“Perdonar como Nefi”, El Amigo, enero de 2024, págs. 4–5.
Perdonar como Nefi
Aisea no quería quedarse enojado con Josh para siempre.
Esta historia ocurrió en EE. UU.
Aisea corrió y pateó la pelota a su compañero de equipo, Timothy. Observó cómo Timothy echaba el pie hacia atrás y metía la pelota en la portería.
“¡Gol!”, exclamó Timothy cuando la pelota golpeó la red.
Aisea celebró. ¡Habían ganado el partido!
Al salir del campo, ¡se sentía muy bien! Pero entonces uno de los niños del otro equipo, Josh, le dijo algo feo.
Aisea se sintió sorprendido y herido; no sabía qué decir. Miró hacia el suelo y caminó lentamente hacia sus compañeros de equipo.
“¡Lo logramos!”, dijo Timothy. “Gran pase, Aisea”.
Pero Aisea no se sentía bien. ¡No después de lo que Josh le había dicho! Se sentía triste y enojado.
El resto del día, Aisea sintió como si un gran peso lo estuviera aplastando. Ya no le agradaba Josh.
Esa noche, Aisea se sentó con su familia durante el tiempo de las Escrituras. Trató de escuchar a su hermana leer, pero no podía dejar de pensar en lo que había dicho Josh.
Aisea miró las páginas de su Libro de Mormón. Se detuvo en un pasaje de las Escrituras en 1 Nefi. Era acerca de una época en la que los hermanos de Nefi no eran amables con él.
“Y aconteció que les perdoné sinceramente”, decía el pasaje de las Escrituras*.
¿Perdonó Nefi a sus hermanos?, pensó Aisea. ¿Aun después de ser tan crueles?
Aisea pensó en Josh. No quería aferrarse a sus malos sentimientos hacia Josh para siempre. ¡Solo tenía 10 años!
Aisea quería ser como Nefi. Podía perdonar a Josh, tal como Nefi había perdonado a sus hermanos. Y si Josh volvía a decir algo malo, simplemente le pediría que no lo hiciera.
Sintió calidez y paz por dentro. Era como si el Espíritu Santo le estuviera diciendo: “Estás haciendo lo correcto”.
“Aisea, ¿qué has aprendido de estos versículos de las Escrituras?”, preguntó su mamá.
Aisea levantó la mirada. “Lo siento, estaba leyendo otro pasaje de las Escrituras”, dijo. Le contó a su familia lo que había sucedido en el partido de fútbol.
La mamá y el papá le dieron un abrazo a Aisea. “Siento mucho que Josh haya sido malo contigo”, dijo el papá. “Lo que él dijo no era verdad. Pero está bien sentirse lastimado por ello”.
Aisea sonrió. “Gracias. Por un tiempo me enojé mucho, pero ahora que he leído las Escrituras, no quiero enojarme con él. Quiero perdonarlo. ¡Y ya me siento mejor!”.
“¡Eso es maravilloso!”, la mamá sonrió también. “Perdonar no siempre es fácil, pero tienes razón. Vale la pena”.
Aisea miró sus Escrituras. ¡Lo habían ayudado! El peso de antes había desaparecido. En su lugar, sentía el corazón cálido y lleno de paz.