CAPÍTULO 3
EL ESTABLECER METAS Y EL ADMINISTRAR EL TIEMPO
INTRODUCCIÓN
Las metas nos ayudan a establecer un curso apropiado en nuestra vida y a concentrarnos en las causas dignas para que no seamos “llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4:14). El élder Marvin J. Ashton, que fue miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “[El rumbo que llevamos] es mucho más importante que nuestra situación presente. El fijar metas debe contribuir a nuestro desarrollo a medida que nos encaminamos hacia ellas” (“El lema es: cometido personal”, Liahona, enero de 1984, pág. 108).
Con nuestras metas en mente, es importante utilizar el tiempo prudentemente. Como dice el himno:
El tiempo en alas del rayo vuela;
E imposible es volverlo atrás.
Viene y sigue adelante
E inexorable se marchará.
Y si cuidado no tenemos,
La oportunidad volando pasará,
Porque la vida como en un solo día,
Fugaz como el rayo se irá.
[“Improve the Shining Moments,” Hymns, Nº 226; traducción libre.]
Si planeamos y utilizamos nuestro tiempo con prudencia, el Señor nos bendecirá y nos magnificará para que sirvamos mejor en Su reino.
PRINCIPIOS PARA COMPRENDER
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El fijarnos metas que merezcan la pena nos brinda una dirección a seguir.
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Debemos fijar metas en diferentes aspectos de nuestra vida.
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La buena administración del tiempo nos permite tener control sobre nuestra vida para poder así prestar un servicio más eficaz.
CITAS Y PASAJES CORROBORATIVOS
El fijarnos metas que merezcan la pena nos brinda una dirección a seguir.
“No desperdiciarás tu tiempo, ni esconderás tu talento en la tierra para que no sea conocido” (D. y C. 60:13).
“Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” (Lucas 14:28).
El obispo John H. Vandenberg, en ese entonces Obispo Presidente de la Iglesia: “Creo que el fijar metas es absolutamente necesario para tener una vida feliz; sin embargo, la meta es solo una parte del procedimiento para lograrla. Debemos saber qué decisiones debemos tomar para alcanzar esa meta. En muchos casos nos fijamos metas a largo plazo, pero descuidamos las de corto plazo. Con esos planes a corto plazo, es necesario ejercer disciplina en nuestros hechos— estudiar cuando sea el momento de estudiar, dormir cuando sea el momento de dormir, leer cuando sea el tiempo de leer, y así sucesivamente— no permitiendo que estas actividades se sobrepongan de manera incongruente, sino obteniendo plenamente nuestras recompensas y bendiciones por el tiempo invertido en una actividad en particular” (Conference Report, abril de 1966, pág. 94).
Élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles:
“Primero, reflexionen sobre sus vidas y establezcan un orden de prioridades. Dediquen regularmente unos momentos de paz para pensar profundamente a dónde quieren llegar y qué deben hacer para lograrlo. Jesús, nuestro ejemplo, muchas veces ‘se apartaba a lugares desiertos, y oraba’ (Lucas 5:16). Nosotros necesitamos hacer lo mismo de cuando en cuando para renovarnos espiritualmente como el Salvador lo hizo. Anoten diariamente lo que desean hacer en el día, y al hacerlo, lo primero que deben tener presente son sus convenios sagrados con el Señor.
“Segundo, fijen metas a corto plazo que sean alcanzables; metas bien equilibradas; no muchas ni muy pocas, y no muy altas ni muy bajas. Pónganlas en una lista y esmérense por alcanzarlas según su orden de importancia. Al fijarnos metas, siempre debemos pedir la guía divina en oración” (“El equilibrio en las exigencias de la vida”, Liahona, julio de 1987, págs. 12–14).
