El Amigo
Las Escrituras de Sami
Enero de 2024


“Las Escrituras de Sami”, El Amigo, enero de 2024, págs. 10–11.

Las Escrituras de Sami

Sami también quería leer.

Esta historia sucedió en Bolivia.

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Papi aplaudió al final de la noche de hogar. “Tengo una idea para una meta familiar”, dijo. “Leamos juntos el Libro de Mormón todos los días”.

Los hermanos mayores de Sami, Andrés y Juan, asintieron con grandes sonrisas ante la idea.

“¡De acuerdo!”, dijo Andrés.

Sami también estaba entusiasmado, pero luego recordó algo. Levantó la mano y dijo: “Yo no sé leer. ¿Cómo puedo ayudar?”.

Juan se encogió de hombros. “Puedes simplemente escuchar”.

Los hermanos de Sami ya sabían leer, pero Sami tenía solo cinco años y aún no había aprendido a leer.

“¡Pero yo también quiero ayudar!”, dijo Sami con el ceño fruncido.

Mamá le dio a Sami un abrazo. “Y lo harás”, dijo ella. “Siempre hay una manera de hacer lo que Dios nos ha mandado”.

A la noche siguiente, la familia de Sami se reunió para leer el Libro de Mormón. Todos trajeron sus propias Escrituras, excepto Sami. La mamá le dio un libro ilustrado de relatos del Libro de Mormón.

“Todavía no puedes leer palabras, pero puedes leer las imágenes”, dijo con una sonrisa.

Sami abrazó el libro. ¡Ahora también podía leer con su familia!

Se turnaron para leer. Sami miró las imágenes que mostraban la historia. Cuando llegó su turno, les dijo a los demás lo que veía en las imágenes. Contó todos los detalles que pudo.

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A medida que pasaban los días, Sami deseaba leer más y más. La mamá le enseñó qué sonido hacía cada letra. Luego, ella le mostró cómo pronunciar las palabras. Meses después, Sami ya no necesitaba tanto el libro de láminas. En vez de ello, leía la última palabra de cada versículo que su familia estaba leyendo. Mamá leía la palabra primero y Sami la repetía.

Al principio, leían lentamente. Llegar al final de cada capítulo tomaba mucho tiempo. Andrés y Juan se quejaban cuando llegaba el turno de Sami, pero siguieron leyendo como familia.

Poco a poco, Sami fue leyendo más. Leía una palabra de un versículo, luego dos palabras y luego tres. ¡Entonces comenzó a leer un versículo entero!

Cerca del final de su meta, Sami pudo leer algunos versículos sin ayuda. Su lectura había mejorado mucho. Su amor por el Libro de Mormón también había crecido.

Finalmente, la familia de Sami terminó el Libro de Mormón. ¡Habían tardado dos años! Ahora Sami tenía siete años y había aprendido a leer muy bien.

“¡Felicidades!”, dijo Papi. “¡Lo logramos!”.

Sami celebró con su familia. ¡Él les había ayudado a terminar el Libro de Mormón!

Juan le dio un fuerte abrazo a Sami. “¿Cuál será tu meta para los próximos dos años?”.

Sami sonrió. Se puso de pie y dijo: “¡Volveré a leer el Libro de Mormón!”.

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PDF del relato

Ilustraciones por Melissa Manwill Kashiwagi

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