, y habían escudriñado diligentemente las Escrituras para conocer la palabra de Dios”2. El estudio diario de las Escrituras nos ayuda a ser receptivos a los susurros del Espíritu Santo. Fortalece nuestra fe, nos ayuda a resistir las tentaciones y nos ayuda a aprender a conocer a nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Amado.

El servicio

La lectura de las Escrituras nos ayuda a llegar a conocer al Salvador; sin embargo, no basta con limitarse a conocerlo: también debemos llegar a ser como Él. Y para llegar a ser como el Salvador, hay que actuar. Al servir a los demás, nos convertimos en consiervos de Cristo.

Cuando era un joven miembro de la Iglesia, mi país natal estaba pasando por una época difícil y muchas personas tenían problemas económicos. A veces llevaba comida a los miembros de nuestra rama y les dejaba las bolsas detrás de la puerta, anónimamente. Me encantaba pensar en que, cuando encontraran la bolsa con la comida, sin saber quién se la había llevado, le darían las gracias a Dios y no a mí. Una de mis parábolas favoritas de las Escrituras es la del buen samaritano. El samaritano no había previsto hacer ninguna buena obra ese día en particular, pero vio la necesidad y actuó. Al final de este relato, Jesús le dijo a un intérprete de la ley: “… Ve y haz tú lo mismo”3. Este mensaje de Jesús también va dirigido a nosotros. Al ayudar a otras personas, podremos sentirnos como Jesús se sintió cuando servía a los demás.

Los convenios

Los convenios se establecen entre dos o más partes. Cuando hacemos convenios en la Iglesia, somos una de esas partes y Dios es la otra parte. Nuestro primer convenio es el convenio del bautismo. Cuando efectuamos este convenio, prometemos tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo y los domingos asistimos a la reunión sacramental para renovar nuestro convenio bautismal. En los templos hacemos convenios que seguirán en vigor incluso después de dejar este mundo.

El presidente Nelson dijo que “aumentamos el poder del Salvador en nuestra vida cuando hacemos convenios sagrados y guardamos dichos convenios con precisión. Nuestros convenios nos unen a Él y nos dan poder divino”4. A fin de ayudar a otras personas a aumentar el poder del Salvador en nuestra vida, podríamos animarlas y ayudarlas a recibir las ordenanzas y los convenios divinos.

Testificar de Jesucristo

Por lo general, nuestro testimonio personal comienza con el testimonio de otra persona. Mi hermana compartió su testimonio conmigo después de ser bautizada y yo sentí el deseo de saber más acerca de lo que ella había testificado. Luego, los misioneros vinieron y testificaron de Jesucristo, Su evangelio y la Iglesia restaurada. Fue algo tan impactante que me cambió la vida por completo. En un momento, un ateo se convirtió en un creyente que deseaba seguir las enseñanzas y el ejemplo de Cristo. De la misma manera, nuestro testimonio puede cambiar la vida de otra persona. Gracias a nuestro testimonio, alguien puede llegar a conocer a Cristo, a quien no conocía anteriormente.

Les testifico que sé que tenemos un amoroso Padre Celestial. Sé que Su Hijo, Jesucristo, nos redimió del pecado. Les prometo que, a medida que oren, estudien las Escrituras, presten servicio a los demás, hagan convenios con el Señor y testifiquen de Él, llegarán a conocer todavía mejor a su Salvador Jesucristo.

Notas:

  1. Leales a la Fe: Oración.

  2. Alma 17:2.

  3. Lucas 10:37.

  4. Presidente Russell M. Nelson, “Cómo obtener el poder de Jesucristo en nuestra vida”, Liahona, mayo de 2017.