Voces de Miembros
El privilegio de enseñar a nuestra familia
Como padres tenemos el privilegio y la responsabilidad de enseñar a nuestra familia. Deseamos que nuestros hijos adquieran conocimiento tanto secular como espiritual, que estén preparados para el futuro. A fin de estar preparados para enseñar, debemos procurar obtener luz y conocimiento de un modo personal. Nuestro deseo sincero sumado a un esfuerzo consciente por buscar instrucción, tanto en asuntos temporales como espirituales, brindará a nuestros hijos la oportunidad de ver la importancia de recibir educación y de crecer en sabiduría.
La hermana Carolina Cubón, del Barrio 13, Estaca Montevideo Norte, Uruguay, comparte la siguiente experiencia:
Desde pequeña me gustaba mucho aprender todo tipo de cosas. Una de mis actividades favoritas era ir a comprar libros con mi madre y hermanos. Ahora lo hago con mis hijas. Esta pasión por aprender se juntó con otra que para mí se relacionan y es la pasión por enseñar. Así es cómo me convertí en docente de niños pequeños. Creo que todo lo que aprendemos sirve para algo y nos acompaña durante toda la vida. Esto se hizo muy visible para mí cuando nació mi tercera hija quien tiene síndrome de Down. Al confirmarse este diagnóstico en el momento del parto, muchas dudas vinieron a mí.
Mientras esperaba que me llevaran a la habitación, una amable enfermera me tomó de la mano y conversamos unos minutos. Me preguntó si tenía más hijos y a qué me dedicaba. Al comentarle que era docente de niños pequeños me dijo algo así como: “¡Qué bueno! ¡Cuánto vas a poder ayudarla!” Esto me reconfortó y animó. A medida que mi hija ha ido creciendo me he involucrado mucho en sus tratamientos y he aprendido muchísimo de diferentes cosas. Un verano, queriendo favorecer aún más la estimulación de mi hija, sus abuelos me ofrecieron inscribirla en un club deportivo.
Cuando fui a realizar la inscripción me informaron que por su edad aún no podía participar de una clase de niños, pero sí podía practicar piscina libre conmigo. Esto podría haber sido un obstáculo, sin embargo, yo había aprendido a nadar y por muchos años entrené para el equipo de mi club, por lo que me desenvolvía muy bien en el agua e, incluso por un tiempo, había servido como voluntaria en las clases de natación de preescolares. De repente estaba en una piscina, algo que había formado parte de mi vida durante muchísimos años, ahora con mi pequeña hija para ayudarla en su estimulación.
Muchas veces sentí con profunda emoción que me había preparado durante 36 años para recibir a esta hija con necesidades especiales y que cada una de mis experiencias y aprendizaje sumaban en forma positiva en su desarrollo y estimulación. Todo lo que aprendo con ella me ayuda también en mi profesión, me ayuda a tener mayor empatía con mis alumnos con diferentes desafíos y también con sus familias. El aprender para mí es un motor, una fuente de motivación, y algo que sin dudas podemos desarrollar durante toda nuestra vida. Y con mi hija he aprendido que no existen límites para aprender, todos podemos hacerlo con esfuerzo, trabajo y con el apoyo de quienes nos alienten y recuerden que sí podemos.
El élder Mathias Held enseña:
“Además de la mente racional, hay otro factor concerniente a obtener conocimiento que nos brinda guía y entendimiento. Es la voz suave y apacible de Su Santo Espíritu, que nos habla al corazón y también a la mente.
“Me gusta comparar ese principio con nuestra capacidad de ver. Nuestro Padre Celestial no nos ha dado un único ojo físico, sino dos. Podemos ver adecuadamente con un solo ojo, pero el segundo nos brinda otra perspectiva. Cuando ambas perspectivas se juntan en el cerebro, producen una imagen tridimensional de lo que nos rodea.
“Del mismo modo, se nos han dado dos fuentes de información, por medio de nuestras capacidades físicas y espirituales. La mente produce una percepción mediante nuestros sentidos físicos y el razonamiento. No obstante, mediante el don del Espíritu Santo, el Padre también nos ha proporcionado una segunda perspectiva, que es realmente la más importante y verdadera, porque proviene directamente de Él. Sin embargo, ya que los susurros del Espíritu a menudo son tan sutiles, muchas personas no tienen presente de modo consciente esa fuente adicional.
“Cuando las dos perspectivas se combinan en nuestra alma, el panorama completo muestra la realidad de las cosas como verdaderamente son”1.
Sé que en el momento que la educación y el aprendizaje llega a ser una constante en nuestra propia vida, nos convertimos en una bendición para nuestros hijos en esta vida y en la eternidad.