1990–1999
Zapatos pioneros a través de las edades
Octubre 1997


Zapatos pioneros a través de las edades

“Cuando nos fortalecemos espiritualmente el uno al otro, al desarrollar la fe y el hermanamiento, nos calzamos con los zapatos de los pioneros.”

Hermanos y hermanas, gracias por el tremendo apoyo que prestaron a la reunión general de la Sociedad de Socorro. Una hermana se me acercó y me dijo: “¡Me siento tan emocionada! Estoy esperando sus órdenes; lista para trabajar”. No estoy aquí para dar órdenes; esas las podemos recibir al encontrarnos de rodillas. Pero con el entusiasmo que detecte en su voz, ella podía abordar y resolver cualquier problema familiar, en el barrio o en el vecindario. En todas las organizaciones auxiliares es preciso que aprestemos en circulo los carromatos y nos preparemos para el aumento en el numero de miembros.

En la sección 25 de Doctrina y Convenios el Señor le dijo a Emma Smith: “Y de cierto te digo que desecharás las cosas de este mundo y buscaras las de uno mejor” (1). ¿Cuales son las cosas “de uno mejor”? Los pioneros, tanto los del pasado como los de hoy, nos lo han mostrado. Caminen junto conmigo en los zapatos de varios pioneros y se darán cuenta, como yo lo he hecho, de como los santos han desechado las cosas de este mundo y han encontrado “las de uno mejor”.

Tengo en la mano un par de zapatos pioneros hechos por un pionero moderno, el hermano Robert King, mientras servia como misionero en Nauvoo. El fue el primer miembro de su familia que se unió a la Iglesia, o al menos eso es lo que pensaba. El hermano King y su esposa sirven actualmente como misioneros de historia familiar y, en el curso de su investigación, el descubrió que su bisabuelo Reed y su tío abuelo Abraham se unieron a la Iglesia en 1835. Pero Reed perdió la fe; anduvo errante por senderos des conocidos, y el tierno vástago de la fe murió dentro de el. Esta actitud de abandonar la fe me preocupa. Al viajar y conocer nuevos conversos, con los ojos radiantes de gozo y de paz que les ha brindado su nueva fe, los he visto realizar grandes sacrificios para unirse al redil. Debemos reconocer su sacrificio demostrándoles amor y fortaleciéndolos. Quisiera suplicar a nuestras hermanas que dejen de preocuparse de si una llamada por teléfono o una visita trimestral o mensual son suficientes, y que, en vez de ello, se concentren en brin dar cuidado amoroso a esas almas tiernas. Tenemos la responsabilidad de asegurarnos de que la llama del Evangelio continúe viva en el corazón de esas personas. Se nos ha mandado buscar a las ovejas perdidas y ayudarlas a sentir el amor de nuestro Salvador. Tal como dice el élder Neal A. Maxwell: “Es mas fácil buscar y ayudar a una oveja cuando las noventa y nueve están seguras en el redil” (2).

Cuando nos fortalecemos espiritualmente el uno al otro, al desarrollar la fe y el hermanamiento, nos calzamos con los zapatos de los pioneros.

Permítanme contarles el resto de la historia del hermano King. Recordaran que la semilla de la fe se había plantado tanto en la vida de su bisabuelo Reed como en la de su tío abuelo Abraham. ¿Que fue de Abraham? El guardó la fe. Al sentirse parte de esta gran causa, Abraham soportó las persecuciones y las tribulaciones de la migración pionera hacia el oeste. Debido a su dedicación a la causa de Sión, su posteridad cuenta con mas de 2.000 miembros de la Iglesia en la actualidad.

Así como Abraham se ganó el amor y el respeto de su familia por ser un valiente pionero, lo mismo ocurrirá con mi amigo Robert King. El fue el primero en buscar una línea perdida de historia familia hasta que por fin encontró a su bisabuelo Reed. Debido a que el hermano King eligió buscar las cosas de un mundo mejor y calzar sus zapatos de pionero, el es un conducto mediante el cual las generaciones, tanto pasadas como futuras, recibirán las bendiciones del Evangelio de Jesucristo.

Al llegar a percibir ese espíritu pionero y al llegar a saber y a comprender nuestro pasado, obtendremos fortaleza para el futuro. Hermanos y hermanas, calcemos

nuestros zapatos pioneros; busquemos nuestro pasado; escribamos nuestra historia familiar.

