5
La revelación personal y la historia familiar
Introducción
El buscar inspiración aumentará el éxito que tengan en la obra de historia familiar. Cuando se esmeran en obedecer los mandamientos, pueden pedirle al Señor que les ayude en sus esfuerzos de historia familiar y confíen en que pueden recibir ayuda por revelación mediante el poder del Espíritu Santo. En ocasiones, el Espíritu Santo también puede ayudarles a sentir los deseos que tienen sus antepasados justos que se encuentran en el mundo de los espíritus de hacer los convenios del Evangelio.
El presidente James E. Faust (1920–2007), de la Primera Presidencia, explicó: “El proceso de encontrar uno a uno a nuestros antepasados puede resultar difícil, pero también interesante y gratificante. Con frecuencia sentimos una guía espiritual al acudir a las fuentes para localizarlos. Dado que ésta es una obra espiritual, podemos esperar recibir ayuda desde el otro lado del velo. Percibimos cierta influencia de aquellos antepasados que aguardan a que los encontremos y hagamos la obra del templo por ellos” (“El prodigio que son ustedes”, Liahona, noviembre de 2003, pág. 55).
Al estudiar este capítulo, tengan en cuenta los esfuerzos que están haciendo para recibir ayuda divina del Señor para que les ayude en su obra de historia familiar.
Comentario
La búsqueda eficaz de nuestros familiares fallecidos nos requiere ejercer fe en Jesucristo [5.1]
La fe es un don de Dios. [5.1.1]
La fe es un don de Dios, un don que se fortalece y aumenta a medida que nos esforzamos con sinceridad en cometidos justos. La verdadera fe se manifiesta por medio de actos de obediencia. El presidente Joseph F. Smith (1876–1972) explicó: “Si queremos tener una fe viva, permanente, debemos estar activos en el desempeño de cada deber como miembros de esta Iglesia. Estoy tan seguro como que me encuentro aquí, de que veríamos más manifestaciones del Espíritu de Dios… si viviésemos un poco más apegados a estas verdades fundamentales” (Doctrina de Salvación, compilación de Bruce R. McConkie, 3 tomos, 1954–1956, tomo 2, pág. 177).
El élder Kevin W. Pearson, de los Setenta, enfatizó aún más la importancia de la obediencia en el desarrollo de la fe:
“El élder Bruce R. McConkie enseñó: ‘La fe es un don de Dios concedido como premio a la rectitud personal. Siempre se otorga cuando la rectitud está presente y cuanto mayor sea la medida de obediencia a las leyes de Dios, mayor será el atributo de la fe’ (Mormon Doctrine, segunda edición, 1966, pág. 264; cursiva en el original). Si deseamos obtener más fe, debemos ser más obedientes… La fe requiere una actitud de obediencia exacta, incluso en las cosas simples y pequeñas…
“Al establecerse modelos de obediencia, las bendiciones específicas asociadas con la obediencia se hacen realidad y emerge la convicción. El deseo, la esperanza y la convicción son formas de fe, pero la fe como principio de poder viene por medio de un modelo constante de conducta y actitudes obedientes. La rectitud individual es una elección. La fe es un don de Dios, y el que la posea puede recibir inmenso poder espiritual” (“Fe en el Señor Jesucristo”, Liahona, mayo de 2009, pág. 39).
Sus esfuerzos por orar con mayor fervor, escudriñar las Escrituras, guardar los mandamientos, asistir al templo dignamente, ayunar y servir a nuestro prójimo, dan lugar a una mayor fe en Jesucristo y a una influencia positiva sobre su capacidad de búsqueda de los registros de sus antepasados fallecidos. En la investigación de historia familiar, esto también sugiere que dedicarán el tiempo y la energía necesarios para encontrar los registros y las historias disponibles.
La Primera Visión es un ejemplo de pedir con fe. [5.1.2]
El orar con fe no implica simplemente fervor al orar, sino que también requiere que la oración vaya seguida de acciones. El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó el principio de pedir con fe, citando el ejemplo del profeta José Smith, quien actuó con diligencia después de pedir la ayuda de Dios:
“El ejemplo clásico de pedir con fe es José Smith y la Primera Visión. Cuando el joven José deseaba saber la verdad acerca de la religión, leyó los siguientes versículos del primer capítulo de Santiago:
“‘Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
“‘Pero pida con fe, no dudando nada’ (Santiago 1:5–6).
