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Un plan de misericordia
Agosto de 2024


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Alma 39–42

Un plan de misericordia

El Plan de Salvación del Padre Celestial

El plan del Padre Celestial pone todo en perspectiva, especialmente nuestra necesidad de volvernos a Él y a nuestro Salvador para actuar mejor y ser mejores.

Imagen
plan de salvación

Ilustraciones por Sarah Keele

El Padre Celestial tiene un plan. A este plan a menudo se le llama el Plan de Salvación porque tiene que ver con salvarnos, es decir, superar las cosas que nos impiden regresar al Padre Celestial. A veces también se le llama el plan de felicidad porque su propósito es ayudarnos a llegar a ser más semejantes a nuestro Padre Celestial para que podamos recibir una plenitud de gozo.

Comprender el plan del Padre Celestial puede darnos una perspectiva eterna, la cual puede ayudarnos a arrepentirnos y a tomar mejores decisiones. El Libro de Mormón nos da un buen ejemplo de esa verdad en la historia de Coriantón, el hijo de Alma.

Pero, primero, aquí tienes una reseña básica del plan del Padre Celestial.

El plan del Padre Celestial

Antes de esta vida

Espíritus: Todos somos hijos e hijas procreados como espíritus por padres celestiales. Dios nos conoce y nos ama a cada uno de nosotros.

El plan: El Padre Celestial ha proporcionado un plan para nuestra felicidad y progreso. Este plan se nos presentó a todos nosotros.

Jesucristo: Jesucristo es fundamental en el plan y fue escogido para ser nuestro Salvador desde el principio.

Albedrío: Elegimos aceptar el plan del Padre Celestial.

Creación: Bajo la dirección del Padre Celestial, Jesucristo creó la tierra para que morásemos en ella.

Durante esta vida

Vida terrenal: Nuestros espíritus ahora moran en cuerpos físicos. En esta vida, obtenemos experiencia, aprendemos y crecemos.

Albedrío: Todas las personas nacemos con la luz de Cristo, es decir, con la conciencia, o un sentido básico del bien y del mal. El Padre Celestial también ha dado a todas las personas la capacidad de actuar por sí mismas y de escoger el bien o el mal.

Pecado y muerte: Todos pecamos y todos moriremos.

Jesucristo: Debido a que el Padre Celestial nos ama, envió a Jesucristo, Su Hijo, para redimirnos del pecado y de la muerte. Jesucristo padeció por nuestros pecados, murió y resucitó. Gracias a Él, resucitaremos. Gracias a Él, podemos arrepentirnos y ser perdonados de nuestros pecados.

El Evangelio de Jesucristo: El Padre Celestial revela Su plan a los profetas. Ellos predican el Evangelio de Jesucristo, el cual incluye la fe en Jesucristo, el arrepentimiento, el bautismo, recibir el don del Espíritu Santo y perseverar hasta el fin.

Después de esta vida

Mundo de los espíritus: Después de morir, nuestro espíritu sigue viviendo. El mundo de los espíritus constituye un estado paradisíaco (paz y descanso para los justos) y otro de prisión espiritual.

Albedrío: El Evangelio de Jesucristo se predica en el mundo de los espíritus para que todos tengan la oportunidad de elegir aceptarlo.

Resurrección: Gracias a Jesucristo, todos resucitaremos. El espíritu y el cuerpo se reunirán, y cada persona vivirá para siempre en un cuerpo perfeccionado y resucitado.

Juicio: Todos serán llevados a la presencia de Dios para ser juzgados. Jesucristo será nuestro juez.

Reinos de gloria: Con muy pocas excepciones, todos los hijos de Dios heredaremos un reino de gloria. Estos tres reinos se llaman los Reinos Celestial, Terrestre y Telestial. Si somos fieles, podemos regresar a vivir en la presencia de Dios en el Reino Celestial y recibir una plenitud de gozo.

Entender el plan brinda poder: La historia de Coriantón

El profeta Alma nos dio un ejemplo de cómo un mejor entendimiento del Plan de Salvación nos ayuda a aceptar el camino de Dios hacia la felicidad, el camino del arrepentimiento (véase Alma 39–42).

