La voz sigue siendo apacible
“¡El Señor os habla hoy! Pero con los estridencias y el tumulto del ambiente que nos rodea muy a menudo no lo escuchamos.”
Hermanos, me siento humilde al enfrentar esta nueva responsabilidad, pero a la vez reconfortado por el cálido apoyo que siento de la hermandad de las Autoridades Generales sentadas aquí. Mis experiencias, al igual que Nefi, incluyen el “haber nacido de buenos padres”, y recibir “por tanto, alguna instrucción …” (1 Nefi 1:1). Luego, fui bendecido al casarme con una hermosa miembro de la Iglesia, una reina por esposa; de ella he recibido educación adicional; la capacitación para “graduarme” empezó cuando nacieron mis hijos; y nuestros maravillosos nietos nos han proporcionado nuestra educación de postgraduados. Con respecto a esto, es mi oración, y confío en que así sea, que una vez obtenido “cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantara con nosotros en la resurrección” (D. y C. 130:18).
El presidente Spencer W. Kimball, un hombre con una experiencia especial en todos los niveles de liderazgo de la Iglesia, describió cl tema que ha estado en mis pensamientos desde que recibí la asignación de hablar hoy. Espero que el élder Packer me disculpe. Me doy cuenta de que recibí la inspiración del Espíritu, tal como él, y que mis pensamientos fueron encauzados en dirección similar a los de él. El presidente Kimball dijo:
“Las zarzas ardientes, los montes humeantes, los cerros Cumorah y los Kirtlands fueron realidad, pero son la excepción. La mayoría de la revelación se manifestó a Moisés y a José Smith, y se manifiesta al Profeta actual en una forma menos espectacular: por medio de impresiones profundas, pero sin acontecimientos ni efectos dramáticos.
“A la espera siempre de lo espectacular, muchos perderán por completo la constante corriente de comunicación revelada” (Conferencia General de Area de Alemania, Austria, Holanda, Italia, Suiza, Francia, Bélgica y España, 26 de agosto de 1973).
Es posible que se reciban respuestas espectaculares y milagrosas, pero esas son las excepciones. Aun en los niveles mas altos de responsabilidad en este Reino de Dios, que se esta edificando sobre la tierra, la revelación todavía se presenta como una voz apacible y delicada.
En la Biblia leemos sobre un profeta de la antigüedad que fue rechazado y se encontraba desanimado. La palabra del Señor habló a Elías cuando los hijos de Israel habían olvidado su convenio, habían destruido los altares y matado a los profetas. El le dijo:
“Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las penas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.
“Y tras el terremoto un fuego, pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado” (1 Reyes 19:11-12).
¡Os testifico que el Señor nos habla hoy! Pero con las estridencias y el tumulto del ambiente que nos rodea muy a menudo no lo escuchamos. Recuerdo haber estado en mi juventud en compañía de un hombre viejo que había perdido parte de su habilidad auditiva. No tenía un dispositivo para sordos y siempre estaba pidiéndonos que habláramos mas fuerte para poder ser parte de la conversación. Continuamente decía: “Hablen mas fuerte, no los oigo”. Esto fue antes de los días de la televisión, y de los discos compactos, y de la música estridente.
Me interesa esta observación que alguien hizo: “Con la televisión, la radio y las cintas, ¿que jovencito tiene tiempo para escuchar lo razonable?” El escuchar es en si un desafío que todos tenemos.
Tiempo para escuchar. La habilidad de escuchar. El deseo de escuchar. En asuntos religiosos muchos de nosotros decimos: “¿Que has dicho? Habla mas fuerte. No te oigo”. Y cuando El no nos grita, no hace arder una zarza, ni nos escribe en tablas de piedra con su dedo, nos inclinamos a pensar que no nos escucha, que no se interesa en nosotros. Algunos, incluso, llegan a la conclusión de que no hay Dios.
Elizabeth Barrett Browning escribió: “Dios hace arder toda humilde zarza, pero sólo aquel que las ve arder se quita el calzado” (The Complete Works of Elizabeth Barrett Browning, Houghton Mifflin Co., Boston, Cambridge Edition, l900, pág. 372).
Las preguntas que debemos hacernos no son “¿Existe Dios?”, “¿Me ama Dios?”, “¿Me habla Dios?”, sino que la pregunta esencial es: “¿Te has sacado el calzado?” Para vosotros, como lo fue para Elías y como lo es para los profetas de hoy día es igual: “La voz apacible y delicada sigue siendo apacible”.
Hay “dispositivos para sordos” a nuestra disposición, pero ¿cómo podemos eliminar la estridencia de los mensajes diabólicos de tinieblas que nos rodean? Permitidme mencionar tres de los “dispositivos” mas obvios.
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Revivificar la adoración semanal.
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Orad para saber la voluntad de Dios, no sólo para pedir lo que necesitéis.
El dispositivo para oír número 3 se relaciona con las Escrituras.
En Doctrina y Convenios el Señor nos dice que nos habla por medio de las Escrituras. Por supuesto que el leer palabras sin concentrar nuestra mente en el mensaje no es en realidad escuchar. En la sección 18 leemos:
“Y. yo, Jesucristo, vuestro Señor y vuestro Dios, lo he hablado.
“Estas palabras no son de hombres, ni de hombre, sino mías; por tanto, testificareis que son de mi, y no del hombre.
“Porque es mi voz que os las declara; porque os son dadas por mi Espíritu …
“Por tanto, podéis testificar que habéis oído mi voz y que conocéis mis palabras” (D. y C. 18:33-36).
De ese modo, lo que parece ser el monologo de la oración se convierte en realidad en un dialogo con Dios a medida que nos sumergimos en las Escrituras.
Como le sucedió a Elías, así es hoy día. Dios no esta en el terremoto, ni en los vientos, ni en los fuegos, sino que nos habla con una voz apacible. Junto con el presidente Kimball, yo también testifico que esta corriente constante de comunicación revelada es lo que continua guiando a la Iglesia por medio de nuestro profeta Ezra Taft Benson, de sus consejeros y de los Doce Apóstoles. Se manifiesta por intermedio de los Setenta y del Obispado Presidente. Se manifiesta a los presidentes de estaca, y a los obispos, y a todos los oficiales de los quórumes y de las organizaciones de la Iglesia en todo el mundo. Habla a nuestros misioneros, llega a los jefes de familia. Mas aun, testifico que esta voz apacible esta hablando a vosotros Por favor, sosegaos y escuchad. El salmista dijo: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmos 46:10).
El vive, El os ama. El desea que lo sigáis, pero no que lo sigáis esperando alguna representación espectacular de El, sino simplemente porque lo amáis. Doy mi solemne testimonio de que El vive, que esta cerca de vosotros y que somos guiados por su Profeta en la actualidad. Todo esto lo digo en el sagrado nombre de Jesucristo. Amen.