Voces de los jóvenes
Compartir y servir
Hacer el bien en Ghana
Aquí en Ghana, experimentarás buena cultura, buena comida y, lo más importante, buenas amistades con otras personas. Muchos de mis amigos son miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y mi mejor amiga fue bautizada hace solo unos años. A ella le gusta bromear conmigo y decirme: “¿Por qué no me dijiste antes que me uniera a la Iglesia?”. ¡Y tiene razón! Así que ahora estoy haciendo más cosas para traer a las personas a la Iglesia, ayudarlas a que participen en las actividades y a que vean de qué se trata.
En mi clase en la escuela solo hay otros dos miembros de la Iglesia. Lo que nosotros creemos es como un mundo nuevo para algunos de mis compañeros de clase. A menudo nos hacen preguntas sobre el Evangelio, y algunas son difíciles de responder. Si no sabemos la respuesta a una pregunta, la analizamos juntos y buscamos la guía de nuestros líderes de la Iglesia. Una vez que sabemos cómo responder, les decimos a nuestros compañeros lo que sabemos que es verdad. Incluso he invitado a algunos de ellos a venir y ver por sí mismos el modo en que adoramos, y han tenido buenos sentimientos en cuanto a la reunión sacramental.
También he aprendido que cuanto más bien haces, más cerca está el Espíritu Santo de ti. A menudo ayudo a las personas en la calle si llevan muchas cosas. Hace poco vi a una mujer cargando algunos objetos sobre la cabeza. No conocía a la mujer ni sabía nada de ella, pero me acerqué y le pregunté si podía ayudarla. Ella aceptó, así que tomé algunas de las cosas que llevaba.
Cuando llegamos a su casa, me enteré de que es panadera. En ese momento, yo no estaba trabajando y necesitaba una manera de ahorrar algo de dinero extra. Ella no sabía que yo necesitaba trabajo. De repente, me dijo que quería que alguien la ayudara a hornear pan a cambio de una paga y me ofreció horarios específicos que encajaban perfectamente en mi apretada agenda. No creo que fuera una coincidencia, sino una bendición de Dios por ayudar a los demás. Para mí, era el Padre Celestial diciendo: “Hijo mío, ¡veo el bien que has estado haciendo!”.
Testifico que Jesucristo es el centro y el camino. Debemos prestar servicio a Él y a quienes nos rodean.
Joshua M., 17 años, Región Gran Acra, Ghana
Le gusta leer y practicar deportes, especialmente fútbol.
Una bendición de Año Nuevo en Argentina
Invité a una amiga a una fiesta de Año Nuevo en la iglesia. Ella no es miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero tiene una buena impresión de esta. Cuando llegó, estaba ebria. Comenzó a tener un ataque de pánico y me habló de las dificultades que ella y su familia estaban afrontando. Sabía que tenía que ayudarla.
La llevé con mi papá y le pregunté si podía darle una bendición del sacerdocio. Le conté a ella un poco acerca de las bendiciones y me dijo que le gustaría recibir una. Luego de la bendición, dejó de llorar ¡e incluso sonreía!
Después de esa experiencia, me hizo algunas preguntas sobre el sacerdocio. Junto con otro amigo, le hablé sobre la manera en que el Evangelio nos ha bendecido a nosotros y a nuestra familia.
Me sentí bien al compartir el Evangelio con mi amiga. Para mí, un discípulo de Jesucristo trata de ser semejante a Él y hacer las cosas que Él hizo, especialmente cuando notamos que alguien está pasando por un momento difícil.
José J., 14 años, Buenos Aires, Argentina
Le gusta tocar el piano, andar en bicicleta, cantar, cocinar, dibujar y la música.
La oración de la presidenta de clase
En un frío día de enero, se me pidió que sirviera como presidenta de clase de las Mujeres Jóvenes. Era mi primer año en el programa de las Mujeres Jóvenes y, aunque no esperaba ser la presidenta de la clase, estaba encantada. Sonreí y asentí.
Entonces se me dijo que comenzara a orar acerca de quiénes debían ser mis consejeras.
Mi felicidad se transformó rápidamente en preocupación. Me preocupaba escoger a las personas incorrectas, o peor aún, ¡no ser capaz de decidirme en absoluto!
Más tarde esa noche, le dije a mi mamá que me preocupaba no poder tomar una decisión. Me dijo que fuera a mi habitación, hiciera una oración y leyera algunos versículos del Libro de Mormón.
Me fui a mi habitación, todavía preocupada, e hice una oración en la que le pedí al Padre Celestial que me ayudara a tomar la decisión correcta. Luego abrí mi ejemplar de las Escrituras donde lo había dejado y leí el primer versículo que vi, que decía: “Y Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquier cosa que me sea conveniente” (Moroni 7:33).
Cuando leí ese versículo, supe que el Padre Celestial había contestado mi oración. Él me tenía en cuenta y quería ayudarme. Todo lo que yo tenía que hacer era poner mi fe en Él y Él me ayudaría a saber qué hacer.
Sé que Dios nos tiene en cuenta y que nos ayudará si estamos dispuestos a poner nuestra fe en Él.
Emmeline K., 14 años, Utah, EE. UU.
Le encanta escribir, el arte y la música, incluso escribir canciones para piano y guitarra.