Introducción

Como líder de la Iglesia, usted sigue el ejemplo de Jesucristo al ministrar a los afectados por los delitos y el encarcelamiento. El Padre Celestial conoce y ama a Sus hijos, y el servicio que usted preste en un llamamiento del ministerio en las instituciones penitenciarias de la Iglesia ayudará a muchos a aprender, crecer y desarrollar modelos de vida que los guiarán a medida que progresen a lo largo de la senda hacia su Salvador. Los acontecimientos que conducen al encarcelamiento de una persona a menudo son muy dolorosos y requieren sanación, recuperación y perdón. Al ministrar, usted ayudará al Señor a rescatar a Sus hijos, a mejorar su futuro y a reunirlos con sus familias.

Se invita a los líderes a plantearse las siguientes preguntas:

• ¿Hemos identificado claramente a las personas y familias afectadas por el delito y el encarcelamiento, y sabemos lo que necesitan?

• ¿Hemos llamado y preparado a miembros de nuestra estaca para que ayuden?

• ¿Comprendemos el propósito y el resultado deseado de nuestras labores?

• ¿Estamos familiarizados con las pautas de la prisión local, así como con los recursos útiles de que dispone la comunidad?

• ¿Nos hemos preparado mediante el estudio y la oración para llevar a cabo esta labor de ministración?

Cómo empezar

Para hacer esta obra, se deben entender muchas realidades complejas y difíciles. Estas pautas no tratarán cada situación, pero se espera que le proporcionen los principios necesarios para realizar esta labor. Nuestra capacidad para bendecir a otras personas afectadas por la delincuencia y el encarcelamiento aumenta a medida que vemos las cosas como realmente son y servimos de una manera que refleje ese entendimiento.