Un análisis sobre el estudio de las escrituras
El élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles, comparte pensamientos e ideas sobre la importancia del estudio individual de las Escrituras en el progreso espiritual de la persona.
¿Cómo le ha beneficiado personalmente el estudio de las Escrituras?
Élder Eyring: A lo largo de mi vida, las Escrituras han sido una de las formas por las que Dios me ha revelado cosas que han sido de carácter personal y de gran ayuda. Cuando era niño, recibí una pequeña Biblia. Si mal no recuerdo, sólo era el Nuevo Testamento y, por alguna razón, me llamaba la atención 1 Corintios 13, que habla del amor. No sé cómo, pero aun en mi niñez, sabía que, para mí, ese capítulo se refería a la familia que yo tendría algún día. Años después, antes de que me casara, recibí mi bendición patriarcal, y en esa bendición, el patriarca describió los sentimientos que habría en ese futuro hogar mío. Describió exactamente lo que yo sentí años antes al leer 1 Corintios 13.
Las Escrituras han sido una de las formas en las que Dios se ha comunicado conmigo, incluso cuando era niño, acerca de mis necesidades, de mi situación y mi vida. Aún lo son. Debido a que nuestras necesidades cambian durante la vida, Dios tiene diversas cosas que decirnos en distintas etapas.
A veces me dirijo a las Escrituras en busca de doctrina. Otras veces voy a ellas para recibir instrucción. Acudo con una pregunta en mente, que por lo general es: “¿Qué es lo que quiere Dios que haga?” o, “¿qué es lo que quiere que sienta?”. Invariablemente encuentro nuevas ideas, pensamientos que no he tenido antes, y recibo inspiración e instrucción y respuestas a mis interrogantes.
¿Por qué debemos leer el Libro de Mormón con regularidad?
Élder Eyring: El Libro de Mormón es otro testamento de Jesucristo y aprendemos de Él en sus páginas. Sabemos que tiene gran poder. Tiene el poder de cambiar vidas. Tiene poder para convertir a las personas al Evangelio y, si lo leemos con un corazón deseoso de aprender, sabremos que es la palabra de Dios y que es verdadero.
Además, por medio del Libro de Mormón, el Señor puede enseñarnos cómo convivir y servir a la gente. Otras Escrituras ni se aproximan a la forma en que este libro revela la voluntad del Señor concerniente a la vida familiar, y creo que eso se debe en gran parte a su interesante estructura. Se basa en la familia, en las relaciones entre las personas. Empieza hablando de familias y acaba de la misma forma, y llegamos a querer a esas familias.
Otra razón por la que debemos estudiarlo regularmente, por lo menos, para mí, es que puedo tomar el Libro de Mormón, abrirlo en cualquier página, leerlo y el Espíritu Santo me testifica personalmente que es la palabra de Dios. Sé que el Señor es el que habla. Sé que el Libro de Mormón es lo que dice ser.
¿Qué es lo que ha hecho para lograr que su estudio personal de las Escrituras sea significativo?
Élder Eyring: Cuando pasé a formar parte del Quórum de los Doce Apóstoles, el élder Richard G. Scott me sugirió que comprara un juego de Escrituras no muy caras y marcara en ellas los conceptos y las revelaciones que recibiera en mi nuevo llamamiento. Así lo hice y aun hice más de lo que me aconsejó.
Le pregunté a mi Padre Celestial qué era lo que quería que hiciera como Apóstol. Anoté lo que percibí eran Sus respuestas. Las escribí a máquina, las codifiqué de colores y las pegué en el interior de la tapa de mis Escrituras. Por ejemplo, la primera fue: “Yo debo ser testigo de que Cristo es el Hijo de Dios”. Luego leí las Escrituras buscando ideas que me enseñaran cómo testificar que Cristo es el Hijo de Dios. Cada vez que me topaba con algo, lo marcaba en azul. En muy poco tiempo, creé mi propia guía temática acerca de lo que pensaba que el Señor quería que yo hiciera. He aprendido mucho a través de ese proceso.
El acudir a las Escrituras para aprender qué hacer es de gran importancia, ya que recibimos así instrucción del Señor. Cuando nos enfrentamos a una crisis en nuestra vida, tal como la pérdida de un hijo o del cónyuge, deberíamos acudir a las Escrituras en busca de ayuda específica, puesto que encontraremos respuestas en las Escrituras. El Señor pareció prever todos nuestros problemas y necesidades, y puso ayuda para nuestro beneficio en las Escrituras; lo único que tenemos que hacer es buscarla.
