Sigamos a Cristo en palabra y obra
“Comprometámonos de corazón a poner a Jesucristo primero en nuestros pensamientos y en nuestras obras.”
Hermanos, es un placer estar aquí con vosotros esta noche. Hace pocas semanas, en una reunión de testimonios con las Autoridades Generales, el presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Es fácil ser mormón y aceptar la doctrina, pero es difícil ser cristiano y seguir a Cristo en palabra y obra”.
Las palabras del presidente Hinckley me vinieron a la mente con mas intensidad cuando estaba leyendo un libro de Michael H. Hart, titulado: Las cien personas que han tenido mas influencia en la historia. Me sorprendió y desilusiono que el señor Hart pusiera a Jesucristo tercero en la lista de personas que han tenido mayor influencia en el curso de la historia de la humanidad.
La razón por la que este autor puso a Jesús en tercer lugar es la siguiente:
“El impacto que Jesús causó en la historia es tan obvio y tan enorme que pocas personas dudarían de ponerlo casi al principio de la lista. En realidad, la pregunta que se harán es por que Jesús … no esta en primer lugar”.
El autor reconoce que las enseñanzas de Jesucristo son “sin duda de las ideas mas maravillosas y originales que se hayan expresado. Si el mundo las siguiera, yo no dudaría en colocarlo primero en este libro”. (Michael H. Hart, págs. 47 y 50, Cita del Press, Secaucus, Nueva Jersey).
¡Que observación tan punzante y quizás verdadera: Si el mundo siguiera las enseñanzas de Jesús, Hart no dudaría en colocarlo primero!
Con esto en mente, pienso que es apropiado que nos preguntemos: “¿Qué lugar ocupa Jesucristo en nuestra vida? ¿El primer lugar como le corresponde? Pero, tal vez una pregunta mas importante seria: “¿Qué lugar ocupamos como seguidores de Jesucristo? ¿Vivimos como cristianos en palabra y obra?”
Esto tiene mucha importancia para nosotros, ya que, como poseedores del sacerdocio, se nos ha otorgado el poder y la autoridad para oficiar en el nombre de Jesucristo. Tenemos el deber y el privilegio sagrados de llevar Su nombre con dignidad. Mas que para nadie, Su influencia debe ser la mas importante en nuestra vida, para que nuestras acciones reflejen lo que predicamos. Si lo hacemos, Sus enseñanzas y todo lo que Su vida representa tendrán el honor y la influencia que les corresponde en el mundo.
Una mañana, hace varios años, me dirigía con mi familia hacia Disney World en Florida. Nuestras cuatro hijitas estaban muy entusiasmadas cuando nos acercamos a la entrada del famoso parque. Pero sus risas y palabrerío cesaron de repente cuando la camioneta alquilada en la que viajábamos se descompuso en la carretera. Muchos vehículos nos pasaban a gran velocidad mientras yo trataba, sin lograrlo, de hacer marchar el auto. Cuando nos dimos cuenta de que no podíamos hacer nada mas, nos bajamos y nos juntamos al lado de la carretera para ofrecer una oración.
Cuando terminamos de orar, vimos a un señor y a su hijo maniobrar un automóvil deportivo entre los demás vehículos, acercarse a nosotros y detenerse. Durante lo que restaba de esa mañana y parte de la tarde, ellos dos nos ayudaron de muchas maneras: Nos llevaron a nosotros y nuestras cosas hasta el parque, lo que les llevó varios viajes en su pequeño coche; me ayudaron a localizar un remolcador para la camioneta; me llevaron a la agencia de alquiler de autos para que me dieran otro. Y después, ya que nos íbamos a demorar, volvieron al parque para avisarle a mi familia dónde estaba yo.
Les compraron refrescos y esperaron con ellos hasta que yo regresé unas horas mas tarde. Estos dos hombres fueron sin duda la respuesta a nuestra oración, y se lo dijimos cuando nos despedimos de ellos agradecidos. El padre respondió: “Todas las mañanas le pido al Señor que si alguien me necesita ese día, que me guíe hacia ellos”.
Nosotros clasificamos muy alto a ambos como seguidores de Cristo. Sentimos su influencia todavía. Han pasado miles de días desde entonces y posiblemente miles de personas han sentido la influencia benéfica y la bondad cristiana de ese padre e hijo.
Las acciones cristianas deben formar parte de nuestra agenda diaria. En Hechos 10:38 dice que Jesús “anduvo haciendo bienes”. El nos enseñó a amar al prójimo, a perdonar a otros, a cuidar a los pobres, a los necesitados, a los que sufren y a los solitarios. Nos reconforta ver que el Señor ha organizado Su Iglesia para que hagamos esas mismas cosas, es decir, mitigar las necesidades de los demás por medio de nuestros llamamientos.
