‘La visión’
Mientras viajaban hacia el este en una misión durante la primavera de 1832, Samuel H. Smith y Orson Hyde se detuvieron a cenar en la casa del recién converso Lincoln Haskins1. Haskins, quien vivía en el extremo occidental del estado de Nueva York, acababa de regresar de un viaje a Ohio, donde había conocido a José Smith2. La visita que Haskins hizo a Kirtland a fines de febrero resultó ser providencialmente oportuna, dado que tan sólo unos días antes, el Profeta y Sidney Rigdon habían tenido una visión trascendental.
‘Cosas grandes y maravillosas’
Es muy probable que Haskins haya escuchado acerca de la visión del mismo José o de uno de los pocos hombres que estuvieron presentes cuando sucedió el 16 de febrero en la casa de John Johnson, en Hiram. José Smith y Sidney Rigdon se encontraban allí trabajando en una revisión del Nuevo Testamento. Con las revelaciones anteriores era “evidente que muchos puntos importantes tocantes a la salvación del hombre habían sido quitados de la Biblia”. Según la historia registrada por José, ambos estaban reflexionando en cuanto a la importancia de un pasaje sobre la Resurrección que se encuentra en Juan 5:29 cuando “…el Señor tocó los ojos de nuestro entendimiento” y fueron testigos de la visión3.
“Nadie hizo ningún sonido ni movimiento, excepto José y Sidney”, recordó Philo Dibble, uno de los presentes. “Vi la gloria y sentí el poder, pero no vi la visión”4. Dibble y otras doce personas escucharon a José Smith y Sidney Rigdon describir en voz alta lo que vieron.
“La visión”, como se llegó a conocer, incluía una descripción panorámica de lo que le espera a la humanidad después de la muerte. Desglosaba los diferentes grados de gloria que se dividen en tres reinos como las heredades de la gran mayoría de los hijos de Dios; revelaba que el sometimiento al castigo eterno sería el destino de solamente unos cuantos; y explicaba que los justos recibirán de la plenitud del Padre: “De modo que, como está escrito, son dioses, sí, los hijos de Dios. Por consiguiente, todas las cosas son suyas”5 (véase D. y C. 76:58–59).
Haskins compartió su entusiasmo por esa amplia visión con los huéspedes que visitaban su casa. “Nos dijo que había estado con José y Sidney, que ellos habían tenido una visión y que habían visto cosas grandes y maravillosas”, escribió Samuel Smith en su diario6.
Unos días después de visitar a Haskins, los misioneros “tuvieron el privilegio de leer” un relato escrito de “la visión” al encontrarse con Seth y Joel Johnson, dos miembros de la Iglesia que llevaban consigo una preciada copia escrita a mano que habían hecho mientras estaban en Kirtland7. Esas conversaciones demuestran el entusiasmo con que algunos de los primeros conversos recibieron “la visión”. Sin embargo, no todos compartieron ese entusiasmo.
El universalismo
La perspectiva de la vida después de la muerte obtenida con “la visión” contrastaba drásticamente con las creencias de la mayoría de los cristianos de esa época. Muchos de ellos creían en una estricta teología del cielo y el infierno en el mundo venidero: los obedientes al evangelio de Jesucristo serían salvos, pero los inicuos serían destinados al castigo eterno8. Sin embargo, hubo un número cada vez mayor que consideraba que ese punto de vista era incompatible con otras enseñanzas bíblicas respecto a la misericordia, la justicia y el poder de Dios para salvar.
Por ejemplo, un joven congregacionalista llamado Caleb Rich se sintió turbado cuando su pastor enseñó que Cristo daría a solamente unos pocos “el trofeo de Su misión en el mundo, mientras que Su antagonista tendría a incontables millones de personas”. Rich temía que su propia “situación espiritual parecía más precaria que un billete de lotería”9. Con el tiempo, Rich rechazó la doctrina presentada por el pastor y aceptó lo que se conoce como el universalismo. En pocas palabras, los universalistas creían que Dios no castigaría a los pecadores por la eternidad, sino que con el tiempo, todos serían salvos en el reino de Dios. El padre de José Smith y su abuelo, Asael Smith, tenían puntos de vista universalistas10.
La mayoría de los cristianos sentían que el universalismo iba demasiado lejos y que su enseñanza de salvación universal quitaba todo incentivo de guardar los mandamientos de Dios y conduciría a una vida inmoral y pecaminosa. Muchos de los primeros conversos de la Iglesia estuvieron de acuerdo con ciertos pasajes del Libro de Mormón y sintieron que confirmaban su punto de vista11. Sin embargo, para algunos conversos “la visión” parecía promover enseñanzas universalistas. En consecuencia, a medida que personas como Lincoln Haskins y Joel y Seth Johnson comenzaron a llevar información de “la visión” a las ramas lejanas de la Iglesia, se creó un gran revuelo.
‘Muchos tropezaron con ella’
Algunos observadores externos se burlaron de la doctrina recién revelada. Un periódico cristiano respondió a “la visión” afirmando sarcásticamente que José Smith procuraba “desacreditar el universalismo al profesar… la salvación de todos los hombres”12. Lo más desconcertante para el Profeta fue la reacción de algunos miembros de la Iglesia.