“Fíjense, por favor, en el requisito de pedir con fe que, a mi modo de entender, significa la necesidad no sólo de expresar, sino de hacer; la doble obligación de suplicar y de ejecutar; el requisito de comunicar y de actuar…
“Por mucho tiempo me ha impresionado la verdad de que la oración sincera requiere tanto comunicación sagrada como obras consagradas. Se requiere esfuerzo de nuestra parte antes de recibir bendiciones y, la oración, que es un tipo de obra, es el medio señalado para lograr la más suprema de todas las bendiciones (véase Bible Dictionary, “Prayer”, pág. 753). Después de decir “amén”, seguimos adelante y perseveramos en la obra consagrada de la oración actuando según lo que hayamos expresado a nuestro Padre Celestial.
El pedir con fe requiere honradez, esfuerzo, dedicación y perseverancia” (“Pedir con fe”, Liahona, mayo de 2008, pág. 94–95).
La fe abre puertas. [5.1.3]
El presidente Harold B. Lee (1899–1973) expresó su convicción de que cuando estamos tratando de hacer todo lo posible para encontrar la información necesaria acerca de nuestros antepasados fallecidos, el Señor abrirá las puertas para que podamos hallar la información que buscamos:
“[Con respecto a la investigación genealógica que realizamos], el Señor no va a abrir puertas sino hasta que hayamos agotado todos los recursos por nuestra propia iniciativa. Tenemos que avanzar hacia ese espacio en blanco y, en seguida, tenemos que tener la fe suficiente para pedir ayuda al Señor a fin de que nos abra el camino para dar el paso siguiente. Y se les podrá dar información proveniente de fuentes que revelen el hecho de que el cielo y la tierra no están distantes.
“A muchos de ustedes, a lo largo de la vida, la muerte les ha arrebatado a seres queridos. En ocasiones, han tenido la certeza de la cercanía de los que se han aproximado muchísimo a ustedes. Y a veces les han traído datos que ustedes no habrían podido conseguir de ningún otro modo.
“Tengo la convicción, nacida de una pequeña experiencia de la cual doy testimonio, de que hay fuerzas más allá de esta vida que trabajan con nosotros…
“Tengo la fe sencilla de que si hacen todo lo que esté a su alcance, agotando todos los recursos para realizar su investigación, el Señor les ayudará a abrir puertas para que sigan adelante en la investigación genealógica, y los cielos colaborarán, estoy seguro de ello” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Harold B. Lee, 2000, págs. 113–114).
A medida que avancemos con fe, podemos recibir la inspiración del Espíritu Santo para ayudarnos a realizar la obra de historia familiar [5.2]
Háganse merecedores de recibir la ayuda del Espíritu Santo. [5.2.1]
El élder David A. Bednar explicó lo que debemos hacer para recibir la ayuda del Espíritu Santo:
“Estas cuatro palabras—“Recibe el Espíritu Santo”—no son una declaración pasiva; más bien, constituyen un mandato del sacerdocio, una amonestación autorizada para actuar y no para que simplemente se actúe sobre nosotros (véase 2 Nefi 2:26). El Espíritu Santo no entra en vigor en nuestra vida simplemente porque se colocan las manos sobre nuestra cabeza y se pronuncian esas cuatro palabras importantes. Al recibir esta ordenanza, cada uno de nosotros acepta una sagrada y constante responsabilidad de desear, procurar, trabajar y vivir de tal manera que de verdad “[recibamos] el Espíritu Santo” y los dones espirituales que conlleva…
“¿Qué debemos hacer a fin de que esta amonestación autorizada de procurar la compañía del tercer miembro de la Trinidad se convierta en una constante realidad? Permítanme sugerir que necesitamos (1) desear sinceramente recibir el Espíritu Santo; (2) invitar debidamente al Espíritu Santo a nuestra vida; y (3) obedecer fielmente los mandamientos de Dios” (“Recibe el Espíritu Santo”, Liahona, noviembre de 2010, pág. 95).
Al seguir el consejo del élder Bednar, habilitan al Espíritu Santo para que les proporcione la inspiración para ayudarles en sus metas de historia familiar.
