Más tiempo con Max

Por Ashlyn B., 12 años, Washington, EE. UU.

Una vez fui a acampar a la playa con mi familia, unos amigos y mi perro, Max. Nadamos y jugamos todo el día y vimos fuegos artificiales cuando oscureció. Todos lo pasamos muy bien.

Cuando terminaron los fuegos artificiales, busqué a Max, ¡pero no estaba! Me asusté y grité que Max había desaparecido. Con lágrimas corriéndome por el rostro, todos lo buscamos en el bosque. Sentí una voz suave que me decía que orara, así que lo hice, pero todo mi cuerpo se sentía débil y tenía miedo por Max.

No lo encontramos, así que regresamos a nuestra tienda. Seguí orando en la mente, pero empecé a perder la esperanza y lloré hasta quedarme dormida.

Unas horas más tarde, mis padres me despertaron. ¡Max estaba sentado a mi lado! Mis padres habían oído el sonido del collar de Max afuera de nuestra tienda. Lo abracé con fuerza y di gracias a Dios en silencio por contestar mis oraciones.

Tres años después, Max se lastimó la espalda y sentía mucho dolor. No había ninguna forma de sanarlo, así que tuvimos que despedirnos. El Padre Celestial me consoló y me dio paz. El Espíritu Santo me recordó que casi habíamos perdido a Max tres años antes, pero Dios nos ayudó a encontrarlo. Le agradezco que nos diera más tiempo para querer a Max.

Sé que Dios contesta las oraciones y brinda consuelo en las pruebas. La Expiación de Jesucristo es para todos. Estoy muy agradecida por lo que Jesucristo y el Padre Celestial han hecho por mi familia y por mí.