¿Cómo pueden los Santos de los Últimos Días hacer del estudio de las Escrituras una prioridad?
Élder Eyring: La única forma en la que se puede garantizar que un horario muy ocupado no nos aleje del estudio de las Escrituras es establecer una hora fija para estudiarlas. Me he dado cuenta de que los momentos al principio y al final del día son míos. Por lo general, éstos son los únicos momentos sobre los que tengo control. Así que el modelo que he seguido desde que era niño ha sido el de leer las Escrituras al inicio y al fin del día. Debido a ese modelo, leí el Libro de Mormón muchas veces antes de cumplir los 18 años.
Cuando me encuentro en situaciones en las que me desvío de ese modelo, me es difícil. Una vez que uno se acostumbra al estudio regular de las Escrituras, se echa de menos si no se hace. Es como la comida; se ha de tener. Sé que necesito las Escrituras tanto como necesito comer y así como no omito ninguna comida, no omito el estudio regular de las Escrituras.
¿Cuál es el papel que desempeñan el ayuno y la oración en el estudio de las Escrituras?
Élder Eyring: Debemos comenzar el ayuno pidiendo recibir instrucción; debemos ser humildes y tener el entusiasmo de los niños; esa es la forma en la que se debe ayunar si queremos hacerlo correctamente. Si sólo omitimos los alimentos, no es lo mismo.
De la misma manera, debemos acudir a las Escrituras con humildad y entusiasmo, al igual que lo hacemos cuando ayunamos. Cuando acudo a las Escrituras pidiendo instrucción, me ayuda inmensamente el añadir el ayuno.
Por ejemplo, justo antes de la conferencia general, ayuno para saber de qué quiere el Señor que hable. No puedo preparar un discurso de la conferencia sin antes saber qué es lo que Él desea. El ayunar me ayuda a enfocarme en lo que Él quiere que yo sepa. Ese mismo enfoque lo aplico a las Escrituras según las voy leyendo. El ayuno y la oración van mano a mano con el estudio de las Escrituras, lo que hace más fácil que el Señor nos enseñe.
¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a que sus hijos amen las Escrituras?
Élder Eyring: Todos hemos tenido varias experiencias y éxitos con nuestra familia en el estudio de las Escrituras, y en particular a medida que los niños se convierten en adolescentes. Cuando son aún pequeños, el reunirse y leer las Escrituras juntos es más fácil. A medida que van creciendo, a veces puede resultar más difícil lograrlo. Sé que muchas familias tienen éxito en despertar a toda la familia temprano por la mañana y leer juntos las Escrituras y luego volver a leerlas por la noche. Pero hay muchas formas de hacerlo.
Al menos para mí, y pienso que mis seis hijos estarán de acuerdo, el estudio familiar de las Escrituras da buenos resultados sólo si los hijos saben que sus padres aman las Escrituras y que también los aman a cada uno de ellos. Partiendo de esto, cualquier modelo que tengan funcionará. Si el estudio de las Escrituras es algo forzado, tanto para ellos como para usted, si sus hijos se sienten obligados a hacerlo, o si usted realmente no ama las Escrituras, entonces el estudio de las Escrituras perderá algo de su valor.
Es muy importante que lean las Escrituras juntos de tal manera que les indique a sus hijos que los incluyen porque los aman. Sin embargo, es posible que la lectura de las Escrituras juntos no se haga de forma constante durante los años de la adolescencia. Un adolescente tal vez diga: “Prefiero leerlas solo”. Mis palabras de aliento a estas familias es que vean esa situación como una victoria y no como una derrota. Su hijo quizás esté diciendo: “Saco más provecho de ellas cuando las leo a solas que cuando estamos juntos”. Tomen eso como un indicio maravilloso de que el estudio de las Escrituras está empezando a echar raíces en el corazón de su hijo. El objetivo principal es que aprendamos a amar las Escrituras y nos deleitemos en ellas, estemos solos o acompañados.
Hay que ser realistas. Hagan saber al adolescente que lo quieren. Asegúrense de que ellos sepan que aman las Escrituras; sin embargo, si quieren ir a su cuarto a leerlas, déjenlos. Ellos encontrarán su propia forma de sentir amor por las Escrituras.
Soy bendecido con una esposa que ama de lleno las Escrituras. Si le pregunto: “¿Qué quieres que haga por ti?”, me dice: “Oh, léeme las Escrituras”. Creo que nuestros hijos han percibido que no era un deber para nosotros leer las Escrituras sino un placer.
¿De qué forma puede ayudar seminario a los jóvenes a amar las Escrituras?
