CAPÍTULO 10
BUSCAR EL APRENDIZAJE POR MEDIO DEL ESTUDIO Y DE LA FE
INTRODUCCIÓN
El élder Henry B. Eyring del Quórum de los Doce Apóstoles habló sobre la conversión: “El cambio que se produce es un deseo de ser aun mejor, de alcanzar mayor luz, y de prestar mayor servicio a los demás. Tales deseos siempre llevan a tener ansias de recibir educación, de aprender lo que es verdadero, lo que es útil y lo que es hermoso” (Educación para la vida real [charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, realizada el 6 de mayo de 2001], pág. 1).
Debemos buscar conocimiento y sabiduría a lo largo de toda nuestra vida, tanto dentro como fuera del salón de clases. El aprendizaje ayuda a enriquecer nuestra vida y a servir mejor a Dios y a los demás.
PRINCIPIOS PARA COMPRENDER
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Debemos buscar conocimiento y sabiduría.
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El conocimiento espiritual es más importante que el conocimiento secular.
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La instrucción formal es la clave de las oportunidades.
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El Señor nos guiará en aquellos aspectos del aprendizaje que nos ayudarán a prestar mejor servicio a los demás.
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El aprendizaje es un empeño de toda la vida.
CITAS Y ESCRITURAS CORROBORATIVAS
Debemos buscar conocimiento y sabiduría.
“Buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 88:118).
“Enseñaos diligentemente, y mi gracia os acompañará, para que seáis más perfectamente instruidos en teoría, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios, que os conviene comprender;
“de cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; cosas que han sido, que son y que pronto han de acontecer; cosas que existen en el país, cosas que existen en el extranjero; las guerras y perplejidades de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre el país; y también el conocimiento de los países y de los reinos,
“a fin de que estéis preparados en todas las cosas, cuando de nuevo os envíe a magnificar el llamamiento al cual os he nombrado y la misión con la que os he comisionado” (D. y C. 88:78–80).
Élder Henry B. Eyring:
“El Señor y Su Iglesia han alentado siempre la instrucción formal con el fin de que aumentemos nuestra capacidad para servirlo a Él y a los hijos de nuestro Padre Celestial. Para cada uno de nosotros, sean cuales sean nuestros talentos, Él tiene un servicio que podemos prestar. Y hacerlo bien siempre requerirá de aprendizaje, no sólo una vez o por poco tiempo, sino continuamente…
“Parte de la tragedia que deben evitar es descubrir tardíamente que perdieron la oportunidad de prepararse para un futuro que sólo Dios puede ver. La oportunidad de aprender otro idioma representa para mí un doloroso ejemplo. Mi papá nació en México. Creció hablando español como primer idioma. Yo viví en su hogar por más de 20 años, y lamentablemente nunca le pedí que me enseñara ni una sola palabra de español. Ahora yo soy el primer contacto del Quórum de los Doce Apóstoles para la Iglesia en México, América Central, Colombia, Venezuela y Ecuador. No fue accidente el hecho de nacer en un hogar con un padre que hablaba español.
“Pero tuve otra oportunidad. Mi padre fue un gran maestro. Él era químico. Hasta tenía una pizarra en el sótano de la casa para sus hijos. Estaba ansioso de enseñarme matemáticas. Pasaba horas tratando de ayudarme a resolver los problemas para mi clase de física. Me rogaba que pensara más a menudo en esas cosas que en ese entonces me parecían poco interesantes y sin importancia. Años más tarde fui llamado por el Señor al Obispado Presidente de la Iglesia y me hicieron responsable de los sistemas de computación y comunicaciones. ¡Cuán grande bendición hubiera tenido yo de haber seguido el consejo que ahora les doy!” (véase Educación para la vida real, págs. 23; discurso para jóvenes adultos pronunciado en una charla fogonera del SEI, pronunciado el 6 de mayo de 2001).
