La decisión sobre las drogas
¿Debo decírselo a alguien? se preguntaba Alvin.
“Haz tú lo justo por más que te cueste” (Himnos, nro. 154).
Sonó la campana en el patio de la escuela; el recreo había terminado. Alvin guardó su pelota de baloncesto y se dirigió a la clase.
“Por favor, siéntense y saquen sus libros de matemáticas”, dijo la Sra. Hall, su maestra.
Alvin se acomodó en su asiento y buscó en su mochila. Entonces, escuchó que llamaron a la puerta de la clase. La Sra. Hall abrió y comenzó a hablar con otro maestro.
Unas mesas más adelante, Blake y Jared comenzaron a susurrar
“¡Oye!, ¡mira lo que encontré”.
“¡Vaya!”.
“¿Quieres probarlo después de la escuela”.
¿Qué está pasando?, se preguntaba Alvin.
Apenas podía ver de reojo a Blake y a Jared. Parecía que uno de ellos estaba sacando una pequeña bolsita de plástico de su bolsillo.
Un momento; ¿¡eran drogas!?
El corazón de Alvin comenzó a latir más rápido. Sus padres ya habían hablado con él y con sus hermanos sobre las drogas; sabía que iban en contra de la Palabra de Sabiduría y que podían dañarnos el cuerpo y la mente. También sabía que era peligroso tomar medicamentos que no fuesen tuyos.
¿Qué debo hacer?, se preguntaba Alvin. Miró a su alrededor. ¡Esas drogas podrían hacer daño a alguien! Ninguno de los otros niños parecía prestar atención. ¿Debería decírselo a alguien? ¿O simplemente fingir que no lo había visto?
A Alvin le costó concentrarse durante la clase de matemáticas, y tampoco pudo concentrarse durante el tiempo de lectura. A la hora del almuerzo, sentía como si tuviera una piedra en el estómago.
“¿Estás bien?”, le preguntó su amigo Mitch.
Alvin se encogió de hombros.
“¿Qué pasa? Dinos”, dijo su amiga Hazel.
Así que Alvin les contó lo que había visto. “Creo que tengo que decírselo a la Sra. Hall”.
“Pero ¿y si descubren que fuiste tú?”, dijo Mitch. “Se pueden enojar mucho contigo”,
afirmó Alvin. Pero la sensación de malestar que tenía en el estómago no desaparecía. Finalmente tomó una decisión: iba a contárselo a su maestra.
“Iré contigo”, dijo Hazel.
Alvin y Hazel encontraron a la Sra. Hall en el aula.
“¿Sra. Hall?”, dijo Alvin. “¿Podemos hablar con usted en privado?”
“Por supuesto”, dijo la Sra. Hall. “¿En qué puedo servirles”.
“Bueno…”, dijo Alvin. La Sra. Hall sonrió con amabilidad, y eso le dio valor a él. “Hoy vi a Blake y a Jared con drogas en la clase. Pensé que debía decírselo”.
“Hiciste lo correcto”, dijo la Sra. Hall. “Siempre puedes venir a hablar conmigo cuando veas un problema. Yo me ocuparé de ello”.
Alvin dejó escapar un gran suspiro. La pesada carga había desaparecido.
Esa tarde, el asistente del director fue a su clase y llamó a Blake y a Jared para que salieran al pasillo.
Blake y Jared no volvieron a clase por tres días,
y cuando finalmente volvieron, Alvin estaba nervioso por verlos de nuevo.
¿Y si descubren que fui yo quien le dijo a la maestra?, pensó. ¿Y si están muy enfadados conmigo?
Pero se sentaron y bromearon entre ellos, como de costumbre.
“¿Dónde han estado?”, les preguntó otro compañero.
“Pues… bueno… nos descubrieron con algo malo en la escuela”, dijo Blake. “Así que nos mandaron a casa”.
Todos siguieron hablando y, finalmente, Alvin se relajó. Se alegró de haber hablado con la maestra sobre las drogas para ayudar a mantener la seguridad de los demás. Quería tomar buenas decisiones para mantener su cuerpo seguro y saludable.
Ilustración por Mark Robison.