Élder Eyring: Serví como Comisionado de Educación de la Iglesia durante varios años, así que he tenido la oportunidad de asegurar que haya tres cosas poderosas que seminario pueda lograr. Primero, une a los jóvenes que comparten los mismos valores. A los jóvenes les gusta estar con otros jóvenes que comparten su fe y que sienten amor por las Escrituras. Segundo, une a los jóvenes con un maestro que tiene un testimonio, y ellos pueden percibir el poder de éste cuando se comparte. Tercero, seminario despierta el interés de los jóvenes en las Escrituras.
Los maestros de seminario han probado todo tipo de métodos: la búsqueda de Escrituras, asignaciones y el dominio de las Escrituras. El éxito varía de estudiante en estudiante, pero cuando seminario da resultado es cuando se encuentra un maestro que tiene un testimonio y que ama a los jóvenes.
¿Por qué es importante para nosotros como maestros en nuestros barrios y ramas enseñar utilizando los materiales de estudio que han sido aprobados?
Élder Eyring: Los materiales de estudio de la Iglesia se basan en las Escrituras; por lo tanto, el maestro que utilice esos materiales estará dirigiendo a los alumnos a las Escrituras. Los mejores maestros que he conocido presentan durante el análisis de clase un pasaje de las Escrituras que tenga que ver con las necesidades o el interés de un alumno que acaba de participar. Esa práctica encierra un poder tremendo. El momento en el que un joven vea a un maestro utilizar las Escrituras para aclarar y ayudar en esta forma tan personal, ése, sin duda, es un gran momento.
He enseñado con un gran profesor en el Colegio Universitario Ricks (ahora Universidad Brigham Young—Idaho). Le miraba y le decía: “¿Cómo sabe dónde se encuentran esos pasajes de las Escrituras?”. Quería ser más como él en el sentido de conocer las Escrituras al dedillo. Yo sólo lo podía hacer con algunos pasajes, pero él lo podía hacer con muchos. Es una gran bendición para el maestro el que el Señor traiga a su memoria la Escritura precisa que ayudará a un alumno.
No olviden que un pasaje corto de las Escrituras puede ser más eficaz que uno largo, ya que puede contestar directamente una pregunta o algo que sea de interés para alguien de la clase. Es impresionante ya que enseña a los alumnos a través del ejemplo y les dice: “Algún día, cuando se enfrenten a un problema, la solución estará en las Escrituras”.
¿Cuál es la función que el Espíritu Santo tiene en el estudio de las Escrituras?
Élder Eyring: El Espíritu Santo nos confirma la Palabra de Dios cuando la leemos. Esa confirmación, si se repite con frecuencia, fortalece nuestra fe; y es por medio de la fe que superamos los obstáculos y resistimos tentaciones.
He enseñado a los diáconos. He sido ayudante del maestro Scout. Me di cuenta de que si los muchachos se empezaban a impacientar, les leía, sólo por un momento, uno o dos pasajes de las Escrituras. Reina un espíritu de paz en la clase cuando se lee la palabra de Dios. Las palabras mismas de las Escrituras traen el Espíritu Santo y se siente el cambio. Así que le diría a un maestro, si tiene problemillas con la disciplina de la clase, busque la forma de leer un pasaje de las Escrituras o pida a uno de los alumnos que lo haga. Eso tiene un efecto tranquilizador porque invita al Espíritu.
¿Qué podemos esperar a medida que estudiamos sistemáticamente las Escrituras?
Élder Eyring: A su debido tiempo, si empiezan a deleitarse en las Escrituras, se darán cuenta de que forman una parte de ustedes. Recuerdo que era así con élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles; estaba más familiarizado con las Escrituras que cualquier otra persona que conozco. Algunas veces, le escuchaba y me decía: “¿Estará él citando las Escrituras, o serán sus propias palabras?”.
Pasa lo mismo con el presidente Gordon B. Hinckley. Su forma de hablar de todos los días es como la prosa de las Escrituras, e incluso en momentos placenteros o de reposo, esa prosa es parte de él. Creo que tiene un gran don literario, gracias en parte a su conocimiento de las Escrituras. Justamente estuve con él el otro día cuando muy tranquilamente introdujo un pasaje de las Escrituras en la conversación que encajaba perfectamente. Obviamente, conoce bien las Escrituras, pues forman parte de él.
Todos nosotros podemos soñar con que algún día la palabra de Dios forme parte tan integral de nosotros que seamos de servicio para el Señor y podamos aprender a pensar como Él, y que, por medio de ello, vengamos a Él.
Esta entrevista la llevó a cabo LaRene Porter Gaunt, Revistas de la Iglesia.