El don del Espíritu Santo a veces recibe el nombre de “el inefable don”. [5.2.2]
Nos hacemos merecedores de recibir la guía del Espíritu Santo en nuestra obra de historia familiar mediante el cumplimiento a las condiciones para recibir ese don sagrado. El élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008), del Quórum de los Doce Apóstoles, señaló que cuando se cumplen esas condiciones, el Espíritu Santo nos puede bendecir de varias maneras:
“En Doctrina y Convenios, el Señor llama al don del Espíritu Santo ‘el inefable don’ (D. y C. 121:26). Es la fuente del testimonio y de los dones espirituales; ilumina la mente y llena nuestra alma de gozo (véase D. y C. 11:13), nos enseña todas las cosas y nos hace recordar las cosas que hayamos olvidado (véase Juan 14:26). El Espíritu Santo también ‘[nos] mostrará todas las cosas que [debemos] hacer’ (2 Nefi 32:5)…
“El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: ‘¡Qué gran bendición es tener la influencia ministrante de un miembro de la Trinidad!’ (Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, pág. 259). ¡Piensen en lo que esto significa, la capacidad y el derecho de recibir las ministraciones de un miembro de la Trinidad, de estar en comunicación con la sabiduría infinita, el conocimiento infinito y con el poder infinito!” (“El inefable don”, Liahona, mayo de 2003, pág. 25).
La revelación se presenta en diferentes formas. [5.2.3]
Al buscar registros de sus antepasados fallecidos, el Espíritu Santo puede comunicarse con ustedes de diversas maneras. Leales a la Fe: Una Referencia del Evangelio enumera algunas de las maneras en que ustedes pueden recibir revelación por medio del Espíritu Santo:
“Habla a la mente y al corazón con una voz apacible y delicada… A veces el Espíritu Santo te ayudará a entender una verdad del Evangelio o te dará una guía que ‘parece ocupar [tu] mente e introducirse con más fuerza en [tus] sentimientos’ (D. y C. 128:1). Aunque una revelación así tenga un efecto muy potente sobre ti, casi siempre se recibe calladamente, como un ‘silbo apacible y delicado’ (véase 1 Reyes 19:9–12; Helamán 5:30; D. y C. 85:6).
“Nos guía por medio de nuestros sentimientos. Aunque a menudo describimos la comunicación del Espíritu como una voz, es una voz que, más que escucharla, la sentimos. Y aunque hablamos de ‘escuchar’ los susurros del Espíritu Santo, a menudo, al describir la comunicación espiritual, decimos que ‘sentimos algo’…
“Nos da paz.Al Espíritu Santo a menudo se le llama el Consolador (véase Juan 14:26; D. y C. 39:6). Al revelarte la voluntad del Señor, el Espíritu ‘[hablará] paz a [tu] mente’ (D. y C. 6:23). La paz que Él da no puede ser falsificada por las influencias o las enseñanzas del mundo”, 2004, “Revelación”, págs. 161–162).
La guía del Espíritu nos ayuda a hacer la historia familiar. [5.2.4]
El presidente Thomas S. Monson habló del mandato en cuanto a la obra de historia familiar e ilustró la forma en que la guía del Espíritu puede ayudarnos a cumplir este mandato:
“La obra de buscar datos sobre nuestros muertos y de asegurarnos de que se efectúen por ellos las ordenanzas de exaltación es un mandato de nuestro Padre Celestial y de Su amado Hijo Jesucristo. Pero ellos no nos abandonan ni permiten que hagamos el esfuerzo solos, sino que, por el contrario, en formas a veces melodramáticas, nos preparan el camino y dan respuesta a nuestras oraciones…
Cuando presté servicio como presidente de la Misión de Canadá, con sede en Toronto, había en la misión una dedicada trabajadora de historia familiar llamada Myrtle Barnum. ¡En qué forma trabajaba en esta sagrada obra! Había obtenido una gran cantidad de información en la zona del río St. Lawrence, pero había llegado a un punto en el cual le era imposible continuar. No sabía en realidad qué hacer; estudió, investigó, oró, pero nunca se dio por vencida. Y aun cuando mes tras mes se sentía frustrada debido a su aparente incapacidad para encontrar lo que necesitaba, nunca perdió la esperanza.