“Fue una dura prueba para muchos”, recordó Brigham Young. “Algunos apostataron debido a que Dios… tenía un lugar de salvación, a su debido tiempo, para todos”13. Al mismo Young se le dificultó aceptar la idea: “Mis tradiciones eran tales que cuando escuché de la visión por primera vez, era tan directamente opuesta y tan en contra de mis estudios anteriores, que dije: ‘un momento’; no la rechacé, pero tampoco la entendía”14. Su hermano Joseph Young también confesó que “no la podía creer en un principio. ¿Por qué iba el Señor a salvar a todos?”15.
Tal vez en reacción instintiva hacia lo que parecían ser indicios del universalismo, algunos de los primeros miembros pasaron por alto la sutil belleza de “la visión”. Evitando los extremos del universalismo y la perspectiva ortodoxa del cielo y el infierno, esa visión sugería que al final terminaría el sufrimiento de los desobedientes, pero que el Señor también daba la promesa de inimaginables recompensas para aquellos que fueran “valientes en el testimonio de Jesús” (véase D. y C. 76:79).
Muchos de los que “tropezaron” simplemente necesitaban tiempo para meditar o la mano paciente de un misionero o líder espiritual que les explicara. Joseph Young señaló: “Tras haber orado en cuanto al asunto y después de que José lo explicó, pude ver que no era más que el sentido común que acompañaba al poder de Dios”16. Brigham Young dijo: “Tuve que pensar y orar, leer y pensar, hasta que supe y comprendí plenamente por mí mismo”17.
Durante mayo o junio de 1832, el misionero John Murdock halló resistencia a las ideas de “la visión” en Orange, Ohio (cerca de Cleveland): “Los hermanos acababan de recibir la revelación llamada la visión y tropezaron a causa de ella”. Murdock hizo las veces de guía espiritual: “Los congregué y les confirmé la verdad”18.
Posteriormente, Murdock y su compañero de misión, Orson Pratt, se encontraron con el hermano Landen en Geneseo, Nueva York, quien “dijo que la visión era del diablo”. Landen también había influido en la rama a la que pertenecía para que se rechazara la nueva revelación. Los misioneros pasaron unos días con los miembros de la rama. “El hermano Orson empezó a explicar la visión y otras revelaciones, tras lo cual lo hice yo y también el hermano Lyman”, escribió Murdock. Landen después “reconoció que lo que habíamos enseñado era verdad”19.
José Smith envió a los miembros de la rama de Geneseo una carta en la que les exhortaba a tener fe en la revelación. Él les advirtió: “Cuando está presente la contención y la incredulidad ante las cosas sagradas comunicadas a los santos por revelación, entonces inevitablemente seguirá la discordia, la dureza, las envidias e innumerables males”20.
‘Permanecer en silencio’
De esa experiencia, el Profeta aprendió cuán delicados podían ser los testimonios de muchos nuevos conversos y aconsejó a los misioneros que siguieran un método de primero dar leche y después carne al enseñar los principios del Evangelio (1 Corintios 3:2). Antes de su partida a Inglaterra, instó a los Doce Apóstoles a “permanecer en silencio en cuanto a la reunión, la visión y el libro de Doctrina y Convenios, hasta que llegara el momento en que la obra se estableciera cabalmente”21. Sin embargo, resultó difícil para algunos miembros contener su entusiasmo por la nueva revelación.
Haciendo eco del consejo de José Smith, Heber C. Kimball animó a sus compañeros misioneros a seguir los principios de introducción al Evangelio. Kimball había ayudado a convertir a un pastor, Timothy Matthews, en Bedford, Inglaterra, y había acordado una cita para su bautismo. Sin embargo, otro élder, John Goodson, “contrario a mi consejo y a las instrucciones dadas, y sin consultarlo con nadie más, leyó la visión al señor Matthews… lo cual le hizo tropezar”. Matthews no llegó a su cita y nunca se unió a la Iglesia22.
‘Que provenía de Dios’
Aunque a algunos de los primeros miembros de la Iglesia se les dificultó aceptar “la visión”, muchos la adoptaron sin reservas. William W. Phelps, impresor de la Iglesia y residente de Misuri, la publicó en el periódico propiedad de la Iglesia The Evening and The Morning Star en julio de 1832, llamándola “las noticias más grandiosas jamás publicadas al hombre”23.
Wilford Woodruff, un converso de 1833, recordó: “Cuando leí la visión… me iluminó la mente y me dio mucho gozo. Me parecía que Dios, quien había revelado ese principio al hombre, era sabio, justo y veraz, que poseía los mejores atributos, sentido común y conocimiento. Sentí que Él estaba en armonía con el amor, la misericordia, la justicia y el juicio; y sentí amar al Señor como nunca antes en mi vida”24.
Tal vez algunos de los que aceptaron “la visión” estaban predispuestos debido a sus creencias anteriores25. Otros, como el padre de José Smith, podrían haber tenido inclinaciones universalistas. No obstante, aunque la nueva visión tenía algunas similitudes con las creencias y los escritos de los universalistas, se apartaba de las mismas y ampliaba esas ideas de manera innovadora e inspirada. La historia escrita por José Smith concluye diciendo: “Nada podía complacer más a los santos… que la luz que inundó el mundo, por medio de esa visión… El carácter sublime de las ideas; la pureza del lenguaje; el ámbito de acción; la duración continua hasta su culminación, a fin de que los herederos de salvación puedan confesar al Señor y doblar la rodilla; las recompensas por la fidelidad y los castigos por los pecados, van mucho más allá de la mentalidad estrecha de los hombres, de modo que todo hombre honesto se ve constreñido a exclamar: Esto proviene de Dios”26.