1990–1999
El testimonio
Octubre 1991


El testimonio

“El tener y expresar un testimonio nos. da un sólido cimiento por medio del cual nos. sostenemos y es también una manera de controlar nuestra vida en este mundo de cambios continuos.”

En los últimos dos años hemos visto importantes acontecimientos políticos internacionales, cuyas consecuencias han traído cambios extraordinarios para el mundo y para la Iglesia. También somos testigos de hechos, quizás no tan visibles pero igualmente reales, que afectan profundamente la vida individual y familiar y que tienen consecuencias de mas peso en aspectos relacionados con Dios y las tendencias religiosas. Dichos cambios han afectado los valores religiosos y tradicionales inclinándolos hacia las practicas mundanas; esta revelación moderna lo describe muy bien:

“No buscan al Señor para establecer su justicia sino que todo hombre anda por su propio camino, y conforme a la imagen de su propio Dios, cuya imagen es a semejanza del mundo …” (D. y C. 1:16).

Si no reconocemos el conflicto espiritual que causan los cambios políticos y económicos y las nuevas constantes amenazas a la estabilidad moral y espiritual de familias e individuos, seremos incapaces de reconocer que la única forma de adaptarse a estas condiciones nuevas es encontrar dentro de nosotros mismos un cimiento firme y verídico que origine una conducta firme y verídica.

¿Cuál es el cimiento que nos motivara a conducirnos de esa manera? El élder Heber C. Kimball dijo lo siguiente:

“Os digo que llegara un momento en que tendréis todos los problemas, pruebas y persecuciones que podáis soportar y oportunidad de sobra de probar que sois fieles a Dios y a Su obra. Esta Iglesia tendrá que pasar muchas dificultades antes de que la victoria corone la obra de Dios.

“Llegara el día en que no habrá nadie que pueda sostenerse con una luz prestada. Cada uno tendrá que dejarse guiar por su propia luz interior. Y si no la tenéis, ¿cómo podréis aguantar?” (citado por Orson F. Whitney en Life of Heber C. Kimball, 3a. ed., Salt Lake City Bookcraft, 1945, págs. 449-450).

¿Que es eso de la “propia luz interior”? Es el testimonio, ese cimiento verídico que origina una conducta verídica. El presidente Harold B. Lee dijo:

“La verdadera fortaleza de la Iglesia se encuentra en el testimonio individual de la totalidad de sus miembros” (Conference Report, Conferencia de Area en la Ciudad de México, 1972, pág. 117).

Basándonos en eso, podemos decir que la verdadera fortaleza de la persona se encuentra en su testimonio y en su forma de vivir.

Si la fortaleza y estabilidad, o sea, el verdadero cimiento de la persona y de su conducta, se hallan en el testimonio, y si no reconocemos la importancia de este o si no entendemos lo que es o si no lo expresamos a los demás ni podemos enseñarlo ni explicarlo, quizás debamos explorar su profundo y espiritual significado y la bendición de obtenerlo, mantenerlo y expresarlo.

Desde el principio, las Escrituras ilustran lo sagrado de la palabra “testimonio” en lo que el Señor le dijo a Adán: “Se han creado … todas las cosas para que den testimonio de mi” (Moisés 6:63). Era esencial que Adán tuviera el conocimiento de nuestro Padre y de Su Hijo; sigue siendo así en nuestros días y así será siempre. Esto se aplica también al principio de obtener un testimonio y de saber lo que es. Es saber por el poder del Espíritu Santo que Dios vive y que es el mismo ayer, hoy y para siempre (véase D. y C. 20:12), y que “… esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, cl único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Un testimonio no es sólo atestación de que Jesús es el Cristo, sino también la afirmación de que José Smith vio al Padre y al Hijo; la convicción de que el Libro de Mormón es de origen divino y es otro testamento de Jesucristo; y el conocimiento seguro de que la Iglesia de Jesucristo, Su evangelio y Su santo sacerdocio fueron en verdad restaurados. Joseph Fielding Smith lo definió de esta manera:

“El testimonio es un conocimiento convincente que recibe por revelación la persona que busca humildemente la verdad” (Answers to Gospel Questions, comp. de Joseph Fielding Smith, hijo. 5 vol. Salt Lake City: Deseret Book Co., 1957-1966, 3:31).

