“Jesucristo: Paz en las tormentas”, Para la Fortaleza de la Juventud, marzo de 2023.
Ven, sígueme
Jesucristo: Paz en las tormentas
Algunos días tal vez te sientas sacudido por las tormentas de la vida, pero Jesucristo tiene el poder de brindarte la paz que no encontrarás en ningún otro lugar.
Recibí una gran sorpresa a la mitad de mi último año de la escuela secundaria. Mis padres habían sido llamados a presidir la Misión Uruguay Montevideo, lo cual significaba que se mudarían al otro extremo del mundo con mis cuatro hermanos menores. Ya estaba estresada por graduarme de la escuela secundaria, pero ahora iba a asistir a la universidad completamente sola, con mi familia en un continente diferente. Estaba aterrada.
La transición de la escuela secundaria a la universidad fue extremadamente difícil para mí. Aunque estaba rodeada de compañeras de cuarto amables y de miles de alumnos, nunca me había sentido más sola. Las presiones de la universidad eran abrumadoras. No sabía lo que quería estudiar y las clases me resultaban difíciles. También estaba pasando por una relación emocionalmente manipuladora, la cual tuvo un gran impacto en mi salud mental. El temor que sentía en cuanto al futuro me abrumaba.
Al poco tiempo, mis sentimientos de depresión, temor y soledad me dificultaron actuar. Incluso las rutinas normales parecían imposibles. Una mañana le pedí al Padre Celestial que me diera la fortaleza para sobrellevar el día. “No puedo seguir haciéndolo sola”, oré. En un excepcional momento de claridad mental y emocional, acudieron a mi mente las palabras: “No tienes que hacerlo”. La paz inundó mi mente y la tormenta en mi mente se calmó.
Los meses (y años) siguientes no fueron fáciles. Mis sentimientos de depresión y soledad no desaparecieron al instante, pero por primera vez comprendí a nivel personal lo que significaba tener un Salvador. Sabía que Él entendía mis desafíos y mi dolor, que era el único que podía ayudarme, y lo hizo.
Pasaron los años, [ahora] soy exmisionera, me gradué de la universidad y estoy felizmente casada. Sé que no habría logrado ninguna de esas metas si no hubiera confiado en el Señor.
¡Calla, enmudece!
Jesús estaba dormido en la barca con Sus apóstoles cuando se desató una gran tormenta. Los apóstoles despertaron a Jesús, diciendo: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” (Marcos 4:38). Justo cuando pensaban que iban a morir en la furiosa tormenta, el Señor se levantó y “reprendió al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! Y cesó el viento y se hizo grande bonanza” (Marcos 4:39).
¿Cuántas veces en tu vida te has preguntado: “¿No tienes cuidado que perezca?”. A veces, cuando pasas por desafíos difíciles, puede ser fácil sentirte solo y abandonado. Tal vez te preguntes por qué el Señor no calma tus tormentas. Tal vez parezca que tu vida nunca alcanzará esa “grande bonanza” que se menciona en el versículo 39.
Sin embargo, una parte importante de este relato es el principio que el Salvador enseñó después, cuando dijo: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40). En aquel momento de temor y desesperación, los apóstoles habían olvidado con quién estaban. El Hijo de Dios, quien había creado la tierra misma, dormía en su barca. ¿Por qué temerían?
Del mismo modo, el Salvador tiene el poder para calmar cualquier tormenta que haya en tu vida. Él puede sanar tu dolor, aliviar tus cargas y proporcionar luz cuando estés en tinieblas. Tu parte en este proceso consiste en ejercer una fe cada vez mayor en Jesucristo.
Hallar la fortaleza del Señor
Vivir con mayor fe puede traer más del poder de Cristo a tu vida. Cuando Razafimalaza, de Madagascar, estaba terminando un año difícil de estudios, su tía murió. Él estaba devastado. Se le hizo casi imposible concentrarse durante la escuela. Se estaba preparando para tomar los exámenes finales del año, así que oró: “Por favor, quita mi tristeza y dame la fortaleza para asistir al examen mañana”. Después de orar, Razafimalaza se sintió fortalecido. “Sentí que había olvidado mi tristeza”, dijo él. “Dios me da la fortaleza para hacer cualquier cosa”.
Es importante recordar que a veces el Señor calma las tormentas de la vida y otras veces, en vez de ello, te calma y te consuela a ti mientras la tormenta continúa. Cuando tienes fe en Él, también confías en Su voluntad y en Su tiempo. Tú crees que Él te ayudará, sin importar cuándo lleguen realmente la paz y la calma.
Confiar en Su tiempo
Una joven llamada Ann conoce bien la sensación de temor. “Tengo que lidiar con una ansiedad grave y un TDAH leve”, dice ella. “A veces esto hace que me sienta incomprendida por los demás y es difícil mantener una perspectiva eterna. Hace poco leí en Génesis acerca de Sarah, que tuvo que esperar décadas antes de tener un hijo. Me di cuenta de que quizás yo también tendría que esperar décadas para sanar. Sé que Cristo no me abandonará cuando sienta que me sobreviene la ansiedad. Él está allí para ayudarme a superarla”.
Decidir confiar en el Señor no significa que tengas que ignorar los inmensos desafíos de tu vida. Sin embargo, sí significa que debes “[centrarte] en la grandeza infinita, [la] bondad y [el] poder absoluto de [tu] Dios, [y] confiar en Él […] con un corazón alegre”1. Cuando estés solo, triste, ansioso o esperando las bendiciones prometidas, recuerda esta pregunta: ¿Estás esperando “una grande bonanza” con un corazón temeroso o con un corazón fiel?