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CAPÍTULO 5: LA FE EN JESUCRISTO NOS BRINDA PODER PARA PROVEER PARA NOSOTROS MISMOS Y PARA LOS DEMÁS


CAPÍTULO 5

LA FE EN JESUCRISTO NOS BRINDA PODER PARA PROVEER PARA NOSOTROS MISMOS Y PARA LOS DEMÁS

INTRODUCCIÓN

La fe en el Señor Jesucristo es el primer principio del Evangelio (véase Artículos de Fe 1:4). Al confiar en el Señor y buscar Su ayuda, tanto en las cosas espirituales como materiales, recibimos Su ayuda y Sus bendiciones.

Además de tener fe en Jesucristo, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr nuestros deseos justos. En ocasiones, eso requiere vivir fielmente por largo tiempo y un gran empeño de nuestra parte. Moroni enseñó que “no [recibimos] ningún testimonio sino hasta después de la prueba de [nuestra] fe” (Éter 12:6). Cuando nos esforzamos, oramos y perseveramos con fe en Jesucristo, con el fin de mejorar nuestras condiciones, el Señor nos ayudará.

PRINCIPIOS PARA COMPRENDER

  • La fe en el Señor Jesucristo nos da poder para progresar espiritualmente y atender los asuntos temporales.

  • El Señor prometió que Él ayudará a proveer lo necesario.

  • El Señor no nos mandará en todas las cosas. Debemos estar anhelosamente consagrados en hacer mucho bien.

  • Cuando fielmente acudamos al Señor, Él nos ayudará a comprender el modo de mejorar nuestra vida y de ayudar a los demás.

CITAS Y PASAJES CORROBORATIVOS

La fe en el Señor Jesucristo nos da poder para progresar espiritualmente y atender los asuntos temporales.

“Y a causa de vuestra diligencia, y vuestra fe y vuestra paciencia al nutrir la palabra… he aquí que con el tiempo recogeréis su fruto, el cual es sumamente precioso” (Alma 32:42).

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.

“Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”(Proverbios 3:5–6 [Dominio de las Escrituras]).

Élder Henry D. Taylor, Ayudante de los Doce: “Mis amados hermanos, el Señor cumple Sus promesas. Verdaderamente abre las ventanas de los cielos y derrama bendiciones sobre los que le son fieles y obedecen sus mandamientos, pero lo hará a Su propia manera. Esas bendiciones pueden venir en forma económica o material o pueden cumplirse en forma espiritual, trayéndonos fuerza, paz y consuelo. Sus bendiciones pueden recibirse de una manera extraña e inesperada que quizás no reconozcamos de inmediato al recibirlas; pero las promesas del Señor se cumplirán” (véase “…y derramaré sobre vosotros bendición”, Liahona, diciembre de 1974, pág. 44).

Élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Se requiere gran fe y valentía para orar a nuestro Padre Celestial, ‘no sea como yo quiero, sino como tú’. La fe para creer en el Señor y perseverar hasta el fin produce gran fortaleza. Algunos dicen que si tenemos suficiente fe a veces podemos cambiar las circunstancias que provocan nuestros problemas y tribulaciones. ¿Debemos emplear nuestra fe para cambiar las circunstancias o para soportarlas? Las oraciones fervientes pueden ofrecerse para cambiar o atenuar los acontecimientos en nuestra vida, pero no debemos olvidar que, al finalizar cada una de nuestras oraciones, debemos hacerlo con el entendimiento de ‘hágase tu voluntad’ (Mateo 26:42). La fe en el Señor incluye la confianza en Él. La fe para perseverar se basa en aceptar la voluntad del Señor y las lecciones que aprendemos de cada uno de los acontecimientos de nuestra vida” (véase “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren”, Liahona, julio de 1998, págs. 83–84).

Presidente Thomas S. Monson, de la Primera Presidencia: “Si hubiere alguien que se sienta demasiado débil para cambiar los altibajos de su vida, o si hay alguien que no se decida a mejorar debido al más grande de los temores, el temor al fracaso, no existe una seguridad más reconfortante que estas palabras del Señor: ‘Basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos’ [Éter 12:27]” (“Tu jornada eterna”, Liahona, julio de 2000, págs. 58–59).