“Un día en que iba caminando por la calle, pasó frente a las puertas de una librería que vendía libros usados y sintió el impulso de entrar. Una vez dentro, mientras miraba las filas de los innumerables libros que llenaban los estantes, sus ojos se detuvieron en dos tomos que le llamaron la atención. Nunca podrá explicar por qué, solo sabe que el Señor debe de haberla inspirado. El título de esos libros era: ‘Pioneer Life on the Bay of Quinte” [La vida de los pioneros en la Bahía de Quinte], tomos I y II. Parecían ser novelas. Sacó los dos polvorientos tomos del estante y los abrió. No podía creerlo; esos libros no eran novelas, eran registros genealógicos de toda la gente que había vivido en los alrededores de la Bahía de Quinte, desde la época en que se habían comenzado a llevar dichos registros. Con rapidez, pasó las páginas, buscando, hasta que encontró la información que abría nuevamente las puertas de su línea genealógica, lo cual le permitía continuar con su investigación.
“Un quórum de élderes del lugar juntó la suma considerable de dinero que se necesitaba para que ella comprara los libros. Estos se enviaron a las Oficinas Generales de la Iglesia, de Salt Lake City. Más tarde, recibí una carta en la que se me decía que esos libros habían sido el medio por el cual se habían abierto las líneas de conexión de miles de nombres de personas que ya están del otro lado del velo. Un gran número de personas se regocijaron al saber del tesoro de este hallazgo que estaba relacionado con sus líneas familiares, incluso la del presidente Henry D. Moyle, [miembro de la Primera Presidencia entre 1959 y 1963]. Uno de sus abuelos provenía de esa zona. Todo ello se logró gracias a la fe que demostró una sierva del Señor que se negó a darse por vencida, se negó a desalentarse y se negó a decir: ‘Ya no puedo hacer más nada’, (“Obstáculos, fe y milagros”, Liahona, junio de 1996, págs. 19, 21).
“¿No estáis en la obra del Señor?” [5.2.5]
El élder John A. Widtsoe (1872–1952), del Quórum de los Doce Apóstoles, compartió una experiencia sobre el ser guiado por el Espíritu para localizar libros que contenían importantes registros genealógicos:
“No sé·de ninguna otra labor realizada en la Iglesia, que haya estado tan llena de testimonios de la divinidad de esta obra como lo poco que he hecho a favor de la salvación de nuestros muertos. Podría contarles una serie de experiencias, pero la que más me impresionó sucedió hace unos años cuando acompañé al hermano Reed Smoot a Europa.
“Llegamos a Estocolmo, tenía su trabajo por hacer, así que decidí ver lo que podía hacer mientras tanto por la búsqueda de libros sobre genealogía sueca. Sabía los nombres de las dos grandes librerías de Estocolmo. Fui a una, hice mis selecciones, y luego empecé a cruzar toda la ciudad hacia la otra librería con la esperanza de que podría encontrar algunos libros más adecuados. Mientras me apresuraba por las calles llenas de gente, me detuvo de repente una voz que me decía: ‘Cruza al otro lado de la calle y ve por esa calle lateral angosta’. Miré al otro lado de la calle y vi una pequeña calle angosta. No había estado en Estocolmo antes y pensé: Esto es una tontería, no tengo mucho tiempo para estar aquí. No me voy a meter por esa calle, tengo trabajo por hacer, y seguí caminando.
“Casi de inmediato escuché la voz de nuevo, más clara que cualquier otra voz que haya oído. Entonces me pregunté: ¿Qué estás haciendo en esta ciudad? ¿No estás en la obra del Señor? Crucé la calle; bajé por la pequeña calle angosta, y allí, media cuadra hacia abajo, encontré una pequeña librería sobre la cual no sabía nada. Cuando le pregunté por libros sobre genealogía la señora contestó: ‘No, no tenemos libros sobre genealogía. Cuando recibimos tales libros se los enviamos a la otra librería, es decir, la librería a la cual me dirigía. Entonces, justo cuando salía decepcionado, me dijo: ‘Espere un minuto. Un gran coleccionista de libros, un genealogista, murió hace como un mes, y nosotros compramos su biblioteca. Muchos de sus libros genealógicos están en el cuarto de atrás listos para ser enviados a la librería, pero si usted quiere comprarlos puede hacerlo’.
