“La impresión de las papas fritas”, El Amigo, enero de 2024, págs. 14–15.
La impresión de las papas fritas
Maya tuvo un fuerte sentimiento de revisar los ingredientes.
Esta historia ocurrió en EE. UU.
Maya cortó las fresas y las agregó al recipiente de ensalada de frutas. La fruta era su comida favorita. Le encantaban todos los colores brillantes. ¡Y nunca tenía que preocuparse por comerlas!
Maya tenía muchas alergias alimentarias. Tenía que tener cuidado porque comer la comida equivocada podía hacer que se pusiera muy enferma. Cuando era pequeña, bebió leche de vaca por accidente y tuvo problemas para respirar. Tuvo que ir al hospital. No quería que eso sucediera otra vez.
A veces era difícil tener que comer cosas diferentes a las de sus amigos y familiares, pero sabía que era importante mantenerse a salvo.
Maya llevó la ensalada de frutas al mostrador. “La ensalada está lista”.
El papá levantó la vista de la olla que estaba removiendo. “¡Estupendo! Nuestros invitados estarán aquí pronto”.
Maya escuchó que tocaron la puerta y corrió para abrirla. La familia Johnson y los misioneros le sonreían desde la entrada. Los Johnson eran amigos de la familia. Maya estaba feliz de verlos de nuevo. Abrió la puerta de par en par para que todos entraran.
Mientras esperaban la cena, uno de los misioneros le mostró a Maya un truco de magia. ¡No entendía cómo le sacaba la moneda de la oreja!
Por fin llegó el momento de ir a comer. El hermano Johnson hizo una oración. Entonces todos hicieron una fila para llenar sus platos.
Cuando llegó el turno de Maya, recibió una gran cucharada de ensalada de frutas. Se saltó algunos alimentos que sabía que llevaban leche.
Luego tomó una bolsa grande de papas fritas y se echó algunas en el plato. Parecían la misma clase de papas fritas que había comido antes. Se metió una en la boca.
Pero al empezar a masticar, tuvo un fuerte sentimiento. Revisa los ingredientes, dijo una voz en su mente.
Maya dejó de masticar. Miró la lista de ingredientes de la bolsa. ¡Las papas fritas tenían leche!
Maya tomó una servilleta y escupió las papas tan rápido como pudo. Se le llenaron los ojos de lágrimas. No había tragado nada pero, ¿le pasaría algo malo?
“¡Mamá!, ¡papá!”. Maya corrió hacia sus padres. “¡Me he metido en la boca una papa frita que lleva leche!”.
“Está bien”, dijo la mamá. “Vamos a buscar la medicina”. Maya se tragó la pastilla que le dio su mamá y respiró hondo. El papá abrazó a Maya mientras esperaban a que la medicina hiciera efecto.
Después de unos minutos, la mamá preguntó: “¿Cómo te sientes?”.
Maya todavía seguía asustada, pero no notaba nada raro en su cuerpo. “Creo que estoy bien, pero ¿me podrías dar una bendición?”.
“Claro”, dijo su padre, “pidamos a los misioneros que ayuden”.
Maya se sentó en una silla y el papá y los misioneros le pusieron las manos sobre la cabeza. La bendijeron para que estuviera a salvo. Maya se sintió tranquila. Todos sus malos sentimientos habían desaparecido.
“¿Cómo supiste que tenías que revisar los ingredientes de la bolsa?”, preguntó su mamá.
“¡Sentí una advertencia del Espíritu Santo!”.
Su papá le dio un fuerte abrazo. “Me alegro mucho de que hayas escuchado”.
Maya asintió. Sabía que el Padre Celestial la amaba y se preocupaba por ella.