¿Que pasos son necesarios para obtener un testimonio? Primero, debemos buscar la verdad humildemente, demostrando el deseo de saber ejerciendo confianza y fe. Cuando recibimos cualquier bendición de Dios, ya sea la respuesta a una oración o el conocimiento convincente, es porque hemos obedecido la ley sobre la cual se basa (véase D. y C. 130:20-21). Estas son las normas de esa ley en particular: pedir en el nombre de Cristo y tener fe en El, tener un corazón sincero, buscar humildemente la verdad, descartar cualquier concepto religioso anterior y purificarse de los pecados del mundo. Es preciso que obedezcamos las reglas y nos pongamos en armonía con el Espíritu Santo para recibir las señales, y, una vez que hayamos obtenido esa armonía, sabremos la verdad de todas las cosas. Este es un don espiritual que Dios pone a nuestro alcance para beneficiarnos; esta siempre disponible y nunca lo perderemos a no ser por nuestra incredulidad o nuestra obstinación en no buscar la verdad humildemente.

El segundo paso es recibir el conocimiento por revelación, es decir, la comunicación del Espíritu Santo a nuestro espíritu. Se puede decir: “Yo creo, pienso, espero que el evangelio sea verdadero; pero, para decir: “Yo se que la Iglesia es verdadera”, se necesita la revelación personal y el reconocimiento individual del que la recibe.

Alma nos da un ejemplo perfecto de ese conocimiento convincente que recibió por revelación. En cuatro versículos se nos habla de su luz interior. Primero, la certeza de su testimonio: “He aquí, os testifico que yo se que estas cosas de que he hablado son verdaderas”. Segundo, la fuente de donde procedía su testimonio: “El Santo Espíritu de Dios me las ha hecho saber”. Tercero, el proceso por el que pasó para obtener el testimonio: “He ayunado y orado muchos días”. Cuarto, la evidencia de su testimonio: “El Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu; y este es el espíritu de revelación que esta en mi”. Quinto, el origen de su testimonio: “Las palabras que nuestros padres han hablado son verdaderas”. Sexto, el poder de su testimonio: “Os digo que se que Jesucristo vendrá” (Alma 5:45-48). Este conocimiento convincente, o testimonio, no estaría completo sin haber aceptado la responsabilidad que llevaba aparejada. Por eso, Alma dijo después: “He sido llamado; sí, para predicar … a declararles que deben arrepentirse y nacer de nuevo” (vers. 49).

Examinemos ahora las llaves del espíritu de revelación:

La llave número 1 es saberlo por uno mismo, sin depender de otros.

La llave número 2 es saberlo por el poder del Espíritu Santo. No debemos buscar en el razonamiento, la lógica, las filosofías humanas ni las teorías del mundo.

La llave número 3 es buscarlo en las Escrituras y en las revelaciones que publican en nuestros días los profetas, la Primera Presidencia y los Doce. No debemos escuchar a los apóstatas ni a los ignorantes que no tienen autoridad.

La llave numero 4 es saberlo preguntándoselo a nuestro Padre Celestial, en el nombre de Su Hijo Jesucristo. No debemos tratar de averiguarlo en reuniones publicas de discusión. El propósito de estas llaves espirituales es abrir puertas espirituales, una por una, para recibir ese testimonio sencillo descrito por los profetas.

Cuando los niños aprenden a leer, primero miran las letras y preguntan lo que son; después de un tiempo, ya las reconocen por su nombre y pueden juntar varias y formar palabras. Entonces ocurre un milagro: aprenden a leer una palabra, luego una frase y por ultimo, un libro. Los pasos para obtener un testimonio son similares. Primero, queremos saber; empezamos con lo que sabemos y, cuando sabemos mas, aumentamos nuestro conocimiento practicando lo que sabemos y enseñándolo a otros.