Presidente Gordon B. Hinckley, decimoquinto Presidente de la Iglesia: “Ustedes tendrán que hacer frente a los grandes retos del futuro. Están entrando en un mundo extremadamente competitivo; adquieran la mayor educación posible. El Señor nos ha exhortado concerniente a la importancia de la educación; ésta los calificará para mayores oportunidades; los preparará para hacer algo que valga la pena en el gran mundo de oportunidad que yace adelante. Si pueden ir a la universidad y desean hacerlo, háganlo. Si no tienen el deseo de asistir a la universidad, vayan entonces a un colegio vocacional o de negocios a fin de mejorar sus habilidades y aumentar su capacidad” (véase “Los conversos y los hombre jóvenes”, Liahona, julio de 1997, pág. 56).
Élder Henry B. Eyring: “No se necesita ni tecnología moderna ni mucho dinero para aprovechar las oportunidades para aprender que ahora desperdiciamos. Bastaría con llevar un libro, un lápiz y papel, pero necesitarán determinación para atrapar esos momentos de ocio que ahora desperdician” (véase Educación para la vida real, pág. 4).
Élder Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles: “Por el carácter sagrado que tiene para nosotros el intelecto humano, consideramos que el obtener una educación formal es una responsabilidad religiosa. Aún así, la capacidad individual y las oportunidades difieren mucho. Creo que para adquirir una instrucción formal, tiene más influencia el deseo personal que la institución académica, y es más motivadora la fe que los profesores que tengamos” (véase “¿Dónde se halla la sabiduría?”, Liahona, enero de 1993, pág. 6).
Élder Russell M. Nelson: “Siempre se requiere energía para que dé empuje sobre las fuerzas contrarias. Estas mismas leyes se aplican a nuestra propia vida. Siempre que se emprende alguna tarea, son esenciales tanto la energía como la voluntad para perseverar. El ganador de una carrera de cinco kilómetros se proclama al final de cinco kilómetros, y no al final de uno o dos. Si toman un autobús para ir a Boston, no se bajan en Burlington. Si desean obtener una educación formal no dejan truncados sus estudios, del mismo modo que no pagan para cenar en un restaurante elegante sólo para salir después de probar el aperitivo” (véase “Perseverar y ser enaltecidos”, Liahona, julio de 1997, pág. 79).
El conocimiento espiritual es más importante que el conocimiento secular.
“Pero bueno es ser instruido, si hacen caso de los consejos de Dios” (2 Nefi 9:29 [Dominio de las Escrituras, 2 Nefi 9:28–29]).
Presidente James E. Faust de la Primera Presidencia: “Recuerden que las maravillas de la ciencia y la tecnología modernas no nos exaltarán. En realidad, el gran desafío que enfrentamos al prepararnos para el futuro es el de ser más espiritualmente ilustrados. Todo ese nuevo y creciente conocimiento intelectual debe ser por cierto dominado por medio de gran esfuerzo y aprendizaje; pero la erudición técnica no sirve para nada a menos que haya un propósito espiritual y un significado para la misma. Estoy seguro de que el Señor espera que la apliquemos para el progreso de Sus propósitos y para la bendición de la humanidad; sin embargo, debemos adoptar esos elevados ideales como si fueran metas y deseos personales antes de orientar la tecnología en esa dirección” (véase “Ésta es nuestra época”, Liahona, julio de 1999, págs. 21–22).
Élder Henry B. Eyring:
“Queda claro que poner el conocimiento espiritual primero no nos libera de la responsabilidad de obtener conocimiento secular. Por lo contrario, le da propósito a nuestro conocimiento secular y nos motiva a esmerarnos más. Si hemos de poner el aprendizaje espiritual en su lugar apropiado, deberemos tomar algunas decisiones difíciles sobre cómo usar nuestro tiempo. Por lo general sabemos cuándo hay que entregar los trabajos en la escuela, cuándo hay que tomar exámenes, cuándo hay que completar proyectos. Y sabemos cuándo será el día de reposo. Sabemos cuándo es la clase de Institutos. Sabemos cuándo hay que hacer las oraciones al principio y al final del día. Sabemos cuánto tiempo toma leer las escrituras antes de sentir el Espíritu. Sabemos cuánto tiempo toma prepararse y realizar bien nuestro trabajo en la Iglesia.
