“El arrepentimiento y el progreso a lo largo de la senda que lleva hasta el Salvador”, Ministerio en las instituciones penitenciarias, 2023
“El arrepentimiento y el progreso a lo largo de la senda que lleva hasta el Salvador”, Ministerio en las instituciones penitenciarias
El arrepentimiento y el progreso a lo largo de la senda que lleva hasta el Salvador
La mayor parte del proceso de arrepentimiento tiene lugar entre una persona, Dios y aquellos que hayan sido afectados por los pecados de la persona. Sin embargo, a veces es necesario que un obispo o un presidente de estaca ayude a los miembros de la Iglesia en sus empeños por arrepentirse. Al ayudar a los miembros con el proceso del arrepentimiento, los obispos y los presidentes de estaca demuestran amor e interés y siguen el ejemplo del Salvador, quien elevó a las personas y las ayudó a alejarse del pecado y acercarse a Dios (véanse Mateo 9:10–13; Juan 8:3–11; véase también Manual General, 32.1).
Estos mismos principios se aplican al ayudar a las personas que están actualmente en la cárcel o que lo han estado anteriormente. Los líderes deben seguir las impresiones del Espíritu y poner en práctica la guía que se proporciona en las Escrituras y en el capítulo 32 del Manual General. Al hacerlo, serán guiados para ayudar a los hijos de Dios a regresar a la senda de los convenios.
Cómo ayudar a un adulto detenido
Se insta a los líderes a ayudar al adulto que esté detenido a arrepentirse, a perdonarse a sí mismo y a los demás, y a obtener un testimonio de Jesucristo como su Salvador. Los líderes deben enseñar que el Señor puede conceder el perdón a cualquier persona, sin importar su situación.
Pueden hacer hincapié en que “quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más” (Doctrina y Convenios 58:42).
Los líderes también deben enseñar que el camino de regreso a la plena condición de miembro dentro de la Iglesia no estará completo hasta después de que la persona salga de la cárcel y se reintegre en un barrio. La condición de miembro de la Iglesia puede resultar confusa para los capellanes y los funcionarios de centros correccionales, y no debe afectar la ministración que se brinde en el centro.
Las personas que nunca fueron bautizadas como miembros de la Iglesia, pero que descubren las verdades del Evangelio mientras se hallan en prisión, pueden prepararse para el bautismo después de salir de la cárcel.
Los consejos de membresía
Un consejo de membresía de la Iglesia es un paso importante para ayudar a una persona que haya participado en una conducta delictiva grave a arrepentirse y regresar a la senda de los convenios (véase Manual General, 32.6, 32.9–32.14). Esa ayuda podría incluir la restricción formal de algunos privilegios de la condición de miembro de la Iglesia o el retiro de la condición de miembro de la persona por un tiempo (véase Manual General, 32.11.3 y 32.11.4). Uno de los propósitos de las restricciones o del retiro de la condición de miembro de la Iglesia es ayudar a la persona a acceder al poder redentor de Jesucristo mediante el arrepentimiento.
Se requiere un consejo de membresía cuando el miembro está encarcelado por asesinato, violación, agresión sexual, abuso o maltrato de niños o jóvenes, abuso o maltrato de un cónyuge o de otro adulto, comportamiento depredador (violento, sexual o económico), incesto, pornografía infantil, matrimonio plural, pecados graves mientras se ocupaba un cargo prominente en la Iglesia y la mayoría de las condenas por delitos graves (véase Manual General, 32.6.1).
Podría ser necesario un consejo de membresía cuando el miembro está en la cárcel por actos violentos, formas menores de abuso o maltrato, inmoralidad sexual, actos fraudulentos, violaciones de confianza y otros actos (véase Manual General, 32.6.2).
El obispo o el presidente de estaca de la unidad donde haya residido la persona cuando se cometió el delito procede con las medidas necesarias para poner a la persona bajo restricciones formales a la condición de miembro o retirarle dicha condición. Si se restringen los privilegios de la condición de miembro, el líder (o el secretario, si se lo autoriza) envía la cédula de miembro a la unidad que sea responsable del lugar donde la persona esté encarcelada. Si se retiró la condición de miembro, el obispo o el presidente de estaca se comunica con el líder de esa unidad (véase Manual General, 32.14.8, 32.15).
No es poco frecuente que no se haya convocado ningún consejo antes de que el miembro fuera encarcelado. En ocasiones, los líderes responsables del miembro encarcelado tendrán que dirigir el consejo de membresía.
Apoyo a personas condenadas por un delito sexual
Los líderes deben reunirse con las personas que hayan sido condenadas por un delito sexual para averiguar si existen condiciones legales que limiten su capacidad de asistir a la Iglesia u otras actividades. Los líderes también deben ponerse en contacto con la línea de ayuda de la Iglesia para recibir orientación sobre estas situaciones. La línea de ayuda está disponible para obispos y presidentes de estaca.
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En los países donde no se cuente con la línea de ayuda, el presidente de estaca debe buscar la guía del asesor legal de la oficina de Área.