Coriantón, hijo de Alma, fue llamado a ir con su padre a predicar a los zoramitas, pero Coriantón no siempre se había comportado como debía. No había escuchado del todo bien a su padre. Había desobedecido. Había sido orgulloso y jactancioso. Y había cedido a la tentación y cometido un grave pecado sexual.

Alma habló con franqueza a Coriantón acerca de lo graves que eran sus pecados y de cómo su conducta había dañado sus esfuerzos por hacer que los zoramitas se arrepintieran. Sobre todo, Alma enseñó a su hijo acerca del Plan de Salvación.

Coriantón tenía algunas preguntas que le preocupaban en cuanto al Evangelio. Algunos de sus malentendidos lo habían llevado a justificar sus pecados. Alma dedicó tiempo a responder las preguntas de su hijo explicándole el Plan de Salvación.

Coriantón se preguntaba acerca de:

  • La profecía. ¿Por qué se sabía de la venida de Jesucristo tanto tiempo antes de que ocurriera? Alma dijo que era necesario que el plan se diera a conocer con anticipación y que Dios podía enviar ángeles para declararlo en cualquier momento, antes o después de la venida de Cristo (véase Alma 39:15−19).

  • La resurrección. ¿Cuándo resucitarían las personas? ¿Qué sucede entre la muerte y la resurrección? Alma le explicó que las personas comenzarían a resucitar después de la Resurrección de Jesucristo. Alma también enseñó que, entre la muerte y la resurrección, los espíritus de los justos irían a un estado de paz y descanso, al cual llamó paraíso. Los espíritus de los inicuos irían a un lugar de oscuridad y tormento (véase Alma 40:1–15).

  • El arrepentimiento. ¿Por qué necesitamos arrepentirnos si el espíritu y el cuerpo de todos serán restaurados por medio de la resurrección? Alma le explicó que todas las personas resucitarán y serán juzgadas según sus obras. Si hicieron lo bueno, desearon lo bueno y se arrepintieron de sus pecados, serán restaurados a la felicidad. Si hicieron lo malo y desearon lo malo, no pueden ser restaurados a ese mismo estado de felicidad, porque no lo escogieron en esta vida (véase Alma 41:1–15).

  • La justicia y la misericordia. ¿Por qué es justo que Dios castigue a las personas por sus pecados? Alma explicó que las personas son separadas de la presencia de Dios debido a la muerte física y a sus pecados, y que serían apartadas para siempre si no fuera por Jesucristo. Él ocasionó la resurrección, superando la muerte física y también expió todos nuestros pecados. Sin embargo, Su misericordia expiatoria no puede destruir la justicia, de modo que la misericordia se extiende solo a los que se arrepienten. El arrepentimiento es la condición que Él ha puesto para que podamos recibir la misericordia que está a nuestro alcance gracias a Su sacrificio expiatorio (véase Alma 42:1–28).

¿Y qué pasó con Coriantón?

Fue llamado de nuevo a predicar. Parece que escuchó las palabras de su padre acerca del Plan de Salvación, se arrepintió y procuró llevar una vida recta (véase Alma 63:2).

¿Y nosotros?

Cuando necesitamos arrepentirnos (lo cual —seamos sinceros— es todos los días), podemos pensar en el Plan de Salvación y estudiarlo. Alma lo llamó el “plan de la misericordia” (Alma 42:15). La Expiación de Jesucristo por nuestros pecados nos ofrece esta misericordia, a medida que nos arrepintamos. Así que tal vez podríamos pensar en el plan como el “plan de arrepentimiento”.

Nuestro Padre Celestial quiere que regresemos a Él, que lleguemos a ser más semejantes a Él y que recibamos una plenitud de gozo como la que Él tiene. En eso consiste Su plan. Elegimos aceptar este plan antes de nacer. Podemos cumplir con este plan ahora al tener fe en Jesucristo, arrepentirnos, hacer y guardar convenios.

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