Mensaje de la Presidencia de Área
Seamos parte del cumplimiento de una hermosa profecía
Me fascina la historia del profeta Elías que se encuentra en el Antiguo Testamento1; evidentemente, la fe y confianza en Jehová que este profeta nos muestra es maravillosa. Imagínense, tener la fe para pedir a una viuda pobre que lo alimente, aun a costa de que el hijo de la viuda no tenga para comer, o la fe para derrotar a cientos de sacerdotes de Baal, o aun la fe para resucitar a un hombre. Las Escrituras nos cuentan que ascendió al cielo sin tener que morir. En la Guía para el Estudio de las Escrituras leemos: “Elías el Profeta poseía el poder para sellar, poder que corresponde al Sacerdocio de Melquisedec, y que fue el último profeta que lo tuvo antes de la época de Jesucristo”2.
En un momento clave de la Historia de la Iglesia de Jesucristo, en el monte de la transfiguración, este profeta especial se aparece a Pedro, Santiago y Juan para conferir estas llaves del Sacerdocio, aun cuando el mismo Salvador estaba todavía en la Tierra.
La importancia de Elías es tan grande que los creyentes de la religión judía aún lo esperan para que cumpla la profecía de Malaquías, que aparece en el último libro del Antiguo Testamento. Esta profecía, que Elías regresaría a la tierra “antes que venga el día de Jehová, grande y terrible”3, es de tanta importancia que se encuentra en la Biblia, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y La Perla de Gran Precio4.
Yo tengo un testimonio personal sobre la veracidad de la aparición de Elías nuevamente en esta dispensación, mostrándose en los barandales del púlpito del templo de Kirtland en abril de 1836. Sé que este amado profeta tenía que volver, como estaba profetizado, para que el poder para sellar el corazón de los hijos a los padres esté nuevamente sobre la tierra. Ese poder se manifiesta cuando buscamos a nuestros antepasados para unirnos a ellos y a Jesucristo a través de los convenios efectuados en el templo. La obra que llevamos a cabo a través de la historia familiar y de las ordenanzas en el templo a favor de nuestros familiares fallecidos es el cumplimiento de esa hermosa profecía.
El élder David A. Bednar en una ocasión citó:
“El élder Russell M. Nelson ha enseñado que el espíritu de Elías es “una manifestación del Espíritu Santo que da testimonio de la naturaleza divina de la familia”5. Esa singular influencia del Espíritu Santo impulsa a las personas a buscar los datos, documentar y valorar a sus antepasados y parientes, tanto pasados como presentes”6.
El espíritu de Elías llena nuestro corazón de amor como solo él lo puede hacer cuando estamos buscando a nuestros queridos parientes que han fallecido.
¡No hay mayor manifestación del amor familiar que estar unidos a Jesucristo a través de los convenios!, el presidente Russell M. Nelson dijo: “Elías no sólo vino para avivar la investigación de los antepasados, sino que también para hacer posible que las familias se entrelazaran eternamente más allá de los límites de la vida terrenal”7.
Cada vez que participamos en historia familiar, ya sea buscando a nuestros antepasados o haciendo por ellos las ordenanzas del templo, estamos siendo parte del cumplimiento de una profecía hecha hace tantos años. El presidente Nelson prometió: “Aunque la obra del templo y de historia familiar tiene el poder para bendecir a los que están más allá del velo, tiene el mismo poder para bendecir a las personas que están vivas”8.
No tengo ninguna duda de esto. Nosotros y nuestras familias, tanto aquellos que están con nosotros como los que ya no están, seremos bendecidos al participar en esta gran obra.
Jesucristo vive. Él guía Su Iglesia a través de un profeta, Russell M. Nelson. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días hace posible unir familias por toda la eternidad.