“La gallina y los polluelos”, El Amigo, marzo de 2024, págs. 4–5.
La gallina y los polluelos
“Jesucristo habló de esto en las Escrituras”, dijo el papá.
Esta historia ocurrió en EE. UU.
Cinco suaves polluelos amarillos miraban fijamente a Clara. ¡Pío, pío, pío!
Cada primavera, la familia de Clara compraba polluelos para cuidar de ellos. Hoy podía ayudar a su papá a llevarlos a casa para que viviesen con sus otras gallinas.
El camino por el que circulaban estaba lleno de baches, pero Clara sostenía firmemente en su regazo la caja con los polluelos. Acarició suavemente a uno de ellos con la punta del dedo. ¡Era muy suave!
Cuando Clara y su papá llegaron a casa, se dirigieron al gallinero que había en la parte de atrás. El gallinero era un pequeño cobertizo donde vivían y hacían sus nidos todas las gallinas.
“¿Con qué gallina ponemos a los polluelos?”, preguntó el papá.
Clara miró a su alrededor. Una gallina estaba moviendo paja para hacer un montículo. La paja serviría para formar un nido acogedor para los nuevos polluelos. Tal vez sería una buena mamá gallina.
“Esta”, dijo Clara, señalando a la gallina.
El papá sacó con cuidado un polluelo de la caja y lo puso junto a la gallina, que miró al polluelo y levantó el ala y, de repente, ¡el polluelo desapareció!
“¿Adónde se fue? ¿El polluelo está bien?”, preguntó Clara.
El papá asintió. “Mira”.
El polluelo asomó la cabeza por debajo de las plumas de la gallina.
“¿Por qué hizo eso la gallina?”, preguntó Clara.
“Para proteger al polluelo”, dijo el papá. “Lo mantendrá a salvo y abrigado debajo de sus alas”.
Clara ayudó a su papá a poner a los otros polluelos con su nueva mamá gallina, que levantó sus alas para juntarlos a todos.
“Jesucristo habló de esto en las Escrituras”, dijo el papá.
“¿De veras?”, preguntó Clara. “¿Qué dijo?”.
“Te lo mostraré”.
Clara y su papá entraron a la casa, el papá sacó las Escrituras y empezó a leer:
“Cuántas veces os juntaré como la gallina junta sus polluelos bajo las alas, si os arrepentís y volvéis a mí con íntegro propósito de corazón”.
Clara pensó en cada uno de los polluelos que estaban debajo de las plumas de la gallina. “¿Entonces Jesús nos junta como la gallina reúne a los polluelos debajo de sus alas?”, preguntó Clara.
“Así es”, dijo el papá. “Él nos mantiene a salvo, tal como la gallina mantiene a salvo a sus polluelos, pero Él nos protege de mucho más que el frío. Él sabe cuándo estamos dolidos, enfermos o tristes, nos da paz y consuelo y nos cuida”.
A la mañana siguiente, Clara dio de comer a la gallina y a sus nuevos polluelos. Eso la hizo pensar en el pasaje de las Escrituras que leyó su papá y sonrió al pensar en Jesús. Sabía que Él la amaba y cuidaba de ella, igual que la gallina cuidaba de los polluelos.