1990–1999
“Fortalezcamos las rodillas débiles”
Octubre 1991


“Fortalezcamos las rodillas débiles”

“Al hacer notar los rasgos buenos de una persona, la fortalecemos y elevamos, mientras que siendo demasiado severos causamos debilidad y temor.”

Hay una frase que aparece, de una forma u otra, cuatro veces en los libros canónicos y que siempre me ha llamado la atención; es la expresión “rodillas desfallecidas”, o sea, débiles.

La definición de “débil” es frágil, sin fuerza, endeble, que se rompe fácilmente.

Cuando Frederick G. Williams fue llamado como consejero de José Smith, se le dio este encargo: “De manera que, se fiel; desempeña el oficio que te he designado; socorre a los débiles, levanta las manos caídas y fortalece las rodillas desfallecidas” (D. y C. 8 1 :5) .

Unida con el verbo “fortalecer”, o sea hacer mas fuerte, la frase me hizo meditar sobre el significado de esas palabras.

Al principio, pense que lo de “rodillas desfallecidas” significaba débiles o cansadas. Sin embargo, por el contexto de Isaías, se diría que quizás tenga un significado mas amplio, como de temor. Esta es la interpretación que prefiero. Actualmente oímos a menudo expresiones como “se le doblaron las rodillas” o “le temblaban las rodillas”, que se relacionan con el miedo.

En Doctrina y Convenios 81:5, el versículo puede interpretarse como la exhortación del Señor a Frederick Williams de dar fuerzas a los débiles (“socorre a los débiles”), dar animo a los que están agotados o desalentados (“levanta las manos caídas”), y dar valor y fortaleza a los que tienen las “rodillas desfallecidas” y el corazón lleno de temor.

En marzo de 1832, cuando se reveló esa sección, los miembros de la Iglesia tenían motivos para sentir temor. En Hiram, Ohio, donde vivía el Profeta, había una creciente ola de hostilidad hacia los santos. José Smith y Sidney Rigdon fueron brutalmente atacados por un populacho de cincuenta hombres.

Los que en la actualidad tienen miras de destruir ya no se valen de la brea y las plumas sino del sarcasmo y la critica.

Hoy, casi ciento sesenta años después, no tengo la menor duda de que la admonición de fortalecer rodillas débiles se aplica mas que nunca.

¿Hay alguien entre nosotros que no haya sentido las rodillas debilitársele de temor e incertidumbre ante las responsabilidades de esta existencia terrenal?

Por ejemplo, consideremos al hombre que trabaja largas horas a fin de proveer para su familia y que a fin de mes se encuentra con que su salario apenas alcanza para cubrir los gastos. Es posible que sienta el temor de que un gasto inesperado le desequilibre el presupuesto familiar, tan recargado ya por la situación económica. Y tendrá quizás temor de no poder atender adecuadamente las necesidades de su familia.

¿Y los padres que enfrentan la tarea de criar a un hijo triste y desconforme? ¿Tienen ellos dudas y temor de no ser capaces de proveer el consejo, la disciplina y las reglas apropiadas? ¿Temerán acaso no poder darle a su hijo un amor incondicional? ¿Sentirán miedo de que el hijo se pierda eternamente por los errores de ellos?

¿Que pasa con las madres o los padres solteros que crían solos a sus hijos? Quizás sientan temor de que llegue un momento en que la infinidad de responsabilidades que tengan los aplasten, especialmente porque deben enfrentarlas solos.

Parece que nadie esta libre de cierta incertidumbre, inseguridad, duda e incluso del temor. Esta existencia terrenal es constantemente difícil e incierta. Ni siquiera una persona honrada y al tanto de los altibajos de la vida puede estar completamente segura de que sus circunstancias no cambien inesperadamente.

¿Como enfrentamos esos momentos inevitables de temor, de “rodillas débiles”? Es esencial que no los enfrentemos solos. El poder contar con un amigo o pariente de confianza, que escuche comprensivamente nuestros

temores, es siempre reconfortante y alentador. Muchas veces nos enteramos de que nuestro confidente ha pasado por temores similares y quizás hasta pueda ofrecernos un consejo prudente.