“Así aseguramos la base de la genealogía sueca en nuestra biblioteca. Podría contar muchas experiencias como ésta” (“Genealogical Activities in Europe”, The Utah Genealogical and Historical Magazine, julio de 1931, pág. 101; párrafos agregados; también se cita en Boyd K. Packer, The Holy Temple, 1980, págs. 245–46).
“Una agitación dentro de mi alma me dijo que había algo más que podría hacer”. [5.2.6]
El siguiente relato ilustra cómo el Espíritu Santo puede obrar tranquilamente en su interior para motivarles y ayudarles a hacer la obra de historia familiar:
“Hace un par de años en una clase de la escuela dominical, el maestro nos alentó a hacer nuestra investigación de historia familiar. Dirigió el mensaje a todos los miembros de la clase, pero me sentí señalado. Sentí que había cumplido con mi deber y aún más. Mis líneas familiares se remontaban tan lejos como era posible y no había más nada que pudiera hacer.
“Salí de la clase molesto… Sentí que había hecho lo suficiente, sin embargo, una agitación dentro de mi alma me dijo que había algo más que podría hacer.
“Sabía que no podía racionalizar mi culpa. No me sentía en paz. A medida que mi mente se aceleraba, recordé a una amiga con quien había trabajado en un comité de historia familiar. Ella me había dicho que apartara un tiempo específico cada semana y lo dedicara a la investigación de historia familiar y que eso me ayudaría a ser más eficaz en las otras cosas que hacía. Esta hermana me caía bien, pero no quería creer en lo que me dijo.
“Entonces, mientras me hallaba sentado pensando, tuve una revelación tranquila y sencilla: Para hacer la investigación de historia familiar no tenía que dejar de escribir o pintar. Simplemente necesitaba dedicar los lunes por la mañana desde las 8:00 hasta el mediodía haciendo el trabajo. Eso todavía me daría tiempo para pintar, escribir, realizar mi trabajo como sellador del templo, y asistir a una sesión de investidura del templo cada semana.
“Decidí que era hora de ceder y librarme de esta culpa persistente. Miré hacia el otro lado de la habitación y vi al hermano Ricks, uno de nuestros consultores de historia familiar del barrio. Él tenía un poco de experiencia con la investigación y se había ofrecido a ayudarme en muchas ocasiones.
“Le comenté de mis sentimientos y deseos, y estuvo de acuerdo en ayudarme todos los lunes por la mañana. Mientras conducía a casa aquel domingo, recordé que mi madre una vez había enviado dinero a un investigador en Inglaterra para trabajar en su línea familiar, la línea de los Mayne, pero él nunca pudo encontrar el matrimonio o el lugar de nacimiento de su tercer bisabuelo. Así que decidí comenzar mi investigación allí, con la determinación de dar lo mejor de mí mismo.
“En nuestra primera reunión le mostré al hermano Ricks la línea de los Mayne. Cuando empezamos a buscar, sabíamos que mi tercer bisabuelo, George, había vivido muchos años en Wath, Yorkshire, Inglaterra, pero no había ningún registro de su nacimiento o matrimonio allí. Registros parroquiales mostraron que el padre de William, mi segundo bisabuelo, se llamaba George, cuya esposa se llamaba Mary, pero no teníamos su apellido.
“Estimamos a la fecha del matrimonio alrededor de 1785. Comenzamos una búsqueda general de George Mayne y encontramos un George Mayen casado con una Mary Holdridge en 1781. Ya que Mayen es un error de ortografía común de Mayne, proseguimos la búsqueda. El registro indicaba que se habían casado en Northallerton, Yorkshire. Nos fijamos en un mapa y vimos que Northallerton quedaba a unos 32 kilómetros de Wath. Estábamos intrigados porque sabíamos que George estaba casado con una Mary.
“Luego encontramos una Mary Holdridge en el Índice Genealógico Internacional que había sido bautizada en Wath y nos dimos cuenta que probablemente habíamos encontrado al George y Mary que buscábamos.