El élder Ben B. Banks, en ese entonces miembro de la Presidencia de los Setenta, habló sobre un viaje que hizo en bicicleta con su familia: “Durante el tercer día de nuestro viaje aprendí que, aunque tengamos que luchar cuesta arriba en la vida, nuestra actitud determinará cómo afrontaremos las dificultades. Ese día cruzamos tres veces la Divisoria Continental (línea que divide las aguas fluviales que corren en direcciones opuestas), subiendo de 1.400 a 2.500 metros de altura. Para subir en bicicleta los pasos empinados de una montaña se requiere la actitud correcta si se desea llegar a la altitud deseada, y lo mismo ocurre en la vida. Aprenderán autodisciplina y lograrán mucho al establecer metas que valgan la pena y al concentrarse en ellas. Es cierto que hubo momentos en los que el subir por las cuestas empinadas de la montaña me resultaba casi inaguantable, pero como me había concentrado en mi propósito, no me di por vencido” (véase “Este sendero que llamamos vida”, Liahona, julio de 2002, pág. 47).
Presidente Ezra Taft Benson, decimotercer Presidente de la Iglesia: “Todo hijo de Dios que sea responsable de sus hechos debe establecerse metas, tanto a corto como a largo plazo. La persona que lucha por lograr metas dignas podrá dominar muy pronto el desaliento, y una vez que haya logrado una meta puede imponerse otra. Algunas serán continuas. Todas las semanas, al tomar la Santa Cena, nos comprometemos a las metas de tomar sobre nosotros el nombre de Cristo, recordarlo siempre y guardar Sus mandamientos. Las Escrituras dicen, con respecto a la forma en que Jesús se preparó para Su misión, que ‘crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres’ (Lucas 2:52). En este proceso hay cuatro aspectos en los que se pueden establecer metas: el espiritual, el mental, el físico y el social. ‘Por lo tanto, ¿qué clase de hombres habéis de ser?, preguntó el Maestro, y Él mismo contestó: ‘En verdad os digo, aun como yo soy’ (3 Nefi 27:27). Ahí tenemos una meta que nos llevará toda la vida alcanzar, la de seguir Sus huellas, perfeccionarnos en toda virtud como Él lo hizo, procurar ver Su faz y esforzarnos para hacer firme nuestra vocación y elección” (véase “No os desalentéis”, Liahona, marzo de 1987, pág. 5).
Élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Los maratonistas se fijan metas claras, de manera que ustedes deben mirar hacia delante y decidir lo que quieren hacer con sus vidas. Fijen claramente en su mente lo que quieran ser de aquí a uno, a cinco o a diez años y más allá. Obtengan su bendición patriarcal y esfuércense por vivir dignos de las promesas que encierra, ya que una bendición patriarcal es una de las guías más importantes que los miembros de la Iglesia tienen en esta vida. Escriban sus metas y repásenlas regularmente; ténganlas a la mano constantemente, anoten su progreso y hagan cambios cuando sea necesario. Su meta final debe ser la vida eterna, la vida que Dios vive, el más grande de todos los dones de Dios” (véase “El maratón de la vida”, Liahona, enero de 1990, pág. 71).
Élder Marvin J. Ashton: “Comencemos con determinación e inmediatamente a fijarnos metas relacionadas con el Evangelio, sabiendo que si empleamos los talentos que poseemos que si ayudamos a otras personas, que si procuramos la paz, que si evitamos ser demasiado sensibles o demasiado críticos recibiremos mayor capacidad y nos desplazaremos al instante hacia un crecimiento mayor, hacia más felicidad y hacia más dicha eterna” (véase “Ipso Facto”, Liahona, julio de 1983, pág. 47).
Presidente Gordon B. Hinckley, decimoquinto Presidente de la Iglesia: “Empiecen ahora mismo a establecerse esas metas que les brindarán felicidad: educación en una vocación o en algún campo del saber de su elección, sea cual fuere; una misión en la que se entregarán totalmente al Señor para llevar a cabo Su obra; un futuro casamiento en la Casa del Señor a una maravillosa y encantadora compañera de la cual serán dignos por la manera que ustedes hayan vivido” (véase “Los conversos y los hombres jóvenes”, Liahona, julio de 1997, pág. 56).
