“Llegar a ser un verdadero campeón”, Para la Fortaleza de la Juventud, marzo de 2023.
Llegar a ser un verdadero campeón
Felipe es uno de los mejores del mundo en artes marciales tales como karate, judo y artes marciales mixtas, pero servir en una misión es su mayor prioridad.
Felipe F., de Pará, Brasil, no es el típico joven de dieciocho años. Ha competido en campeonatos profesionales de artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés), judo y karate, y es muy bueno en lo que hace. Ganó el Campeonato internacional Iron Man MMA. Fue campeón estatal de Pará en dos ocasiones, subcampeón brasileño y subcampeón internacional de judo. También fue campeón estatal de Pará en diez ocasiones, campeón brasileño en otras diez, campeón sudamericano y panamericano, y tres veces campeón mundial de karate. ¡Vaya!
Las razones de su éxito
Felipe lleva entrenando desde que tenía siete años, sin embargo, él cree que el mayor motivo de su éxito es Dios. “Siempre oro por la ayuda del Señor”, dice él.
Durante su último campeonato panamericano de karate, Felipe no se sentía muy seguro, pero entonces su padre le dio una bendición del sacerdocio. “Después de eso, mi mente estuvo mejor y eso me ayudó a ganar el campeonato ese día. En los dos últimos combates que gané solo me quedaba un segundo. Todos pensaban que era imposible. Hice un movimiento inesperado que me ayudó a ganar y, para mí, todo fue gracias a la bendición de mi papá”.
Su padre le ha dado muchas bendiciones a lo largo de los años. Felipe sabe que recibir una bendición no siempre significa que vaya a ganar, pero cree que el Señor puede ayudarlo a mantenerse centrado y a mejorar sus talentos. “Me ayuda a tener más confianza”, dice Felipe. “Sé que, independientemente del resultado, la mano del Señor estaba allí”.
El resto de su familia también ha sido un gran apoyo. En un torneo de MMA, Felipe vio a su familia en las gradas. “Todos estaban allí aclamando mi nombre. Me quedé sin palabras”. Y agrega: “Estoy sumamente agradecido por mi padre y mi madre, quienes me mostraron la senda correcta”.
Felipe siente que seguir esa senda le ha ayudado en su deporte. Sus amigos a menudo se reían de él cuando no hacía las cosas que hacían ellos, pero Felipe no se arrepiente. “Al igual que el Evangelio trae bendiciones, ¡los deportes también traen logros! El no ir de fiesta con mis amigos y comer las cosas correctas influye en el resultado”.
Decidir servir en una misión
Ahora que tiene dieciocho años, Felipe tiene muchas oportunidades. Recientemente se lo invitó a entrenar en una prestigiosa academia de MMA y tiene ofertas de directores de equipo de todo el mundo, pero él desea servir en una misión primero.
“Para mí es una decisión fácil”, dice él. “El Señor está en primer lugar. El resto puede esperar porque Él siempre te bendice por ser obediente”.
El hermano mayor de Felipe, Júnior, que recientemente regresó de una misión, fue parte de su motivación. Le dijo a Felipe que no hay nada mejor que servir en una misión y que debía ir aunque la gente tratara de convencerlo de que no lo hiciera.
Y hubo personas que le han dicho a Felipe que se quedara. Muchos familiares suyos no son miembros de la Iglesia. “No entienden que servir en una misión tiene más valor que llegar a ser rico y famoso. Trato de enseñar el Evangelio cuando ocurren esos momentos”, dice Felipe. Uno de esos momentos condujo a una poderosa experiencia misional.
Su primo había fallecido recientemente y el tío de Felipe estaba entristecido por la muerte de su hijo. Felipe le contó a su tío acerca del Plan de Salvación. Después, su tío lo abrazó y se disculpó por decirle que no fuera a la misión. “Me dijo que tenía el don de tocar el corazón de las personas y que debía prestar servicio”, recuerda Felipe. “Fue un momento especial para mí que alguien que no tenía idea de lo que era una misión comprendiera su verdadero propósito”.
Hubo ocasiones en las que Felipe no estaba seguro de servir en una misión. “Leía las Escrituras todos los días y una noche tenía muchas dudas en cuanto a mi decisión. Comencé a pensar: ‘¿Debería quedarme y competir un poco más?’. Pero luego leí en el Libro de Mormón acerca de cuando los nefitas empezaron a ser desagradecidos y orgullosos. Jacob les enseñó que debían poner al Señor en primer lugar [véase Jacob 2:12–21]. En ese momento, no tuve ninguna duda de mi decisión”.
“Hoy sé lo que quiero y sé que regresaré de mi misión y seré bendecido de alguna manera. Podría ser que haga MMA u otra cosa, pero sé que Dios nos da lo que necesitamos”.
El poder de la conversión diaria
Felipe no siempre se sintió tan entusiasmado y seguro en cuanto a una misión o la Iglesia. “Pasé por una época de mi vida en la que no era tan fuerte en el Evangelio y siempre sentía que faltaba algo”, dice él. “¿Conoces a esa persona que simplemente va a la capilla y no hace nada más? Ese era yo”. Después de hablar con su hermano y su obispo acerca de servir en una misión, decidió comenzar a orar y a leer las Escrituras todos los días.
“Creo que lo que me ayudó fue la conversión diaria. Crecí en la Iglesia y por un tiempo no busqué la conversión porque crecí en un hogar con una creencia y pensé que eso era suficiente, pero ahora busco un testimonio todos los días”.
Un campeón por causa del Señor
Felipe sabe que escoger lo correcto no significa que siempre gane ni que las cosas salgan como él quiere. “Recuerdo haber ido a una competencia pensando que estaba preparado y perdí en la primera ronda. En otra ocasión me quedé en casa, lesionado. Recuerdo despertarme temprano, mirando el techo, preguntándome si todo valía la pena. A veces solo quería darme vuelta y volver a dormir, pero me levantaba e iba al entrenamiento. Ser campeón va más allá del momento de ganar. Es alguien que vence todos los días, que vence el fracaso, que supera las pruebas”.
El Salvador es la motivación de Felipe para vencer en todos los aspectos de la vida. “Si deseamos llegar a ser como Él es, debemos hacer lo que Él hace, siempre tratando de mantenernos firmes, fortalecernos y pensar en lo que Él haría. Eso me inspira a ser como Él en mis acciones de cada día. Cuando veo algo que puedo cambiar, oro y pido perdón, y trato siempre de ser mejor. Un verdadero campeón es la persona que cae muchas veces e incluso en medio de la frustración se levanta y sigue adelante”.
“Soy un campeón gracias al Señor”, dice Felipe. “Si no fuera por Él, no tengo idea de dónde estaría, pero estoy seguro de que no tendría todo lo que tengo hoy. Vivir el Evangelio me ha hecho un campeón en la vida y en los deportes”.