“Cuando vemos la vida como lo que realmente es, planeamos tiempo y lugar para todas estas cosas. Habrá momentos de crisis en los que parecerá no haber tiempo. Habrá muchas ocasiones en que una cosa le tome tiempo a otra. Pero nunca debe ser una decisión consciente ni un patrón en nuestras vidas que lo espiritual se convierta en secundario. Nunca. Eso nos llevará a la tragedia. La tragedia puede no ser obvia al principio, ni tampoco puede ser clara durante la vida mortal. Pero recuerden que están interesados en obtener educación no para esta vida, sino para la vida eterna. Cuando vean claramente esa realidad, con sus ojos espirituales, pondrán primero el aprendizaje espiritual, sin quitarle al aprendizaje secular. De hecho, realizarán su trabajo secular con mayor dedicación de la que invertirían sin la visión espiritual” (véase Educación para la vida real, pág. 3).
Élder L. Tom Perry del Quórum de los Doce Apóstoles: “Si proporcionamos un cimiento espiritual para nuestro conocimiento secular, no solo entenderemos mejor las leyes de la naturaleza, sino que obtendremos una profundidad de conocimiento que jamás imaginamos que fuese posible sobre el arte, las lenguas, la tecnología, la medicina, el derecho y el comportamiento humano” (véase “Aprendamos a servir”, Liahona, mayo de 2002, pág. 14).
La instrucción formal es la clave de la oportunidad.
“La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad” (D. y C. 93:36).
“Si estáis preparados, no temeréis” (D. y C. 38:30).
Presidente Gordon B. Hinckley: “Me gustaría decirles a los jóvenes que cursen todos los estudios que puedan. Cultiven tanto las destrezas intelectuales como las manuales. La instrucción formal es la clave de la oportunidad. El Señor ha puesto sobre ustedes, como miembros de esta Iglesia, la obligación de estudiar y aprender las cosas espirituales, así como también las cosas temporales. Adquieran toda la educación que les sea posible, aun cuando signifique un gran sacrificio mientras sean jóvenes. Ustedes bendecirán la vida de sus hijos y bendecirán la Iglesia, ya que darán honra a esta obra” (véase Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, pág. 172).
Presidente Gordon B. Hinckley:
“Ustedes están entrando en la era más competitiva que jamás haya existido; todo a su alrededor es competencia. Ustedes necesitan toda la educación posible. Sacrifiquen la compra de un auto, sacrifiquen cualquier cosa a fin de que ello les habilite para desempeñar el trabajo del mundo. En gran parte, ese mundo les pagará lo que considera que valen, y el valor de ustedes aumentará a medida que obtengan estudios y sean competentes en su campo seleccionado.
“Pertenecen a una Iglesia que enseña la importancia de la educación académica; han recibido el mandamiento del Señor de educar sus mentes, sus corazones y sus manos. El Señor ha dicho: ‘Enseñaos diligentemente… de cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; cosas que han sido, que son y que pronto han de acontecer; cosas que existen en el país, cosas que existen en el extranjero; las guerras y perplejidades de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre el país; y también el conocimiento de los países y de los reinos, a fin de que estéis preparados en todas las cosas’ (D. y C. 88:78–80).
“Que conste que éstas no son mis palabras; son las palabras del Señor, quien les ama. Él desea que capaciten sus mentes y sus manos para que lleguen a ser una influencia para bien al seguir adelante con su vida. Y al hacerlo, al desempeñar sus tareas honorablemente y con excelencia, traerán honor a la Iglesia, ya que se les considerará hombres o mujeres de integridad, de habilidad y que hacen un trabajo de calidad…
“Sean inteligentes. El Señor desea que se eduquen la mente y las manos. Cualquiera sea el campo que elijan, ya sea reparando refrigeradores, o el trabajo de un diestro cirujano, deben capacitarse. Procuren la mejor educación posible; conviértanse en obreros de integridad en el mundo que yace adelante. Repito, ustedes traerán honor a la Iglesia y serán generosamente bendecidos debido a esa capacitación.
“No hay duda, ninguna en absoluto, de que la educación vale la pena. No arruinen su vida con atajos; si lo hacen, lo pagarán una, y otra y otra vez” (véase “El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, Liahona, abril de 2001, págs. 34–36).
El Señor nos guiará en aquellos aspectos del aprendizaje que nos ayudarán a prestar mejor servicio a los demás.
“…el Espíritu Santo… os mostrará todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:5).