“Nos enteramos de que los registros parroquiales Northallerton aún no habían sido extraídos, así que el lunes siguiente nos fuimos a la Biblioteca de Historia Familiar de la Iglesia de Salt Lake City y buscamos en los registros de microfichas, en donde fue un placer encontrar el matrimonio de George Mayen a Mary Holdridge. El hermano Ricks también buscó en los registros de bautismo y encontró la información de nacimiento de George y cuatro de sus hermanos de George Mayen y Catherine Aston. ¡Y luego encontré los datos de su matrimonio!
“Creo que estas personas son las que me hicieron sentir culpable cuando me negué a participar. Ahora que los encontré, probablemente otros antepasados me hagan sentir un poco inquieto también. Pero voy a seguir dedicando mis lunes por la mañanas a la investigación de historia familiar. De alguna manera me siento mejor en cuanto a la vida y a mi valor individual. Mi culpa ha desaparecido y se ha sustituido con entusiasmo y amor” (George D. Durrant, “My Guilt Was Swept Away”, Ensign, enero de 2009, págs. 34–35).
“El nombre casi saltó de la página”. [5.2.7]
El siguiente es un ejemplo de cómo una persona recibió ayuda extraordinaria del Señor después de ejercer la fe. Este relato trata sobre la extracción de nombres, a lo que actualmente se le llama ‘indexación’:
“La página estaba borrosa, amarillenta y rota, con agujeros irregulares en la hoja de escritura. Era el registro de un bautismo que había tenido lugar en España el diecinueve de febrero hace 511 años.
“La fecha fue bastante fácil de descifrar. Un esfuerzo concertado, sazonado con años de experiencia y ferviente oración, le había eventualmente permitido al voluntario descifrar el nombre del padre y luego la madre. Sin embargo, el nombre del niño, simplemente no estaba allí. Los años, el moho y ratones e insectos hambrientos habían roído la página, dejándola ilegible.
“El extractor se había encontrado con la página microfilmada el día anterior, y después de un esfuerzo diligente se había ido a su casa, con la resolución de volver después de un día de oración y ayuno. Pero hoy el registro todavía era imposible de leer. El voluntario había seguido, pero sintió la necesidad de regresar al registro a menudo durante toda la tarde. Finalmente, se decidió a darle una última oportunidad antes de forzarse a borrar el registro de su mente.
“Cuando giró la perilla del lector de microfilm, el nombre casi saltó de la página. Lo miró incrédula de las letras claramente formadas.
“‘Elena Gallegos, el nombre es Elena Gallegos’, dijo emocionada y en voz alta. Un puñado de voluntarios, que sabían de la dificultad, rápidamente se agruparon a su alrededor, maravillados por el nombre claramente visible en el lector.
“Al apresurarse para copiar el nombre, una cálida cercanía la rodeó. ‘Me sentía como si estuviera recibiendo un abrazo’, explicó después. Más tarde, cuando regresó a la página para volver a revisar su trabajo, las palabras estaban una vez más ilegibles” (Derin Head Rodríguez, “More than Names”, Ensign, enero de 1987, pág. 12).
Los deseos justos de nuestros antepasados en el mundo de los espíritus pueden influir nuestros esfuerzos por la historia familiar [5.3]
Podemos recibir guía del más allá. [5.3.1]
El élder Melvin J. Ballard (1873–1939), del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó sobre la influencia guiadora de nuestros antepasados que nos ayuda a lograr nuestras metas de historia familiar: “Hay miles de ellos, cientos de miles y millones de ellos en el mundo de los espíritus que desean recibir este evangelio y han estado esperando cientos de años por su liberación. Están a la espera de ustedes. Ellos están orando para que el Señor despierte sus corazones a su favor. Ellos saben dónde se encuentran sus registros, y les testifico que el espíritu y la influencia de sus antepasados guiarán a los que están interesados en encontrar esos registros. Si hay algo en algún lugar sobre la tierra con respecto a ellos, lo encontrarán. Esa es mi promesa a ustedes. Pero deben comenzar a trabajar. Deben comenzar a preguntar por sus antepasados. Y el espíritu de su corazón volviéndose hacia ellos vendrá sobre ustedes, y el camino se abrirá de una manera maravillosa, y si existe una pizca de evidencia con respecto a ellos en la tierra, ustedes lo encontrarán. Cuando hayamos hecho todo lo que esté a nuestro alcance, el Señor vendrá a nuestro rescate… Si hemos hecho lo mejor posible y hemos buscado y descubierto todo lo que está disponible, entonces el día vendrá cuando Dios abrirá el velo, y los registros… serán revelados” (en Bryant S. Hinckley, Sermons and Missionary Services of Melvin Joseph Ballard, 1949, pág. 230).
