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CAPÍTULO 7: EL RECONOCER Y CULTIVAR LOS TALENTOS Y LAS APTITUDES


CAPÍTULO 7

EL RECONOCER Y CULTIVAR LOS TALENTOS Y LAS APTITUDES

INTRODUCCIÓN

El Señor nos alienta a desarrollar y cultivar nuestros talentos y aptitudes, lo cual muchas veces requiere paciencia, disciplina propia y empeño diligente. A medida que progresamos, nos damos cuenta más plenamente de nuestro potencial y somos cada vez más capaces de ayudar a los demás.

PRINCIPIOS PARA COMPRENDER

  • Debido al desarrollo que adquirimos en la vida preterrenal, cada uno de nosotros vino a la tierra con una combinación única de talentos y aptitudes.

  • Cuando confiamos en el Espíritu, el Señor nos ayuda a reconocer y a cultivar nuestros talentos y aptitudes.

  • El Señor nos ayudará a vencer nuestras dudas y temores a medida que busquemos Su ayuda para cultivar nuestros talentos y aptitudes.

  • El desarrollo de nuestros talentos y aptitudes requiere un esfuerzo individual.

CITAS Y PASAJES CORROBORATIVOS

Debido al desarrollo que adquirimos en la vida preterrenal, cada uno de nosotros vino a la tierra con una combinación única de talentos y aptitudes.

“Y ésta es la manera conforme a la cual fueron ordenados, habiendo sido llamados y preparados desde la fundación del mundo de acuerdo con la presciencia de Dios, por causa de su fe excepcional y buenas obras, habiéndoseles concedido primeramente escoger el bien o el mal; por lo que, habiendo escogido el bien y ejercido una fe sumamente grande, son llamados con un santo llamamiento, sí, con ese santo llamamiento que, con una redención preparatoria y de conformidad con ella, se dispuso para tales seres” (Alma 13:3).

“Observé que también ellos se hallaban entre los nobles y grandes que fueron escogidos en el principio para ser gobernantes en la Iglesia de Dios.

“Aun antes de nacer, ellos, con muchos otros, recibieron sus primeras lecciones en el mundo de los espíritus, y fueron preparados para venir en el debido tiempo del Señor a obrar en su viña en bien de la salvación de las almas de los hombres” (D. y C. 138:55–56).

Élder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Los espíritus de todos los hombres, cuando se encontraban en la Presencia Eterna, desarrollaron aptitudes, talentos, capacidades y habilidades de todo tipo, clase y nivel. Durante ese largo lapso de tiempo de la vida, se formó una variedad infinita de talentos y aptitudes. Con el correr del tiempo, no hubo dos espíritus iguales. Mozart se convirtió en músico; Einstein centró su interés en las matemáticas; Miguel Ángel se concentró en la pintura… Abraham y Moisés y todos los demás profetas buscaron y obtuvieron el talento de la espiritualidad…

“…Cuando pasamos de la preexistencia a la vida terrenal, traemos con nosotros las características y los talentos que desarrollamos allí. En verdad, olvidamos lo que ha sucedido antes porque estamos aquí para ser probados, pero la capacidad y las aptitudes que adquirimos en ese lugar permanecen con nosotros. Mozart sigue siendo músico; Einstein retiene su aptitud para las matemáticas; Miguel Ángel su talento artístico; Abraham, Moisés, y los profetas sus aptitudes y talentos espirituales… Y todos los demás hombres, con sus variados e infinitos talentos y personalidades, retoman el curso de su progreso dónde lo dejaron cuando partieron de los reinos celestiales” (The Mortal Messiah, 4 tomos, 1979–1981, Tomo I, págs. 23, 25).

Élder Bruce R. McConkie, en ese entonces de los Setenta: “En esa vida anterior, en esa existencia preterrenal, en esa preexistencia, desarrollamos varias capacidades y talentos. Unos los cultivaron en un campo, mientras que otros lo hicieron en otro diferente. El más importante de todos los campos fue el campo de la espiritualidad: la aptitud, el talento y la capacidad de reconocer la verdad” (Making Our Calling and Election Sure, Brigham Young University Speeches of the Year, 25 de marzo de 1969, págs. 5–6).

Élder Joseph Fielding Smith, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles: “Durante los siglos en que vivimos en nuestro estado preterrenal, no sólo desarrollamos nuestros diversos atributos y demostramos nuestra dignidad y capacidad, o la ausencia de las mismas, sino que también estábamos en un lugar donde tal progreso podía observarse… Bajo tales condiciones era natural que nuestro Padre discerniera y escogiera a los más dignos y evaluara los talentos de cada persona” (The Way to Perfection, 1970, págs. 50–51; véase también Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia: Manual de consulta del maestro, pág. 273).

Élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles: “En el mundo preterrenal se nos enseñó en cuanto al plan redentor de nuestro Padre y allí disfrutamos del albedrío moral. En base a ese albedrío, los hombres y las mujeres desarrollaron con el tiempo aspiraciones, talentos y aptitudes diversos, y ninguno de esos espíritus permaneció igual” (véase “Escuchen la palabra del Señor”, charla fogonera del Sistema Educativo de la Iglesia para jóvenes adultos, 2 de mayo de 1999 pág. 2).