Presidente Howard W. Hunter, decimocuarto Presidente de la Iglesia: “Quisiera decirles algo que considero muy importante; que en el transcurso de la vida se enfrentarán a muchas opciones. El éxito y la felicidad de ustedes dependen de lo bien que hayan seleccionado entre esas posibilidades. Algunas de las decisiones que tomen serán fundamentales y pueden afectar todo el curso de su vida. Les ruego que juzguen esas opciones de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo. A fin de hacerlo, deben conocer y entender Sus enseñanzas. Si ejercen la fe y son dignos de recibir inspiración, tendrán guía en las decisiones importantes que tomen” (véase Prepare Yourself, folleto, 1996, págs. 1–2).
Élder Richard G. Scott del Quórum de los Doce Apóstoles: “Me maravilla el que nuestro Padre Celestial y Su Amado Hijo estén dispuestos, e incluso deseosos de que aprendamos de Ellos… Obtener conocimiento espiritual no es un proceso mecánico, sino un privilegio sagrado basado en una ley espiritual. Testifico que te es posible recibir ayuda inspirada. Pídele humildemente a tu Padre Eterno; busca la luz divina; ejerce la fe en el Salvador; empéñate en prestar atención a Sus consejos y en obedecer Sus mandamientos. Él te bendecirá y te guiará mientras caminas por este mundo, que muchas veces es traicionero” (“Cómo adquirir conocimiento espiritual”, Liahona, enero de 1994, pág. 104).
El aprendizaje es un empeño de toda la vida.
“Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección;
“y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia que otra, por medio de su diligencia y obediencia, hasta ese grado le llevará la ventaja en el mundo venidero” (D. y C. 130:18–19 [Dominio de las Escrituras]).
Élder Henry B. Eyring:
“Aquellos que dejen de aprender no prestarán ningún servicio significativo durante su vida. Un gran maestro siempre estudia. Una enfermera nunca deja de enfrentarse a los desafíos de lidiar con algo nuevo, ya sea equipo o procedimiento. El lugar de trabajo en cualquier industria cambia tan rápido que lo que sabemos hoy no será suficiente mañana.
“Nuestra educación nunca debe cesar. Si acaba en la puerta del aula el día en que nos graduamos, fallaremos. Y dado que lo que necesitaremos saber es difícil de discernir, necesitamos la ayuda del cielo para saber cuál de las tantas cosas que podemos estudiar es la que más sabiamente podemos aprender. También significa que no podemos gastar tiempo en entretenimiento cuando tenemos la oportunidad de leer y de escuchar lo que nos ayude a aprender lo que es verdadero y útil. La curiosidad insaciable será nuestro distintivo” (véase Educación para la vida real, pág. 4).
Élder L. Tom Perry: “El mundo cambia rápidamente y todo pasa de moda, lo que requiere que nos preparemos en forma continua para el futuro. Podemos quedarnos un tanto estancados en nuestra profesión si no nos actualizamos. Imaginen cuántos pacientes tendría un dentista que continuara usando las mismas técnicas y equipos que usaba hace diez años. ¿Qué haría un empresario que tratara de competir sin usar computadoras? ¿O un constructor que no estuviera al día con los nuevos materiales y métodos disponibles? La educación, por necesidad, se ha convertido en una tarea de toda la vida. Al programar nuestra vida, debemos apartar suficiente tiempo para educarnos ahora y para el futuro” (véase “Si estáis preparados, no temeréis”, Liahona, enero de 1996, pág. 40).
Presidente Gordon B. Hinckley:
“Hay un gran potencial en cada uno de nosotros para continuar aprendiendo. A pesar de nuestra edad, a menos que padezcamos de una enfermedad seria, podemos leer, estudiar, interiorizarnos en los escritos de hombres y mujeres…
“El Señor nos ha dado una maravillosa promesa a los miembros de esta Iglesia. Él dijo: ‘Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto’ (D. y C. 50:24).
“Qué declaración tan extraordinaria es esa; es uno de mis versículos favoritos de las Escrituras. Trata del progreso, de la superación personal, del esfuerzo que conduce a la divinidad. Acompaña a estas grandes declaraciones: ‘La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad’ (D. y C. 93:36); ‘y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia que otra, por medio de su diligencia y obediencia, hasta ese grado le llevará la ventaja en el mundo venidero’ (D. y C. 130:19); y ‘cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección’ (D. y C. 130:18).
