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¿Quieres ser “bendito y feliz”?
Octubre de 2024


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4 Nefi

¿Quieres ser “bendito y feliz”?

El pueblo de 4 Nefi vivió en felicidad y unidad durante casi 200 años. ¿Qué los llevó a su estado de felicidad? ¿Podemos experimentarlo nosotros también?

Jesucristo entre los nefitas

Imagina una comunidad de personas que no contienden entre sí. Son completamente felices y nadie comete ningún delito. No se ponen celosos el uno del otro, ni se separan por etiquetas o grupos. Más bien, están unidos en Jesucristo y guardan Sus mandamientos.

En 4 Nefi, en el Libro de Mormón, se describe a un grupo de personas así. ¡Y vivieron de ese modo durante casi 200 años!

En las páginas 2–5 de esta revista, el presidente Russell M. Nelson explica que 4 Nefi nos da un modelo para vivir en paz y maravillosa unidad. Pero, ¿qué sucedió que ayudó a los nefitas a vivir en felicidad por tanto tiempo? ¿Podemos nosotros hacer lo mismo hoy en día?

Su experiencia con Cristo

Retrocede unas cuantas páginas en el tiempo, hasta 3 Nefi, y encontrarás la razón por la que los nefitas eran tan felices y estaban tan unidos en Cristo.

El pueblo había recibido la visita del Salvador después de Su Resurrección. Durante Su visita, Jesucristo sanó a los enfermos y afligidos. Bendijo a las personas individualmente y oró al Padre Celestial por ellas (véase 3 Nefi 17). Jesús enseñó los mandamientos y les pidió a las personas que se arrepintieran, fueran bautizadas y recibieran el Espíritu Santo (véase 3 Nefi 27).

Jesús invitó a las personas a venir a Él, una por una, para palpar las marcas en Sus manos, pies y costado. Cada una de ellas acudió a Jesús “hasta que todos hubieron llegado; y vieron con los ojos y palparon con las manos, y supieron con certeza” que Él era el Salvador del cual se había profetizado (véase 3 Nefi 11:15).

Después de la visita del Salvador a los nefitas, “se convirtió al Señor toda la gente” (4 Nefi 1:2). Entonces, ¿cómo podemos experimentar esa conversión sin ver ni tocar a Cristo?

La experiencia de un apóstol con Cristo

El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Cuórum de los Doce Apóstoles, testificó que un día vería a Jesucristo y palparía las marcas en Sus manos y pies. Además testificó: “En ese momento mi conocimiento no será más firme de lo que actualmente lo es, de que [Cristo] es el Hijo Todopoderoso de Dios, que es nuestro Salvador y Redentor”. Él no necesitaba ver a Jesucristo para conocerlo y experimentar la conversión.

La verdadera conversión “requiere que hagamos y que lleguemos a ser. El Salvador pidió a los nefitas que siguieran Sus mandamientos y llegaran a ser semejantes a Él (véase 3 Nefi 27). Durante el tiempo que lo siguieron, permanecieron convertidos a Cristo y fueron grandemente bendecidos por ello (véase 4 Nefi 1:18).

Tu experiencia con Cristo

Todavía no puedes tocar las manos y los pies del Salvador como lo hicieron los nefitas, pero puedes seguir Sus pasos (véase 3 Nefi 27:21). Jesucristo vive y te invita a tener experiencias personales con Él.

Puedes llegar a conocer a Cristo al guardar Sus mandamientos y hacer lo que Él haría. Puedes sentir el poder de Su Expiación al arrepentirte a diario. Él te bendecirá, te sanará y rogará al Padre por ti, como lo hizo con los nefitas. A medida que llegues a conocer al Salvador y te esfuerces por lograr la conversión personal, tu vida puede parecerse más a la de las personas de 4 Nefi: feliz, pacífica, bendecida y llena del amor de Dios.

Notas

  1. Bruce R. McConkie, Conferencia General de abril de 1985 (Liahona, julio de 1985, pág. 11).

  2. Dallin H. Oaks, Conferencia General de octubre de 2000 (Liahona, enero de 2001, pág. 41).