Presidente Spencer W. Kimball, en ese entonces Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles: “Se requiere fe ciega para que los jóvenes empiecen una familia inmediatamente, aun ante incertidumbres financieras. Se requiere fe para que las jóvenes tengan su familia en lugar de aceptar un empleo, en especial si el joven marido tiene que terminar los estudios. Se requiere fe para observar el día de reposo cuando, en lugar de ello, se podría ganar dinero extra trabajando los domingos, cuando se podrían sacar utilidades, cuando se podría vender mercadería. Se requiere gran fe para pagar el diezmo cuando hay poco dinero y muchas cuentas por pagar. Se requiere fe para ayunar y tener oraciones familiares y observar la Palabra de Sabiduría. Se requiere fe para llevar a cabo la orientación familiar, la obra misional de estaca y otros tipos de servicio cuando éste requiere un sacrificio. Se requiere fe para cumplir misiones regulares. Pero sepan esto: todo esto representa la siembra, y la cosecha es una familia fiel y devota, la seguridad espiritual, la paz y la vida eterna” (véase La fe precede al milagro, pág. 11).

Élder Howard W. Hunter, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles: “Tenemos que estudiar los fundamentos sencillos de las verdades que ha enseñado el Maestro y eliminar lo polémico. Nuestra fe en Dios debe ser real y no especulativa. El Evangelio restaurado de Jesucristo puede ser una influencia dinámica e impulsora… Una de las grandes virtudes de la religión mormona es que su creencia se traduce en pensamiento y conducta diarios” (en Conference Report, octubre de 1970, págs. 131–132; también en Las enseñanzas de Howard W. Hunter, pág. 182).

El Señor prometió que Él ayudará a proveer lo necesario.

“…yo, el Señor, he decretado abastecer a mis santos…

“Porque la tierra está llena, y hay suficiente y de sobra” (D. y C. 104:16–17).

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7).

Presidente Brigham Young, segundo Presidente de la Iglesia: “Mi fe no me hace pensar que el Señor nos proveerá lechones asados, pan untado con mantequilla, etc.; Él nos dará la capacidad para cultivar granos, obtener los frutos de la tierra, construir viviendas, conseguir unas pocas maderas para construir cajas y, cuando llegue el momento de la cosecha, nos concederá los granos; pero somos nosotros quienes debemos preservarlos, almacenando el trigo hasta contar con una provisión de uno, dos, cinco o siete años y que el pueblo tenga suficiente para el sostén de vida para sí mismo y para todo aquel que venga aquí en procura de protección” (Discourses of Brigham Young, sel. Juan A. Widtsoe, 1941, págs. 291–292; Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, págs. 238–240).

Élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Testifico que dentro de tu propia esfera de actividad y de responsabilidades el Señor te proporcionará… ayuda. Si lo necesitas y lo mereces, disfrutarás de inspiración divina para saber qué hacer, y, si es necesario, de la potestad y la capacidad para lograrlo. Por medio de la disciplina personal y aplicada, José Smith aprendió a perfeccionar su capacidad de seguir la guía del Señor; él no dejó que sus propios deseos, su conveniencia ni las persuasiones de los hombres impidieran ese cumplimiento al progresar y ser adiestrado por el Señor para llevar a cabo las tareas que se le encomendaron. Sigamos su ejemplo” (“¡Él vive!”, Liahona, enero de 2000, pág. 107).

El Señor no nos mandará en todas las cosas. Debemos estar anhelosamente consagrados en hacer mucho bien.

“Porque he aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas; porque el que es compelido en todo es un siervo perezoso y no sabio; por tanto, no recibe galardón alguno.

“De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia;

“porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa” (D. y C. 58:26–28 [Dominio de las Escrituras, D. y C. 58:26–27]).

Élder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce Apóstoles:

“De manera que nos encontramos ante dos proposiciones. Una es que debemos ser guiados mediante el espíritu de inspiración, el espíritu de revelación. La otra es que nos encontramos aquí [sobre la tierra] con la instrucción de utilizar nuestro albedrío y determinar por nosotros mismos lo que debemos hacer. Entonces necesitamos establecer un equilibrio entre estas dos…

“…Implícito en el hecho de pedir con fe se encuentra el requisito de que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr la meta que deseamos. Utilizamos el albedrío con el que hemos sido investidos; utilizamos toda facultad, habilidad y aptitud que poseemos para conseguir el resultado deseado…

“…Se espera que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance y que después busquemos la respuesta del Señor, el sello ratificador de que hemos llegado a la conclusión correcta” (véase “Libre albedrío o inspiración”, Liahona, mayo de 1978, págs. 19–34).

Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Cada uno de los Presidentes de la Iglesia, teniendo al Espíritu Santo como su constante compañero, hereda una enorme tarea cuando llega a una edad en la que la mayoría de los hombres se jubila. El presidente Hinckley [marca una pauta] sin precedentes… Su agotador programa obedece a su determinación de estar ‘anhelosamente consagrado’ a la edificación del Reino de Dios. Con frecuencia le he oído decir: ‘No me imagino cómo llevar algo a buen término sin antes arrodillarme y suplicar ayuda, y entonces levantarme y ponerme manos a la obra’. Nuestro profeta es todo un ejemplo de fe inquebrantable, trabajo intenso y optimismo contagioso” (véase “Capacidad espiritual”, Liahona, enero de 1998, pág. 18).

Élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles: “No debemos ser de doble ánimo en nuestra relación con nuestros cónyuges, nuestros padres o nuestros hijos. ¿Vamos a gozar de nuestros hijos después de que crezcan un poco y no estemos tan ocupados? ¿Y qué haremos con esa amistad que se ha desvanecido a causa de que hemos planificado escribir una carta amable, larga, pero que nunca terminamos y, por lo tanto, no enviamos? ¿Somos fieles al asistir a nuestros templos en forma regular? Consideren los libros que tenemos la intención de leer, los impulsos de bondad sobre los que planeamos actuar y las buenas causas que tenemos el propósito de apoyar. ¿Estamos siempre empacando las maletas con lo que valoramos más en esta vida, pero nunca emprendemos el viaje? ¿Seguimos dejando todo para mañana? Determinemos comenzar a vivir hoy no mañana, sino hoy en esta hora, mientras todavía tenemos tiempo” (véase “Un tiempo de preparación”, Liahona, julio de 1998, pág. 16).

Presidente James E. Faust, de la Primera Presidencia: “El creer requiere acción. Si se preparan para afrontar esta vida, recibirán un galardón que va más allá de sus sueños y de sus expectativas; pero para lograrlo, deben trabajar mucho, ahorrar, ser prudentes y estar alerta. Deben alejarse de todo lo que sea gratificación mundana; ser fieles en el pago de sus diezmos; guardar la palabra de Sabiduría; y permanecer libres de toda clase de adicción. Deben ser castos y moralmente limpios en todos los aspectos; aceptar los llamamientos que reciban y ser fieles a ellos; lograrán más por medio del trabajo arduo y constante que por ser extremadamente inteligentes” (Véase “Pionero del futuro: ‘No temas, cree solamente’ ”, Liahona, enero de 1998, pág. 50).

Cuando fielmente acudamos al Señor, Él nos ayudará a comprender el modo de mejorar nuestra vida y de ayudar a los demás.

“y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad… porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos” (Éter 12:27 [Dominio de las Escrituras]).

“De manera que, sé fiel… socorre a los débiles, levanta las manos caídas y fortalece las rodillas debilitadas” (D. y C. 81:5).

Presidente Gordon B. Hinckley, decimoquinto Presidente de la Iglesia:

“Con buena preparación para conseguir empleo… [los] jóvenes y [las] jóvenes podrán salir de la pobreza que tanto ellos como sus antecesores han conocido. Proveerán mejor para su familia. Prestarán servicio en la Iglesia y progresarán en responsabilidades de liderazgo… Como miembros fieles de la Iglesia, pagarán su diezmo y ofrendas, y la Iglesia será mucho más firme gracias a la presencia de ellos en las regiones donde viven…

“…Y grandes son las probabilidades de que permanezcan fieles y activos [en la Iglesia] a lo largo de su vida” (“El Fondo Perpetuo para la Educación”, Liahona, julio de 2001, pág. 62).

Élder Marvin J. Ashton, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Debemos saber cómo, qué, dónde y por qué cambiar. El Evangelio de Jesucristo puede ayudarnos a establecer metas de corto, medio y largo plazo al enseñarnos quiénes somos, de dónde vinimos y hacia dónde vamos. Con ese conocimiento, una persona puede contar con mayor fortaleza para mejorar” (véase “No temamos a los cambios”, Liahona, enero de 1980, pág. 94).

