“De nuevo limpia”, El Amigo, mayo de 2024, págs. 18–19.
De nuevo limpia
¡Ni siquiera pude escoger lo correcto por un día!, pensó Emily.
Esta historia ocurrió en EE. UU.
Emily se metió en el agua con su papá y sonrió. ¡Llevaba semanas esperando ese día! El corazón le latía con fuerza porque nunca se había sumergido en el agua, pero estaba muy emocionada de ser bautizada como Jesucristo.
Cerró los ojos y escuchó a su papá decir la oración bautismal. Luego se tapó la nariz, cerró los ojos y dobló las rodillas mientras su papá la sumergía en el agua.
El papá rápidamente la levantó y el agua se escurrió de encima de ella. Emily tuvo que quitársela de los ojos, pero sonreía. Ahora se sentía diferente; una nueva sensación de felicidad la invadió. ¡Quería sentirla por siempre!
Su papá le dio un fuerte abrazo. Sé cómo mantener este buen sentimiento, pensó Emily. ¡Todo lo que tengo que hacer es escoger lo correcto y ser como Jesucristo! Estaba segura de que podía hacerlo.
Cuando llegaron a casa, Emily corrió desde el auto hasta la puerta principal. Lo mismo hizo su hermano Jonah, de cuatro años. Justo cuando Emily llegó a la puerta y empezó a abrirla, Jonah le agarró la falda y tiró de ella con fuerza.
“¡Suéltame!”, gritó Emily. Le quitó la falda de las manos y luego le bloqueó el paso para que no pudiera entrar primero. ¡Estaba muy enojada!
De repente, se quedó paralizada. Una sensación terrible la invadió. Se hizo a un lado y dejó que Jonah entrara corriendo.
“¡Lo siento!”, le gritó. Acababa de tomar una mala decisión. El Salvador no le habría gritado a Jonah. ¿Cómo podía haber cometido un error ya? La nueva sensación de felicidad había desaparecido.
Lo arruiné, pensó, ¡ni siquiera pude escoger lo correcto por un día!
Al día siguiente era domingo. Mientras Emily se preparaba para ir a la iglesia, pensó en cómo le había gritado a Jonah. Seguía sintiéndose muy mal.
Durante la reunión sacramental, el obispo le pidió a Emily que pasara al frente, ya que iba a ser confirmada. Eso significaba que recibiría el don del Espíritu Santo. Se sentó en una silla y su papá le puso suavemente las manos en la cabeza.
Emily cerró los ojos cuando su papá comenzó. Lo escuchó decir las palabras: “Recibe el Espíritu Santo”.
Emily siguió escuchando.
“Emily, recuerda siempre que, gracias a Jesucristo, puedes arrepentirte cuando tomas una mala decisión”, dijo el papá. “Cada vez que participes de la Santa Cena, puedes pensar en el convenio que hiciste cuando fuiste bautizada. Puedes volver a prometer que lo seguirás”.
Cuando su papá terminó la bendición, Emily se sintió feliz y en paz. Sabía que el Espíritu Santo le estaba diciendo que todo saldría bien. Estaba bien que no fuera perfecta, porque gracias a Jesucristo y Su Expiación, ¡podía arrepentirse y ser perdonada! Lamentaba haberle gritado a Jonah y el Padre Celestial sabía que seguiría intentándolo.
Emily sonrió mientras ella y su papá regresaban a sus asientos. La Santa Cena era la siguiente parte, y Emily la esperaba con ansias.
Ilustraciones por Audrey Day