2021
¿Y si no puedo decir “Yo sé”?
Julio de 2021


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

¿Y si no puedo decir “Yo sé”?

Sea cual sea la fuerza de tu testimonio, hay un lugar para ti en la Iglesia.

joven en el bosque mirando hacia adelante

Mi testimonio consta de dos partes: las cosas que sé que son verdaderas y las que creo que son verdaderas.

Saber y creer: Utilizo estas dos palabras cuando comparto mi testimonio.

Estas palabras son importantes para mí, no solo porque este lenguaje con variaciones es un reflejo exacto de mi fe, sino porque me recuerda que no necesito tener un conocimiento cabal de cada doctrina o una respuesta perfecta a cada pregunta sobre la historia de la Iglesia para poder profesar mi creencia en el evangelio restaurado de Jesucristo.

Hay un lugar en la Iglesia para todas las personas, independientemente de la fuerza de sus testimonios. Sin embargo, algunos de nosotros en la Iglesia tenemos la tendencia a comparar nuestros testimonios con los de los demás, especialmente si estamos luchando con preguntas o dudas en aspectos donde otras personas parecen testificar con certeza. A veces, cuando oigo a los miembros de la Iglesia proclamar desde el púlpito lo que saben que es verdad, me hace reflexionar sobre mi propio testimonio, y sobre los testimonios en general.

“¿Y si no puedo decir ‘Yo sé’?”

“¿Y si tengo preguntas, e incluso dudas, sobre algunos aspectos del Evangelio?”

“¿Hay sitio para mí en la Iglesia?”

Una historia del Nuevo Testamento me aporta una seguridad muy grande de que las bendiciones del Evangelio están al alcance de todos los que ponen su fe en Jesucristo. Un hombre llevó a su hijo afligido a Jesús, pidiendo: “… si tú puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!”.

Jesús respondió: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”.

El hombre dio entonces una curiosa respuesta, que indicaba que su fe convivía con cierto grado de incredulidad: “Y de inmediato el padre del muchacho clamó, diciendo: Creo; ayuda mi incredulidad”.

Entonces Jesús sanó al muchacho. (Véase Marcos 9:14–27).

Jesús no exigió al hombre un conocimiento perfecto antes de realizar un milagro. Tampoco insistió en que tuviera una fe inquebrantable. El hombre que pedía el toque sanador del Salvador sobre su hijo expresaba su fe y, cuando esta faltaba, su deseo de creer.

Y eso fue suficiente para Jesús.

Esta lección se aplica a los que buscamos hoy el poder sanador de Cristo en nuestras vidas. Como nos han recordado los profetas y apóstoles modernos, el deseo de creer es suficiente como punto de partida 1 . Por supuesto, aspiramos a fortalecer nuestros testimonios; buscamos tener una creencia firme que crezca hasta convertirse en un conocimiento perfecto (véase Alma 32:21–22, 26–34). Pero hasta que llegue ese momento, la esperanza de que las promesas del evangelio de Jesucristo son verdaderas y el deseo de creer que el Evangelio ha sido restaurado en la tierra a través de los profetas modernos son suficientes para que sigamos avanzando con fe.

Entonces, ¿qué puedes hacer si no sientes que puedes decir “lo sé”? Puedes estar seguro de que hay sitio para ti en la Iglesia de Jesucristo. Puedes expresar con confianza tu testimonio compartiendo lo que crees que es verdad —e incluso lo que esperas que sea verdad— a la vez que participas de las bendiciones del Evangelio. Y cada uno de nosotros puede clamar a Dios regularmente en oración, diciendo: “Ayuda mi incredulidad”, y ver cómo Su amor entra en nuestras vidas y Sus milagros se despliegan.

Nota

  1. Véase Jeffrey R. Holland, “Creo”, Liahona, mayo de 2013, págs. 93–95.