Presidente Gordon B. Hinckley:

“Es nuestra solemne obligación, es nuestra inevitable responsabilidad, mis hermanos, ‘socorre[r] a los débiles, levanta[r] las rodillas debilitadas’ (Doctrina y Convenios 81:5). Debemos ayudarles a ser autosuficientes y a salir adelante con éxito.

“Creo que el Señor no desea ver a los de Su pueblo condenados a vivir en la pobreza. Creo que Él desea que los fieles disfruten de las cosas buenas de la tierra. Él desea que hagamos esas cosas para ayudarles. Y Él nos bendecirá si lo hacemos. Por el éxito de esta empresa ruego humildemente, al mismo tiempo que pido su interés, su fe y sus oraciones y su preocupación en beneficio de ella” (“El Fondo Perpetuo para la Educación”, Liahona, julio de 2001, pág. 67).

Élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles: “El amor es lo que debe motivar a los pastores de Israel. Al principio podrá parecer difícil porque tal vez ni siquiera conozcamos bien al Señor, pero si comenzamos con siquiera un granito de fe en Él, el servicio que prestemos a las ovejas aumentará nuestro amor por ellas y por el Señor. Proviene de las cosas sencillas que todo pastor debe hacer. Oramos por las ovejas, por cada una de quien somos responsables. Cuando preguntamos: ‘¿Podrías decirme quién me necesita?’, se recibirán respuestas. Acudirá a nuestra mente una cara o un nombre; tal vez tengamos un encuentro fortuito con alguien, cuando sabemos que no lo es. En esos momentos, sentiremos el amor del Salvador por ellos y por nosotros. Conforme cuiden a las ovejas de Él, el amor que sientan por Él aumentará, y eso incrementará su propia confianza y valor” (véase “Velad conmigo”, Liahona, julio de 2001, pág. 47).

Presidente Harold B. Lee, onceavo Presidente de la Iglesia: “No les será posible elevar a ninguna otra alma sino hasta no encontrarse en un terreno más elevado que ella. Si quieren rescatar a alguien, deben asegurarse de dar el ejemplo de lo que desean que esa persona llegue a ser. No se puede encender el fuego en otra alma a menos que esté ardiendo en la propia… ¿Quién de nosotros, cualquiera que sea la posición en que nos hayamos encontrado, no ha tenido necesidad de fortalecimiento?” (en Conference Report, abril de 1973, págs. 178–179; o Ensign, julio de 1973, pág. 123).

APLICACIÓN Y EJEMPLOS

La familia de Fernando ha vivido en la misma ciudad por muchos años. Por muchas generaciones, la vida ha cambiado para ellos relativamente muy poco. Cuando Fernando cumplió 17 años, conoció el Evangelio y se unió a la Iglesia. Fernando desea saber qué debe hacer para prepararse mejor para el futuro.

  • ¿Qué consejo le darías a Fernando?

  • ¿Qué función cumple la fe en nuestra preparación para el futuro?

  • ¿De qué modo el estudio diario de las Escrituras, el salir a una misión y una buena instrucción académica pueden ayudar a Fernando a progresar tanto espiritual como temporalmente?

María ha estado siempre activa en la Iglesia. Ella tiene un firme testimonio del Evangelio y siente que sus oraciones han sido contestadas muchas veces. Ella tiene gran confianza y fe en el Señor. Durante los dos últimos años ha estado orando acerca de qué trabajo debe buscar; y mientras tanto sigue acumulando deudas esperando la respuesta.

  • ¿Por qué sería bendecida María si aplicara la admonición del Salvador que dice: “no conviene que yo mande en todas las cosas” (D. y C. 58:26) y “los hombres deben estar anhelosamente consagrados” (vers. 27)?

  • ¿Qué consejo le darías a María?

RESUMEN ANALÍTICO

  • ¿Por qué el conocimiento del servicio que el Salvador brindó a los demás influye en tu fe en que Él también te ayudará a ti?

  • ¿Sobre qué necesidades específicas debes solicitar ayuda en tus oraciones?

  • ¿Cómo puedes saber cuando el Señor te brinda inspiración para ayudar a los demás?

NOTAS E IMPRESIONES:

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