“Qué desafío tan profundo se encuentra en estas maravillosas declaraciones. Debemos continuar progresando, debemos aprender continuamente. Es un mandato divino el de continuar añadiendo a nuestro conocimiento” (véase “Una conversación con los mayores solteros”, Liahona, noviembre de 1997, pág. 22).
Presidente Gordon B. Hinckley:
“El aprendizaje no tiene fin. Debemos leer, observar, asimilar y reflexionar aquello a lo que exponemos nuestra mente. Yo creo en la evolución de la mente, del corazón y del alma de la humanidad. Yo creo en mejorar y en progresar. No existe nada más vigorizante que el poder evaluar un problema difícil y luego resolverlo, luchar con algo que parece sin solución y luego encontrarla.
“Por esa razón, y en virtud del ritmo y de la complejidad que la vida demanda, no podemos darnos el lujo de dejar de aprender, de madurar y de progresar. No debemos detener nuestra evolución personal; una evolución que es a la vez emocional, espiritual y mental. Hay tanto para aprender y tan poco tiempo para hacerlo” (Standing for Something, 2000, pág. 62).
APLICACIÓN Y EJEMPLOS
El élder Russell M. Nelson enseñó:
“Quienes impulsivamente abandonan sus estudios y dejan a medias su educación… frustran la realización de su propio potencial.
“Recuerdo el momento en que yo mismo tomé la resolución de adquirir una educación, cuando siendo un adolescente sin preparación conseguí trabajo temporal durante la época de Navidad. La labor era monótona y las horas y los días pasaban lentamente. En aquel momento resolvía que obtendría una educación que me preparara mejor para ganarme la vida; tomé la decisión de mantenerme en la universidad y estudiar con ahínco, como si mi vida dependiera de ello.
“Más adelante, cuando era presidente de estaca, muchos jóvenes me consultaban con respecto a sus estudios; algunos me preguntaban cuánto tiempo me había llevado la carrera de medicina. A éstos les contestaba: ‘En general, son cuatro años de universidad; seguidos por otros cuatro en la facultad de medicina. Y si decides especializarte, eso te puede llevar otros cinco años o más, según la especialidad que elijas’.
“Mis palabras provocaban en algunos esta reacción: ‘Pero… ¡son trece años, o tal vez más! ¡Es demasiado tiempo para mí!’
“ ‘Eso es relativo’, les decía yo. ‘La preparación para una carrera no es demasiado larga si sabes lo que quieres hacer con tu vida. ¿Qué edad tendrás dentro de trece años si no sigues una carrera? ¡Tendrás exactamente la misma edad, seas o no seas lo que quieres ser!’
“Así que mi consejo era, y sigue siendo, que continúen su educación, estén donde estén, sean cuales sean sus intereses y oportunidades, decidan lo que decidan en cuanto a cuál será la mejor forma de servir a su familia y a la sociedad” (véase “¿Dónde se halla la sabiduría?”, Liahona, enero de 1993, pág. 6).
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¿Qué significa para ti la afirmación del élder Nelson de que “la preparación para una carrera no es demasiado larga si sabes lo que quieres hacer con tu vida”?
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¿Qué beneficios se obtienen cuando se tiene mejor preparación en una carrera?
Temzie es un misionero que recién ha regresado del campo misional. Él utiliza en su nuevo trabajo muchas de las destrezas que aprendió en la misión, y gana lo suficiente para mantenerse a sí mismo; sin embargo, una vez que se haya casado, su sueldo no será suficiente para mantener una familia. Dado que no tiene perspectivas de casarse por ahora, ha decidido no seguir su educación por el momento. Sin tener que estudiar, tendrá más tiempo libre para divertirse.
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¿Qué consejo le darías a Temzie?
RESUMEN ANALÍTICO
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¿Qué relación existe entre el aprendizaje y la felicidad?
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¿Qué queremos decir cuando expresamos que no podemos darnos el lujo de dejar de aprender?
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¿Cómo influye en tu deseo de aprender el saber que el conocimiento que adquiramos en esta vida se levantará con nosotros en la vida venidera (véase D. y C. 130:18)?
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¿Qué aspectos de tu vida mejorarían si obtuvieras una mayor educación formal?