Debemos fijar metas en diferentes aspectos de nuestra vida.
“Enseñaos diligentemente… de cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; cosas que han sido, que son y que pronto han de acontecer; cosas que existen en el país, cosas que existen en el extranjero; las guerras y perplejidades de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre el país; y también el conocimiento de los países y de los reinos” (D. y C. 88:78–79).
Élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles: “[Alcancen] metas personales en cada una de las cuatro categorías: el progreso espiritual; el desarrollo físico; la superación académica, personal y… profesional o vocacional; y progreso cívico y social” (véase “El cumplir nuestro deber a Dios”, Liahona, enero de 2002, pág. 44).
Élder G. Homer Durham, de los Setenta:
“El 2 de enero de 1891, un inmigrante noruego de 19 años se sentó en su casa de la ciudad de Logan, en el Condado Cache, Territorio de Utah, y escribió en papel rayado lo siguiente:
“ ‘Me he dado cuenta de que soy tan débil como los demás mortales, tal vez más que la mayoría; y comprendo que sólo es feliz el que tiene un corazón puro, la conciencia tranquila, ama a Dios y obedece sus mandamientos. También pienso que la felicidad en la vejez consiste en mirar hacia atrás y no hallar pecados graves, pero sí en haber tenido el valor de satisfacer los deseos más nobles del alma humana. Y como sé que mi vida no ha sido hasta ahora como me hubiera gustado que fuese, me fijo estas normas de conducta basándome en las cuales trataré de conducirme y deseo que el Señor Todopoderoso me ayude en esta empresa’.
“A continuación escribió diecisiete resoluciones. Casi ocho meses más tarde, el martes 25 de agosto de 1891, pasó en limpio estas normas de conducta en un diario personal; en ese diario seguiría registrando sus años de lucha como estudiante extranjero del Territorio de Utah en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachussets. Su registro comienza con las diecisiete resoluciones siguientes, que habrían de guiar su vida.
“ ‘Resuelvo:
“ ‘Primero: Que la religión, la ciencia de las ciencias, será la primera preocupación de mi vida.
“ ‘Segundo: Que diariamente oraré a Dios.
“ ‘Tercero: Que todos los días meditaré acerca de Dios y de Sus atributos, y trataré de ser como Él.
“ ‘Cuarto: Que aceptaré y recibiré luz, sabiduría y conocimiento, no importa dónde o cuándo se me ofrezca.
“ ‘Quinto: Que nunca me avergonzaré de confesar mi religión, creencias y principios, una vez que me convenza de su veracidad.
“ ‘Sexto: Que no perderé el tiempo, sino que trataré de usarlo con sabiduría.
“ ‘Séptimo: Qué seré moderado en el comer y [abstemio] en el beber.
“ ‘Octavo: Qué nunca haré nada que no haría si ésta fuera la última hora de mi vida.
“ ‘Noveno: Que leeré a diario la palabra de Dios para poder conocer Su voluntad y ser reconfortado, fortalecido y animado.
“ ‘Décimo: Que cuando hable no diré nada más que la pura y simple verdad.
“ ‘Decimoprimero: Que siempre haré lo que [crea] que es mi deber y lo que sea para el beneficio de mis semejantes.
“ ‘Decimosegundo: Que viviré plenamente mientras esté en este mundo, para no ser un muerto viviente.
“ ‘Decimotercero: Que nunca trataré de imponer mi opinión a otras personas con mis palabras ni hechos, sino que simplemente diré lo que pienso.
“ ‘Decimocuarto: Que procuraré superar el hábito del mal genio, el hablar a gritos, los gestos impacientes o cualquier cosa que pueda ofender a mis semejantes y herirme a mí mismo.
“ ‘Decimoquinto: Que nunca olvidaré el deber que tengo para con mi madre, pues ella me ha dado la vida, le debo lo que soy y lo que seré más adelante.
Ella ha pasado gran parte de [su] vida beneficiándome y le debo respeto, honor y todo el afecto que me sea posible dar. Que siempre recordaré mi responsabilidad de cuidar a mi hermano…, y la que tengo para con mis amigos y familiares.
“ ‘Decimosexto: Que completaré todos los trabajos que empiece; que consideraré cuidadosamente el propósito y los resultados de cualquier tarea antes de empezar a hacerla.
“ ‘Decimoséptimo: Que siempre recordaré que los hombres y mujeres a quienes encuentro en mi camino son en realidad mis hermanos, y que primero sacaré la viga de mi ojo antes de tratar de sacar la paja del ojo de mi hermano’.
“¡Estaría muy bien si todos los jóvenes de la actualidad evaluaran su vida de esta misma forma!…
“El joven que escribió estas resoluciones… se llamaba John Andreas Widtsoe…
“…En marzo de 1921 fue llamado al apostolado por el presidente Heber J. Grant, y continuó sirviendo en calidad de apóstol el resto de su larga y provechosa vida.” (“La fe, un conocimiento superior”, Liahona, febrero de 1980, págs. 29–32).
La buena administración de nuestro tiempo nos permite tener control sobre nuestra vida para prestar así un servicio más eficaz.
“Y mirad que se hagan todas estas cosas con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten. Y además, conviene que sea diligente, para que así gane el galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden” (Mosíah 4:27).
“Cesad de ser ociosos; cesad de ser impuros; cesad de criticaros el uno al otro; cesad de dormir más de lo necesario; acostaos temprano para que no os fatiguéis; levantaos temprano para que vuestros cuerpos y vuestras mentes sean vigorizados” (D. y C. 88:124 [Dominio de las Escrituras, D. y C. 88:123–124]).
Presidente Thomas S. Monson, de la Primera Presidencia:
“Nuestra casa debe ser una casa de orden… Apartemos tiempo para nuestra familia, para el trabajo, para el estudio, para el servicio, para el esparcimiento, para uno mismo; pero por encima de todo, apartemos tiempo para Cristo.
“Entonces nuestra casa será una casa de orden” (“La edificación de tu hogar eterno”, Liahona, octubre de 1999, pág. 6).
Presidente Gordon B. Hinckley:
“Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad cuatripartita. Primero, la responsabilidad para con nuestra familia. Segundo, la responsabilidad para con nuestro empleador. Tercero, la responsabilidad para con la obra del Señor. Cuarto, la responsabilidad para con nosotros mismos.
“Primero, es fundamental que no desatiendan a su familia. Nada de lo que tienen es más valioso. Sus respectivas esposas y sus hijos merecen la atención del marido y padre. Al fin de cuentas, es esa relación familiar lo que llevaremos con nosotros a la vida venidera. Parafrasearé las palabras del pasaje de las Escrituras: ‘Porque ¿qué aprovechará al hombre, si sirviere fielmente en la Iglesia y perdiere a su propia familia?’ (véase Marcos 8:36).
“Junto con su esposa e hijos, determinen cuánto tiempo pasarán con ellos y cuándo. Y entonces, cumplan lo prometido. Procuren no permitir que nada lo obstaculice. Considérenlo sagrado. Considérenlo obligatorio. Considérenlo un merecido tiempo de gozo.
“Sea para ustedes sagrada la noche del lunes para la noche de hogar. Pasen una velada solos con su esposa. Proyecten unas vacaciones con toda la familia.
“Segundo, para con su negocio o su empleador. Tienen una obligación. Sean honrados con su empleador. No realicen trabajo de la Iglesia en el tiempo remunerado por él. Sean leales a él. Él les paga sus servicios y espera que ustedes produzcan resultados. Ustedes necesitan el empleo para mantener a su familia y sin él no pueden trabajar con eficacia en la Iglesia.