La vida no es fácil nunca y no podremos evitar nuestros momentos de rodillas débiles de vez en cuando. Por lo tanto, es fundamental que nos amemos y apoyemos unos a otros.

Al tratar de fortalecer a seres queridos y amigos que se encuentren en esas condiciones, seria bueno que nos hiciéramos un examen introspectivo. ¿Tenemos nosotros rodillas débiles? Causaran nuestras palabras y acciones debilidad en nosotros mismos y en nuestros conocidos?

Quiero mencionar algunas de las tendencias actuales que pueden causar ese tipo de debilidad. Ninguna llevara de por si a la apostasía, pero si continuamos en esa conducta quizás nuestras rodillas pierdan la fuerza que necesitan para enfrentar la realidad y los temores de la vida.

En Doctrina y Convenios 11:22 leemos: “Estudia mi palabra que saldrá entre … los hijos de los hombres”. No se nos dice que atenuemos la doctrina del evangelio con enmiendas personales. Nuestra visión es limitada y nuestra fortaleza depende del hecho de comprender y seguir la palabra del Señor.

Algunos quizás nos inclinemos a estudiar la palabra con la idea de que debemos añadir mucho donde el Señor ha dicho poco. Los que quieran “añadir” deberían guiarse por esta pregunta cimentadora: ¿Fortaleceré la fe y el testimonio de otros con mis escritos, comentarios u observaciones? Muchas veces, al fomentar ideas chocantes y especulaciones, causamos confusión y desvío a otros y a nosotros mismos. Los que fortalecen las rodillas débiles son aquellos que dirigen de acuerdo con el Señor y no con las interpretaciones personales.

Actualmente, algunos se privan de la fortaleza espiritual que nos da el observar el día de reposo. “El domingo es mi día libre”, dicen, “y haré lo que me plazca. Puedo adorar al Señor sin la formalidad de las reuniones o de las relaciones con los parientes y vecinos”.

A veces, la libertad y las bendiciones del día de reposo se pierden debido a una actitud de egoísmo e indiferencia hacia mandamientos establecidos y probados. El día de reposo puede perderse hora por hora, paseo por paseo.

La controversia y la contención son otros hábitos debilitadores. Si Satanás logra el éxito en hacer que tomemos como pasatiempo los debates, las peleas y la contención, le será mas fácil esclavizarnos con pecados mas serios que destruyan nuestra vida eterna. La ira no sirve como substituto del autodominio y del servicio compasivo.

En los últimos años hemos visto que muchas personas se han debilitado al punto de caer completamente, sacrificando los principios de honradez e integridad a fin de subir una escalera artificial de triunfos. Nadie puede alcanzar alturas permanentes pisoteando a otros para poder subir.

No es de sorprender que los que empiezan diciendo mentiras piadosas terminen mintiendo despiadadamente .

A pesar de los innumerables ejemplos de escándalo en los negocios, la religión y el gobierno, la honradez y la integridad siguen siendo los elementos principales para fortalecer las rodillas débiles.

Un entrenador de una escuela secundaria situada en un barrio pobre de St. Louis convirtió en campeones a un grupo de muchachos. El editor de un periódico local escribió:

“Esta es una historia que los productores de cine no creerían: chicos que han crecido en uno de los lugares peores de los Estados Unidos, luchando por la supervivencia año tras año. Sin dinero, sin instalaciones cómodas, solo con un entrenador que todavía cree que la autoestima y el trabajo dedicado significan algo”.

El entrenador les dijo a sus jugadores: “La vida no es siempre justa, pero podemos exigirnos excelencia a nosotros mismos”. Insistía en que todos los jugadores se esforzaran por igual, incluso los que se destacaban. Y su equipo ganó algo mas que los campeonatos.

En nuestro ultimo viaje a Gran Bretaña, tuve oportunidad de hablar con un joven de dieciocho años que ha tenido una gran amistad con muchos de los jóvenes que están en la misión. Al prepararme para hablar ante una gran congregación de misioneros, le pregunte a este amigo cual seria, según su opinión, el rasgo mas importante para que los misioneros tuvieran éxito. Su respuesta fue sencilla: “Deben aprender a trabajar; muchos salen a la misión sin saber como trabajar”.