Estos actos de servicio que se generan por medio de los programas de la Iglesia son importantes y dignos de elogio. Es lo que caracteriza a los cristianos. La Iglesia tiene el deber de servir y provee la ayuda que la persona sola no puede proveer. Sin embargo, esas oportunidades de servicio que tenemos dentro de la Iglesia no nos liberan del deber de realizar otros actos de servicio cristiano en forma personal. Esas acciones nos elevan y renuevan nuestra relación con nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo.
El presidente Spencer W. Kimball dijo: “Los grandes pasos que la Iglesia debe dar dependen de los grandes pasos que den sus miembros en forma individual” (véase “La verdad absoluta”, Liahona, julio de 1979, págs. 1-10).
Quizás los actos cristianos mas significativos sean los que nunca se hacen en publico. Son los que se llevan a cabo espontanea y anónimamente, sin esperar recompensa ni agradecimiento. La conducta cristiana se origina en pensamientos cristianos, ya que el Señor “mira el corazón” (1 Samuel 1ó:7). Por tal razón, las enseñanzas de Cristo y Sus características naturalmente se reflejaran en nuestras acciones. Sonreiremos mas, hablaremos con bondad, seremos corteses, todas estas acciones que parecen insignificantes, pero que pueden tener un gran impacto en nuestra vida. El presidente Rex Lee de la Universidad Brigham Young dijo: “La bondad cristiana es … la piedra angular de las enseñanzas de Cristo” (Brigham Young University Devotional, 10 de septiembre 1991).
Una adolescente que volvía de la escuela secundaria llegó a casa y muy contenta y alegre exclamó: “No se imaginan lo que me pasó: ¡alguien me saludó hoy!”
Si una sonrisa, un saludo o un gesto amable pueden hacer felices a otros, que enorme es en realidad nuestra capacidad de beneficiar a todo el mundo con la bondad cristiana.
Conozco a un joven presbítero, Jason, que con dedicación atiende a su anciana abuelita. Va a su casa con regularidad a cuidarle el jardín, lavarle las ventanas y hacerle los mandados. A veces le prepara algo de comer si ve que no ha comido suficiente ese día. Un sábado en que la abuelita no se sentía bien, llevó a uno de sus amigos para que jugaran al “Millonario” allí en su casa para que ella no estuviera sola.
Jóvenes y hermanos, honrar a las mujeres es también seguir a Jesucristo. La comprensión del Señor hacia María y Marta, el respeto y atención hacia Su madre, y Su forma de honrarla demuestran que los hombres cristianos deben ser considerados, sinceros, corteses y amables con las mujeres. Todos los que tenemos el sacerdocio, jóvenes o adultos, debiéramos sentirnos honrados si nos llamaran “caballeros cristianos”.
La bondad y la amabilidad representan un nivel del servicio cristiano, pero hay otros niveles. A veces se nos pide que demos mas de lo que pensamos que somos capaces de dar o mas de lo que queremos dar, y quizás nos sentimos abrumados por las responsabilidades que tenemos y por lo que se espera de nosotros. Es entonces que aprendemos que seguir a Cristo también requiere sacrificio, dedicación y valor.
Un padre de familia que había sido llamado para servir como presidente de misión juntó a todos sus hijos para explicarles que el Profeta había recalcado que el llamamiento era para toda la familia. Le preguntó a cada uno de los hijos si estaría dispuesto a dejar la casa, sus amigos y la escuela y servir tres años en la misión en un lugar lejano. Cada uno de ellos aceptó de buena voluntad el llamado a servir.
Varios días después, el padre se dio cuenta de que el hijo de catorce años andaba pensativo y cabizbajo, y le pregunto que le pasaba. El jovencito le contó que estaba preocupado porque no sabia si estaba listo para dejar los estudios a fin de servir como misionero regular. No estaba seguro de estar preparado para andar de traje y corbata todos los días. Dijo que le hubiera gustado gozar de la adolescencia un poquito mas. Por supuesto, había entendido mal; esa responsabilidad no se esperaba de un joven de su edad. No obstante, había estado dispuesto a hacerlo si eso era lo que el Señor le pedía.
Saber lo que el Señor requiere de nosotros y tener el deseo de seguirlo no siempre IIOS asegura que será fácil hacerlo. Pienso que nos ayudaría si nos preguntáramos lo que mi mejor amigo se pregunta siempre que se enfrenta a una decisión difícil o a un problema. “¿Que querría el Señor que hiciera? ¿Lo haría por el Señor?”