En otra ocasión, el élder Ballard dijo: “Quiero decirles que los corazones de los padres y madres en el mundo de los espíritus se vuelven a sus hijos con mayor intensidad que lo que nuestros corazones se vuelven hacia ellos” (en Hinckley, Sermons and Missionary Services of Melvin Joseph Ballard, pág. 249).
La obra se está llevando a cabo en ambos lados del velo. [5.3.2]
El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) confirmó que la fe se ejerce en ambos lados del velo, para que la libertad de las personas en la prisión espiritual sea posible: “Mi abuelo, siendo solo uno dentro de una familia, buscó toda su vida para reunir sus registros genealógicos, y cuando murió, en 1868, no había logrado establecer su línea más allá de la segunda generación anterior a él. Estoy seguro de que la mayoría de los miembros de mi familia sienten lo mismo que yo, que había un velo fino entre él y la tierra, después de haber partido hacia el otro lado, y lo que él no pudo hacer como mortal tal vez pudo hacer después de haber entrado en la eternidad. Después de su fallecimiento, el espíritu de la investigación se apoderó de los hombres de su familia en el oeste y dos parientes lejanos, no miembros de la Iglesia, en el este. Durante siete años, estos dos hombres, Morrison y Sharples, desconocidos entre sí, y desconocidos para los miembros de la familia en el oeste, reunieron genealogía. Después de siete años, casualmente se encontraron y por tres años trabajaron juntos. La familia siente que el espíritu de Elías definitivamente estaba trabajando del otro lado y que nuestro abuelo había sido capaz de inspirar a hombres de este lado para buscar estos registros, y como resultado, dos grandes volúmenes se encuentran en nuestra posesión con unos diecisiete mil nombres” (The Teachings of Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball, 1982, pág. 543).
“Tengo tres volúmenes de nombres que están listos”. [5.3.3]
A. J. Graham compartió el siguiente relato sobre la visita de sus padres fallecidos que ilustra la fe ejercida por aquellos que esperan que su obra se lleve a cabo:
“Una noche, mientras me hallaba en el hospital orando después de una operación sentí que alguien estaba presente en mi habitación. Abrí los ojos y la habitación estaba clara, la puerta cerrada y cerca de mi cama estaba mi madre. Ella sonrió y dijo:
“‘Me alegra ver que estás mejor’. Ella tenía en la mano un libro. Le pregunté qué era. Ella respondió que se trataba de un libro de genealogías. Entonces mi padre se apareció con tres libros en la mano, diciendo: ‘Me alegro que estés mejor’.
“‘Debes ponerte bien, porque tengo tres volúmenes de nombres que están listos para realizar la obra en el templo por ellos. Hemos conectado a nuestra familia para que tú puedas hacer su obra. Los caminos y los medios se abrirán si tú estás dispuesto’.
“Le pregunté cómo iba a encontrar estos registros. Él dijo: ‘Si vas a trabajar en el templo, lo sabrás pero requerirá dinero’. Le dije: ‘Padre, yo no tengo dinero y he estado sin trabajo desde el 1 de mayo’.
“Él dijo, ‘no importa hijo mío, el dinero llegará si estás decidido a trabajar en el templo por estas pobres personas que se ven restringidas y no puede avanzar. Ellos oran fervientemente por ti, para que puedas tener dinero y las necesidades de la vida, y para que tu corazón se conmueva para hacer esta obra por ellos, con la misma sinceridad que tú oras por las cosas que necesitas. No olvides que ellos no pueden avanzar hasta que se haga la obra’.
“‘Con una sonrisa de confianza y alegría los dos desaparecieron de mi vista mortal” (“Bishop Graham Recounts Rare Genealogical Experience”, Church News, 25 de junio de 1932, pág. 2).