A través de los años he comprobado que las rodillas débiles no son una consecuencia del trabajo ni de la dedicación para lograr metas. Como lo observo aquel joven, trabajando podemos fortalecer las rodillas de los demás y las nuestras.

Actualmente muchos tenemos la tendencia de procurar fuerza instantánea, placer instantáneo, aceptación instantánea, alivio instantáneo, respuestas instantáneas, cambios instantáneos, éxito instantáneo, conocimiento instantáneo y riqueza instantánea, evadiendo la labor y el esfuerzo diarios. Cuando no alcanzamos inmediatamente una meta, nos desanimamos y las rodillas se nos debilitan mas. El trabajo es indispensable en una vida estable.

Se dice que debemos ser un ejemplo en lugar de juzgar a los demás. No obstante, asumimos el derecho de sacar a relucir las faltas de otros o de hacer hincapié en nuestras debilidades. La critica constante debilita. Si observamos de cerca a nuestros familiares, amigos y lideres, veremos que ellos también tienen limitaciones humanas.

Esta es una fábula favorita que he repetido a través de los años:

Un sabio japonés acostumbraba conversar con los obreros de una fabrica. Un atardecer, les dijo que al día siguiente les llevaría un objeto hermoso. Uno de los hombres le pidió una rosa; otro le pidió una rama; y el tercero le pidió un lirio. Al día siguiente, entrego la rosa, la rama y el lirio.

“Hay una espina en mi rosa”, dijo el primero. El segundo se quejo diciendo: “Hay una hoja marchita en mi rama”. “Hay un terrón en el tallo de mi lirio”, protesto el otro.

El sabio les quito los regalos y les dijo: “Te di una bellísima rosa y solo viste la espina; a ti te di una hermosa rama verde y no viste mas que la hoja marchita; y tu tenias el glorioso lirio, pero viste únicamente el terrón”.

Cada uno de nosotros puede tener una espina en nuestro carácter, una hoja marchita colgando de nuestra reputación o un poco de tierra en nuestro pasado; si hacemos hincapié en los errores pasados, ciertamente nos debilitaremos y sentiremos temor.

Al señalar las faltas que otros puedan haber cometido, de ninguna manera les fortaleceremos las rodillas débiles ni les levantaremos las manos caídas.

William James escribió: “El arte de la sabiduría consiste en el arte de saber que se debe pasar por alto” (Familiar Quotations, ed., John Bartlett, Boston, Little, Brown and Co., 1980, pág. 649).

José Smith dijo: “Les dije que yo no era sino hombre, y no debían de esperar que yo fuese perfecto; si exigían la perfección de mi, yo la exigiría de ellos; pero si soportaban mis debilidades y las debilidades de los hermanos, en igual manera yo soportaría sus debilidades” (Enseñanzas de l Profeta José Smith, pág. 328).

Cuanto ha cambiado todo desde los días en que se creía que unos buenos azotes eran el remedio para la mala conducta. Ahora, tanto en negocios como en el hogar, se nos dice que debemos fijarnos en lo bueno y expresar elogio sincero.

Al hacer notar los rasgos buenos de una persona, la fortalecemos y elevamos, mientras que siendo demasiado severos causamos debilidad y temor.

Reconozco que el tacto consiste en borrar los errores de los demás en lugar de resaltarlos. Las Escrituras lo dicen de esta manera:

“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdono a vosotros en Cristo” (Efesios 4:31-32).

El profeta José Smith dijo:

“Ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra. Podrá rugir la persecución, combinarse la chusma y reunirse los ejércitos y difamar la calumnia, pero la verdad de Dios continuará su avance valiente, noble e independientemente, hasta haber penetrado todo continente, ido a toda región, cubierto toda nación y resonado en todo oído; hasta que se hayan logrado los propósitos de Dios y el gran Jehová declare que la obra se ha completado” (History of the Church 4:540), véase también Liahona, junio de 1978, pág. 43).

Con estas palabras de un Profeta de Dios, no hay ningún motivo para que haya rodillas débiles.

Que Dios nos ayude a fortalecer nuestras rodillas y las de los que nos rodean mejorando diariamente nuestra actitud y los ejemplos que demos. Lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén.