Mensaje de Área
Hacer convenios
“Cada vez que hacen algo que ayuda a cualquiera, a ambos lados del velo, a dar un paso para hacer convenios con Dios y recibir sus ordenanzas esenciales del bautismo y del templo, están ayudando a recoger a Israel. Es así de sencillo”1.
Hace muchos años, en 1986, mi padre tuvo un sueño que compartió con nosotros. En su sueño, estábamos mi madre, mi hermano menor y yo. Él relató lo siguiente:
“Estaba en casa solo y se me ocurrió mirar por la ventana de la sala y vi que por la trotadora venía caminando hacia la puerta mi padre que hacía poco más de un año había fallecido. Abrí la puerta sorprendido y le dije: ¡Papá! ¿Qué hacés acá? ¿Vos no podés estar acá? Y él me respondió que nos extrañaba mucho, que se sentía solo y que estaba en un lugar donde había unos barrotes como una cárcel y había personas del otro lado que no le permitían salir de ahí. Él veía que del otro lado había mucha gente y quería estar allí”. Al terminar de relatar su sueño, mi padre dijo con lágrimas en sus ojos: “Esto es una llamada de atención para mí; mi padre hace más de un año que falleció y yo aún no he hecho la obra en el templo por él”.
No había excusas, en enero de 1986 había sido dedicado el templo de Buenos Aires, Argentina, y mi padre había dejado pasar el tiempo que se requería para hacer la obra por un ser querido ya fallecido. Tuvo que venir mi abuelo mismo y recordarle que necesitaba su ayuda.
Treinta y siete años después, todavía recuerdo su experiencia y me ayuda a que no adormezca en mí el espíritu de Elías: “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Malaquías 4:6).
Agradezco a mis padres por darme el ejemplo no solo al haber hecho sus propios convenios en el santo templo y enseñarnos a nosotros sus hijos a seguir sus pasos y hacer nuestros propios convenios, sino también a unir a nuestra familia por la eternidad, a trabajar en genealogía y buscar a nuestros antepasados para que ellos también, si lo desean, puedan hacer convenios en el templo.
Como enseñó el élder Benjamín De Hoyos en la última Conferencia General: “El espíritu inundará nuestro corazón, despertará nuestras facultades para lograrlo y nos guiará en la búsqueda de los nombres de nuestros antepasados. Sin embargo, recordemos que la historia familiar va más allá de solo buscar nombres, fechas y lugares; es unir las familias y sentir el gozo que viene de extenderles las ordenanzas del Evangelio”2.
Mi gran ejemplo en la obra del templo y la historia familiar es mi madre; amo ver como ella ahora guía a sus pequeñas nietas a seguir sus pasos en el amor por la búsqueda de sus antepasados. Mi sobrina de 9 años se sienta junto a ella cada semana para indexar, conocer a sus ancestros, escuchar historias de ellos, y espera ansiosa el día que pueda ir a hacer ordenanzas vicarias.
Ese espíritu es el que debemos transmitir a nuestros niños y jóvenes. ¿Y por qué no contagiarlo también entre los adultos? Recorrer la senda de los convenios no es solo hacer nuestras ordenanzas y mantenernos firmes, también es buscar a nuestra familia y hacer que ellos puedan recibir las bendiciones del templo del otro lado del velo. Espero el día en que, al cruzar el velo, pueda mirar a los ojos a mis antepasados, abrazarlos y decirles cuánto los amo.