Los líderes deben consultar con el asesor legal de la Iglesia sobre la mejor manera de hacer los arreglos pertinentes para ayudar a la persona a progresar a lo largo de la senda de regreso al Salvador, al mismo tiempo que se garantiza la seguridad de todos los miembros del barrio.
Un consejo de membresía de la Iglesia puede ser un paso importante para ayudar a la persona que ha participado en una conducta delictiva grave a arrepentirse y regresar a la senda de los convenios.
Algunos países tienen una base de datos nacional de personas que han sido condenadas por un delito sexual contra un menor de edad. Los agresores sexuales en libertad condicional o en libertad vigilada pueden tener restricciones impuestas por el gobierno para participar en eventos sociales como las reuniones de la Iglesia. La Iglesia respeta esas restricciones. Las restricciones legales tras la excarcelación de una persona pueden variar y es posible que se eliminen con el tiempo. Dependiendo de las circunstancias, la Iglesia puede implementar medidas de protección adicionales más allá de las restricciones legales formales de la persona.
Gárments del templo
La Iglesia no prohíbe que un adulto que esté detenido lleve puesto el gárment del templo. Sin embargo, el presidente de estaca debe evaluar la situación con espíritu de oración y tomar la decisión final. Independientemente de la decisión del presidente de estaca, el adulto que esté detenido deberá trabajar con la administración de la prisión y el capellán para determinar si puede usar los gárments del templo adecuadamente.
Cómo ayudar a las personas a prepararse para la excarcelación
Durante los meses previos a la salida de la persona del centro penitenciario, los líderes pueden brindar el apoyo que bendecirá la vida de él o ella después de que sea liberada. Podrían consideran las ideas siguientes:
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Ayude a la persona a elaborar un plan de acción para los primeros noventa días después de que salga de la cárcel. Este plan podría incluir encontrar un lugar donde quedarse, buscar empleo y volver a conectarse con la familia y los líderes locales de la Iglesia para recibir apoyo continuo.
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Comuníquese con los nuevos líderes del barrio de origen y ayúdelos a prepararse para brindar apoyo continuo. Anímelos a asignar a un matrimonio ministrante y a llevar a cabo entrevistas regulares con la persona que ha sido liberada.
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De acuerdo con las pautas de la institución, proporcione a la persona información de contacto esencial para agencias de apoyo, recursos públicos u otros contactos útiles.
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Ayude a organizar el transporte en forma de traslados en automóvil o pases de autobús (véanse las pautas de “Seguridad”).
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Hable sobre los temores y preocupaciones que la persona podría tener en cuanto a su salida de la cárcel. Ayude a resolver inquietudes, brinde consejo y dé bendiciones del sacerdocio.
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Donde esté disponible, comuníquese previamente con la Oficina de Servicios de Transición de la Iglesia al 1-801-240-7340.
Cómo ayudar a las personas después de que salgan de la cárcel
Los primeros días, semanas e incluso meses después de la excarcelación pueden ser sumamente difíciles. A menudo, la persona no tiene un lugar seguro donde quedarse ni buenas perspectivas de empleo. Adaptarse a la vida fuera de la cárcel es emocionalmente agotador, y los modelos de adicción y de otras conductas anteriores pueden ser tentadores. El apoyo de familiares, amigos y miembros de la Iglesia durante este tiempo es esencial.
Estas preguntas podrían ser útiles para repasarlas al brindar apoyo:
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¿Dónde se aloja la persona? ¿Está a salvo y se está encaminando a conseguir un empleo y hacia la conexión con la familia y los miembros locales de la Iglesia?
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¿Cuáles son los siguientes pasos en los esfuerzos de la persona por restablecer una vida segura y productiva?
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¿Hay citas médicas esenciales u otras necesidades de salud?
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¿Qué pueden hacer la familia, los amigos y la Iglesia para que la persona se sienta amada y progrese?
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¿Qué agencias y recursos comunitarios están disponibles para ayudar?
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¿Se requiere tratamiento y terapia? ¿Cómo está progresando la persona? ¿Cómo paga la persona los gastos? ¿Es necesario efectuar cambios en el tratamiento o en la terapia?
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¿Necesita ayudar a la persona a entender cualquier cambio o anotación en su cédula de miembro?
Además, si los líderes convocan un consejo de membresía para un adulto que estuvo en la cárcel anteriormente, se les anima a considerar el motivo del encarcelamiento de la persona, la duración de este y los hábitos espirituales que la persona haya desarrollado. A menudo, el adulto que está detenido ha pasado años arrepintiéndose, asistiendo a los servicios de la Iglesia, estudiando y sirviendo a los demás lo mejor que ha podido. En tales casos, puede ser apropiado que los consejos de membresía, siguiendo las pautas del capítulo 32 del Manual General, aceleren el proceso de revisión y ayuden a la persona a regresar rápidamente a la senda de los convenios y a su plena condición de miembro.
Los programas de la Iglesia como Servicios para la Familia, grupos de recuperación de adicciones o clases de autosuficiencia podrían resultar igualmente útiles. Para obtener más ayuda. los líderes y los miembros pueden comunicarse con la Oficina de Servicios de Transición de la Iglesia al 1-801-240-7340.