Una vez que nace un testimonio, es igual que un fuego que necesita combustible y oxigeno para mantenerse; es necesario alimentarlo y atenderlo o; de lo contrario, se extinguirá. El testimonio debilitado es, en realidad, el principio hacia la negación de Cristo, nuestro Salvador y Redentor. Nefi enseñó: “La verdadera senda consiste en creer en Cristo y no negarlo; porque si lo negáis, también negáis a los profetas y la ley” (2 Nefi 25:28).

Lamentablemente, hay quienes obtienen un testimonio pero después lo niegan y lo pierden. ¿Cómo es que esto sucede? Si seguimos ciertos pasos para obtenerlo, para llegar a negarlo hay que hacer exactamente lo contrario dejar de orar y la puerta de la revelación permanecerá cerrada; no ser humilde sino escuchar a la voz de superioridad del propio yo; no participar en las ordenanzas de la Iglesia sino ir tras las tendencias del mundo; no seguir a los lideres sino criticarlos; no escuchar a los profetas para hacer lo que aconsejan sino interpretar sus palabras según los propios deseos; no obedecer los mandamientos sino vivir de acuerdo con los apetitos y pasiones. S610 he mencionado unos pocos de los problemas mas obvios que llevan a perder el testimonio. Así como las cenizas son la evidencia de un fuego que se extingue, la perdida del testimonio se caracteriza por cenizas espirituales tales como la falta de apetito por el evangelio, la ausencia de caridad y de propósito, y la apatía, la amargura y el vacío espiritual. Y quizás no queden mas que cenizas espirituales donde antes hubo un testimonio ardiente, fervoroso y ennoblecedor.

Los profetas nos han aconsejado siempre expresar nuestro testimonio a fin de mantenerlo y fortalecerlo. El presidente Kimball dijo: “Para mantener el testimonio, debemos expresarlo a menudo y demostrarlo con nuestra forma de vivir” (Conference Report, oct. de 1944, pág. 46). Después de saber con certeza, se debe dar a conocer, se debe dar evidencia de su poder y se debe vivir de acuerdo con lo que se expresa.

El tener y expresar un testimonio nos da un sólido cimiento por medio del cual nos sostenemos y es también una manera de controlar nuestra vida en este mundo de cambios continuos.

A las tablas que recibió Moisés, en las que estaban escritas las palabras del pacto, se les llamó “tablas del testimonio”; estas debían permanecer en el arca como recordatorio del pacto entre el Señor y Sus hijos. Moisés y su gente tenían un conocimiento convincente.

Cuando José Smith tuvo la visión el también supo, con un testimonio imperecedero. Según sus propias palabras “había visto una visión; yo lo sabia y comprendía que Dios lo sabia; y no podía negarlo, ni osaría hacerlo” (José Smith-Historia 1:25).

Los testimonios mencionados fueron los verdaderos cimientos sobre los cuales se pudo edificar, y como resultado le siguieron la obediencia y las buenas obras. ¿Y nosotros? ¿Somos diferentes cuando recibimos un testimonio del convenio? Quizás podamos empezar a percibir la importancia de un testimonio y la fortaleza que se extrae de el, con sus consecuencias terrenales y eternas. Indudablemente, es una posesión muy preciada, algo que debemos desear constantemente, porque determina lo que será nuestra vida aquí y la vida eterna en el mas allá.

El presidente Benson, nuestro Profeta de la actualidad, ha dicho “El testimonio … es una de las pocas posesiones que podemos llevar con nosotros al dejar esta vida …

“Poseer un testimonio de Jesús significa aceptar la divina misión de Jesucristo, aceptar su evangelio y hacer su obra; significa aceptar la misión profética de José Smith y sus sucesores” (“Valientes en el testimonio de Jesús”, Liahona, julio de 1982, pág. 120).

Ha hablado un profeta viviente. Ha llegado el momento de mantenernos firmes en la verdad de nuestro testimonio, de defenderlo. Quisiera agregar a los de vosotros el mío y expresar mi solemne testimonio, el cual he buscado con toda humildad y obtenido por el poder del Espíritu Santo, de que se personalmente que Dios vive, que Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor, y que esta Iglesia es verdadera y la dirige un profeta verdadero, el presidente Ezra Taft Benson. Y lo testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.