Cuando confiamos en el Espíritu, el Señor nos ayuda a reconocer y a cultivar nuestros talentos y aptitudes.

“Porque no a todos se da cada uno de los dones; pues hay muchos dones, y a todo hombre le es dado un don por el Espíritu de Dios.

“A algunos les es dado uno y a otros otro, para que así todos se beneficien” (D. y C. 46:11–12).

“Y además os exhorto, hermanos míos, a que no neguéis los dones de Dios, porque son muchos, y vienen del mismo Dios. Y hay diversas maneras de administrar estos dones, pero es el mismo Dios que obra todas las cosas en todo; y se dan a los hombres por las manifestaciones del Espíritu de Dios para beneficiarlos” (Moroni 10:8).

Élder Marvin J. Ashton, del Quórum de los Doce Apóstoles:

“En mi opinión, una de las grandes tragedias de la vida ocurre cuando una persona se cataloga a sí misma como carente de talento y dones. Cuando nos sentimos disgustados o desanimados y caemos en una total depresión debido a que nos vemos tan insignificantes, no sólo nosotros nos llenamos de tristeza, sino también Dios. Al determinar que no tenemos dones, a juzgar por nuestra estatura, inteligencia, calificaciones en los estudios, posesiones materiales, poder, posición social o apariencia exterior, no sólo somos injustos, sino también irrazonables…

“Dios nos ha dado a todos uno o más talentos… Está en cada uno de nosotros el descubrir y desarrollar los dones que Dios nos ha dado. Debemos tener presente que todos fuimos creados a la imagen de Dios, que no hay nadie insignificante y que todos somos importantes para Él y para nuestro prójimo…

“…Quisiera mencionar al azar algunos dones, a modo de ejemplo, los cuales no siempre son evidentes, pero sí son muy importantes…

“El don de preguntar, el don de escuchar, el don de oír y de emplear una voz suave y apacible, el don de poder llorar, el don de evitar la contención, el don de congeniar, el don de evitar repeticiones vanas, el don de obrar con rectitud, el don de no condenar, el don de buscar la guía de Dios, el don de ser un discípulo, el don de interesarse en los demás, el don de saber meditar, el don de orar, el don de testificar con poder y el don de recibir el Espíritu Santo.

“Debemos recordar que a todos los seres humanos se nos da un don por el Espíritu de Dios. Tenemos el derecho y la responsabilidad de aceptar nuestros dones y de compartirlos” (véase “Hay muchos dones”, Liahona, enero de 1988, pág. 19).

Presidente James E. Faust, de la Primera Presidencia: “Debemos reconocer que nuestros dones y capacidades naturales son limitados, mas cuando son incrementados por la inspiración y la guía del Espíritu Santo, nuestro potencial se multiplica. Precisan ayuda de un poder más allá del propio para hacer algo extraordinariamente útil. Ustedes, jovencitos, pueden tener oportunidades y recibir bendiciones mucho más grandes de lo que jamás soñaron o esperaron. Puede que el futuro no les depare fama ni fortuna, pero puede brindarles algo más duradero y satisfactorio. Recuerden que lo que hacemos en la vida tiene eco en la eternidad” (“No puede sucederme a mí”, Liahona, julio de 2002, pág. 52).

Élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Pon al Salvador, Sus enseñanzas y Su Iglesia en el centro de tu vida; haz que todas tus decisiones se ajusten a esa norma.

“Este principio te ayudará durante los períodos de pruebas y de progreso. El progreso ocurre en ciclos que se cimientan entre sí, cada uno edificándose sobre el anterior, y aumentan nuestra capacidad y comprensión. No siempre son fáciles, pero sí son beneficiosos. Al andar en la senda de la rectitud, aumentará tu fortaleza, comprensión y propia estimación; descubrirás que tenías mucho más talento del que pensabas, así como también nuevas habilidades. Toda tu vida puede cambiar por tu felicidad y por los propósitos del Señor” (“Cómo tomar la decisión correcta”, Liahona, julio de 1991, pág. 36).

El Señor nos ayudará a vencer nuestras dudas y temores a medida que busquemos Su ayuda para cultivar nuestros talentos y aptitudes.

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10).

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia” (Proverbios 3:5 [Dominio de las Escrituras, Proverbios 3:5–6]).

Élder Richard G. Scott:

“En muchos sentidos el mundo es como una jungla llena de peligros que pueden dañarte o mutilarte el cuerpo, esclavizarte o destruirte la mente, o diezmar tu moral. Se proyectó que la vida fuera un desafío, pero no para que fracases, sino para que triunfes por medio de vencer obstáculos. De todos lados te enfrentas a decisiones difíciles pero vitales. Hay una serie de tentaciones, influencias destructivas y peligros disfrazados que ninguna otra generación ha afrontado. Estoy seguro de que hoy en día nadie, no obstante lo dotado, fuerte o inteligente que sea, podrá evitar serios problemas si no busca la ayuda del Señor.

“Repito: No te enfrentes solo al mundo. Confía en el Señor” (Véase “Joven, confía en el Señor”, Liahona, julio de 1989, pág. 45).

Presidente Gordon B. Hinckley, decimoquinto Presidente de la Iglesia:

“Una vez, hace ya mucho tiempo, tuve la edad de ustedes… Me preocupaban los estudios y lo que llegaría a ser. Era la época de la terrible depresión económica. Me preocupaba cómo me ganaría la vida…

“Y ahora aquí están ustedes, en el umbral de sus vidas maduras. Ustedes también se preocupan por los estudios; por el matrimonio, por muchas cosas. Les hago la promesa de que Dios no los abandonará si caminan por Sus senderos con la guía de Sus mandamientos.

“Esta es la era de las grandes oportunidades. Son tan afortunados de estar vivos. Nunca en la historia de la humanidad ha estado la vida llena de tantos desafíos y oportunidades” (“El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, Liahona, abril de 2001, pág. 30).

Élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Pidan al Padre Celestial que los bendiga con fe y valentía, y él los ayudará a soportar cualquier desafío que afronten. Él los ayudará a vencer la soledad, los sentimientos de desesperación y desesperanza, y los contratiempos de naturaleza personal, emocional e incluso espiritual; o les fortalecerá cuando sencillamente se encuentren abrumados por todo aquello que les demanda tiempo y atención. Él les dará la capacidad para prestar servicio fielmente en toda asignación que reciban de sus líderes locales de la Iglesia. Su fe y el conocimiento que tienen de la restauración del Evangelio les dará la fortaleza para ser fieles y verídicos a los convenios que han hecho con el Señor y para compartir su fortaleza y sus talentos de buen grado con el fin de edificar el Reino de Dios, ¡aquí sobre la tierra! Hermanos y hermanas, su testimonio de Jesucristo es el ancla más importante que puedan tener para mantenerse firmes e inconmovibles en los principios de la rectitud, a pesar de los desafíos y las tentaciones que puedan tener en el futuro” (Anchor to the Soul, charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, llevada a cabo el 6 de septiembre de 1992, pág. 4; véase “Steadfast in Christ”, Ensign, diciembre de 1993, págs. 51–52).

El desarrollo de nuestros talentos y aptitudes requiere un esfuerzo individual.

“De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia;

“porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa” (D. y C. 58:27–28 [Dominio de las Escrituras, D. y C. 58:26–27]).

El profeta José Smith: “En la parábola de los talentos, el Señor llamó a sus siervos y les entregó varios talentos para que los utilizaran mientras él se ausentaba de ellos por un tiempo, y al volver los llamó para pedirles cuentas. Así es ahora, nuestro Maestro se ha ausentado por un corto tiempo, y cuando vuelva exigirá cuentas de cada uno; y donde se entregaron cinco talentos, se exigirán diez; y el que no los haya mejorado será echado fuera como siervo inútil, mientras que los fieles gozarán de honores eternos” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 75).

Presidente James E. Faust: “Quizás algunos piensen que, viviendo ‘al borde’, descubrirán sus fuerzas y habilidades. Tal vez piensen también que esa es la manera de encontrar su identidad y hombría. Sin embargo, la identidad no se puede encontrar buscando emociones, tales como el exponer su vida o su alma intencional e innecesariamente a cualquier peligro, físico o moral. Siempre habrá suficientes riesgos que se presenten de manera natural sin que ustedes los tengan que buscar. Su fortaleza e identidad la obtendrán al honrar el sacerdocio, desarrollar sus habilidades y servir al Señor. Cada uno tendrá que trabajar arduamente a fin de hacerse acreedor de lograr su potencial eterno; no será fácil. El encontrar la verdadera identidad será una tarea mucho más fatigosa que escalar una montaña peligrosa o ir a alta velocidad en un auto o en una motocicleta; les exigirá toda su fortaleza, entereza, inteligencia y valor” (“Actuar por nosotros mismos, sin ser obligados”, Liahona, enero de 1996, pág. 51).

APLICACIÓN Y EJEMPLOS

Lee la parábola de los talentos que se encuentra en Mateo 25:14–30. Explica lo que sucedió con cada uno de los siervos y por qué.

  • ¿Qué puede suceder con los talentos si no los cultivamos continuamente ni los compartimos?

Yia ha tenido una semana difícil. En los estudios no le va muy bien y su familia no está contenta de que él se haya unido a la Iglesia hace ya algunos meses. Sus compañeros de trabajo lo evitan desde que es miembro de la Iglesia porque ha dejado de hacer con ellos las cosas que comprometen sus normas. Ha pensado cambiar de trabajo, pero cree que no está calificado para hacerlo y teme por su futuro.

  • ¿Cómo podrías ayudarlo y alentarlo a esforzarse por lograr su potencial?

RESUMEN ANALÍTICO

  • ¿De qué modo fortalece tu confianza el desarrollo de tus talentos y aptitudes?

  • ¿Cómo puedes utilizar tus talentos en tu ocupación actual?

  • ¿Qué aptitud o destreza te gustaría cultivar que en el momento no posees?

  • ¿Cómo podría tu bendición patriarcal ayudarte a descubrir tus talentos?

NOTAS E IMPRESIONES:

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