Una joven que conozco se sentía triste y abrumada porque una amiga había hablado mal de ella. Le hacia sentir mal que los que oyeran las calumnias las creyeran. Ella quería que los demás supieran la verdad y que su amiga se diera cuenta del daño que habían hecho sus palabras. Pensaba en como enfrentar a la amiga para que se supiera la verdad. La situación la tenia muy apesadumbrada hasta que penso: “¿que haría Jesucristo?”
Se dio cuenta de que lo que El haría seria demostrarle afecto a la amiga y eso es lo que hizo. Una vez que dejo que las enseñanzas de Jesucristo influyeran en su decisión y la guiaran, lo que la tenia mortificada perdió importancia. No tenía que preocuparse mas por eso. Dijo que sintió que le habían quitado un peso de encima. Lo que había sido difícil de soportar se resolvió mas fácil cuando adopto la actitud cristiana del perdón.
Cuando colocamos a Jesucristo en primer lugar, El nos guiara en nuestras decisiones y nos dará el valor de resistir tentaciones. Un día recibí una llamada de mi nieto, Joel, que pronto será diácono. Tenia que tomar una decisión difícil. Lo habían invitado a ir con un grupo de estudiantes de su escuela a un campamento cerca del mar, en California. ¡Era para entusiasmar a cualquier joven! Tendrían la oportunidad de observar a los entrenadores de animales acuáticos y de ayudar a alimentarlos. Su dilema era que el campamento seria durante un fin de semana y pensaban ir a bucear y a explorar las playas el domingo.
Sus padres le habían aconsejado que no fuera, pero le habían dado la oportunidad de tomar su propia decisión, con la esperanza de que escogiera lo correcto. Joel les había dicho que aunque no pudiera ir a la Iglesia, no nadaría. Les dijo además: “Puedo sentarme en la playa y sentirme rodeado de las creaciones de Dios. No creo que nuestro Padre Celestial se enoje por eso, ¿verdad?”
Joel quería saber lo que yo creía que el debía hacer. Le conteste con una pregunta: “¿Que piensas que Jesús quiere que hagas?” Se le corto la voz un poco al contestarme: “Abuelo, no creo que El este muy contento si hago eso el domingo”.
No fue una decisión fácil de tomar, pero fue la correcta. Todos tenemos que tomar muchas decisiones difíciles todos los días. Hay muchas seducciones que pueden apartarnos de Cristo si las seguimos. Las películas y los videos que vemos, las diversiones, la música, la ropa que nos ponemos y el lenguaje que empleamos están influenciados por cuan grande es nuestro deseo de seguir a Cristo. Al tomar esas decisiones, es posible que lo hagamos pensando que es muy difícil sentirnos relegados o no participar en lo que el mundo piensa que es bueno. Si, “es difícil ser cristiano y seguir a Cristo en palabra y obra”, pero cuando lo seguimos, El nos dará el valor necesario en los momentos en que tenemos que enfrentarnos solos a los problemas. Sentiremos paz y seguridad a consecuencia de tomar decisiones correctas.
En el Libro de Mormón, Alma registra la impresionante historia de Moroni, el jefe principal de los ejércitos nefitas. Es la historia de alguien que a solas resistió el mal y de la buena influencia que ejerció.
Con su armadura puesta, el casco, el peto y los escudos, y su estandarte de libertad, “… se inclinó hasta el suelo y oró fervorosamente a su Dios, que las bendiciones de libertad descansaran sobre sus hermanos mientras permaneciese un grupo de cristianos para poseer la tierra,
“porque todos los creyentes verdaderos de Cristo, quienes pertenecían a la iglesia, así eran llamados por aquellos que no eran de la iglesia de Dios”.
Y Alma continua: “Y los que pertenecían a la iglesia eran fieles; si, todos los que eran creyentes verdaderos en Cristo gozosamente tomaron sobre sí el nombre de Cristo, o cristianos como les decían, por motivo de su creencia en Cristo que había de venir.
“Y por tanto, Moroni rogó en esa ocasión que fuese favorecida la causa de los cristianos …” (Alma 46:13-16).
Ruego que los que hemos tomado sobre nosotros el nombre de Cristo y el maravilloso poder y autoridad de Su sacerdocio, también nos comprometamos de corazón a poner a Jesucristo primero en nuestros pensamientos y en nuestras acciones. Ruego que nos demos cuenta le que el Espíritu del Señor “ha efectuado un potente cambio en nosotros o en nuestros corazones, por lo que ya no tenemos mas disposición a obrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente” (Mosíah 5:2). Eso nos permitirá considerarnos verdaderos seguidores de Jesús, como verdaderos cristianos Ruego que hagamos esto y sigamos a Cristo. En el nombre de Jesucristo. Amen.