“Tercero, para con el Señor y Su obra. Distribuyan su tiempo para atender sus responsabilidades de la Iglesia. Tengan presente que cada oficial tiene muchos ayudantes, como se nos ha recordado hoy. El presidente de estaca tiene dos capaces consejeros. La presidencia cuenta con un sumo consejo de hombres dedicados y competentes, y con los secretarios que necesiten. Todo obispo tiene consejeros que están a su lado para ayudarle a levantar de sus hombros las cargas de su oficio, y cuenta con el consejo de barrio y con otras personas a las que puede y debe delegar responsabilidades. Tiene a los miembros de su barrio, y cuanto más les delegue tanto más ligera será su carga y tanto más se fortalecerá la fe de ellos.
“Todo presidente de quórum del sacerdocio tiene consejeros, así como a los miembros del quórum. Del mismo modo, la Sociedad de Socorro. Ningún obispo puede esperar ocupar el lugar de la presidenta de la Sociedad de Socorro para atender las necesidades de los miembros de su barrio.
“Cuarto, todo líder de la Iglesia tiene una obligación para consigo mismo: debe tener el descanso y el ejercicio necesarios. Necesita un poco de recreación. Debe tener tiempo para estudiar. Todo oficial de la Iglesia debe leer las Escrituras y precisa tiempo para meditar y reflexionar. Donde sea posible, debe ir con su esposa al templo cuando las circunstancias se lo permitan” (“Regocijémonos en el privilegio de servir”, Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, junio de 2003, págs. 23–24).
Élder Neal A. Maxwell, en ese entonces Ayudante de los Doce: “Agradezco a Jesús el que no se haya preocupado por seguir los dictados de la moda y no sólo por tolerar la falta de agradecimiento sino por decir la verdad, sabiendo de antemano que se iba a malinterpretar y a distorsionar lo que dijera. Le agradezco Su maravillosa administración del tiempo, por no malgastar ni un solo momento, incluso los momentos de meditación. En cada segundo [de Su vida] demostró Su mayordomía” (en Conference Report, abril de 1976, pág. 41; o Ensign, mayo de 1976, pág. 27).
Élder John Longden, Ayudante de los Doce: “El estar siempre ‘ocupado’ no es en realidad evidencia de saber aprovechar el tiempo. Debe haber tiempo para dedicar al desarrollo mental y espiritual, así como también al reposo; debe haber tiempo para adorar al Señor y tiempo para expresarle gratitud por nuestra capacidad de trabajar, de pensar, de orar, de leer, de servir, de soñar, de reír, de planear, de aprender” (en Conference Report, abril de 1966, pág. 38; citado en Mujeres Jóvenes: Manual 1, pág. 206).
Presidente Spencer W. Kimball, doceavo Presidente de la Iglesia: “Jesús… nos enseñó cuán importante es saber utilizar bien el tiempo. Esto no significa que no debe haber nunca tiempo para la recreación, ya que debe haber también un periodo para contemplar y para renovarse, pero jamás se debe perder el tiempo… Una administración sabia del tiempo es en realidad una administración sabia de nosotros mismos” (The Teachings of Spencer W. Kimball, ed. por Edward L. Kimball, 1982, pág. 482).
APLICACIÓN Y EJEMPLOS
Sugerencias para el planeamiento del día:
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Dedica un tiempo de tranquilidad todas las mañanas para planificar con oración.
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Concéntrate en lo que debes hacer ese día.
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Haz una lista con las cosas que debes hacer.
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Anota las cosas por su orden de importancia.
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Utiliza sabiamente tu tiempo para llevar a cabo las cosas más importantes.
RESUMEN ANALÍTICO
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¿Cuáles son las 10 cosas más importantes para ti?
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¿Por qué son importantes las buenas metas para alcanzar la vida eterna?
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¿Cómo puedes administrar mejor tu tiempo?
-
¿Cuáles son algunas de las cosas menos importantes que consumen demasiado de tu tiempo?
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¿Por qué es un asunto de importancia eterna el usar con prudencia el tiempo?