De una de las paredes de mi casa cuelga una placa que cada día me invita a recordar de dónde vine. Dice: “No importa si un árbol alcanza una estatura de mas de trescientos metros, cada hoja, todos los días, tiene que extraer el sustento de la raíz” (3).

No importa cual sea nuestra historia familiar, todos podemos arraigarnos en el Evangelio de Jesucristo y recibir diariamente sustento espiritual. Este año nos hemos fortalecido al aprender acerca de la vida de los pioneros del pasado. Sigamos adelante, fortaleciéndonos espiritualmente y de esa forma brindar sustento a la fe de aquellos a quienes servimos.

Una mañana en que viajaba en su auto, la hermana Carol Petranek, presidenta de la Sociedad de Socorro de estaca de Silver Springs, Maryland, recibió inspiración en cuanto a su próxima conferencia de las mujeres. Sintió que a cada una de las hermanas debería pedírsele que escribiera una breve composición sobre la primera mujer de su familia que se unió a la Iglesia. Mas tarde, esas hermanas recopilaron esas historias en el libro que tengo en la mano intitulado A Heritage of Sisterhood ( Un patrimonio de hermandad), que esta repleto de historias de fe y dedicación.

La hermana Donna Packer, esposa del presidente Boyd K. Packer, recibió impresiones similares. Después de una investigación diligente, ella escribió la historia de la familia Packer, convirtiéndola en un relato pintoresco y conmovedor que se lee mas bien como una novela histórica. El libro detalla un rico patrimonio de espíritu y de fe pioneros.

Durante el curso de la investigación que llevó a cabo, la hermana Packer se familiarizó con los propietarios de Groombridge Place, las tierras que pertenecieron a la familia en Inglaterra. Al presidente y a la hermana Packer se les invitó hospedarse en ese lugar. El presidente Packer volcó sus pensamientos y sentimientos en la poesía; me gustaría compartir el ultimo verso de ese poema:

“Nuestro legado, así como la vida,

a otros damos, y lo conservamos nuestro.

Pagamos así la deuda habida

a los seres que ya han muerto.

Lo que ellos ahora nos legan

perdurara para siempre atesorado.

Como el terreno, nuestras vidas se edifican

en cimientos del pasado” (4).

Cuanto mas fuertes sean nuestros cimientos espirituales, tanto mayor será nuestra capacidad para edificar el reino, y tanto mayor será nuestro gozo. A medida que escriban SU historia familiar, que estén al cuidado de las ovejas perdidas y que den tierno cuidado a las semillas de la fe de los demás, se encontraran diciéndose a si mismos: “¿Ya se acabó el día?”, en vez de “¿Cuando se acabara este día?”. Las mujeres pioneras no tenían tiempo para desperdiciarlo en el desanimo; se encontraban demasiado ocupadas en camino a Sión.

Siento el mismo optimismo que el presidente Hinckley al haber visto pioneras contemporáneas que viven en los lugares donde la Iglesia apenas empieza a florecer, así como en estacas y barrios bien establecidos. La misma clase de fe que emana de la historia de los primeros días de la Iglesia la experimente en Mendoza, Argentina.

Nunca olvidare a la hermana Elda Nelly Sánchez. Ella es una pionera aun en su lecho de enfermedad. Esta valiente mujer ha criado una familia recta y ha servido fielmente desde que la Iglesia se inició en Argentina. Pero hoy ella sufre los estragos del cáncer. Cuando me llevaron a su dormitorio, el rostro le brillaba con sabiduría y testimonio. Expresó su gratitud por el Evangelio de Jesucristo y dijo de su enferme dad: “Estoy agradecida por estar donde estoy y por lo que estoy pasando porque se que mi Padre Celestial me ama” (5).

Al igual que la hermana Sánchez, nosotros podemos sentir el amor de nuestro Padre Celestial; El conoce nuestras circunstancias y nuestros pesares, y no nos dejara desconsolados. Tan sólo debemos buscar las cosas de un mundo mejor, y podremos sentir Su amor perfecto.

Una de las primeras mujeres pioneras llamada Eliza Cheney fue capaz de desechar las cosas del mundo debido a que había dado sustento a la semilla de la fe que llevaba en su interior. Al estar en Winter Quarters, Eliza recibió una carta de sus padres en la que le ofrecían cualquier cantidad de dinero a fin de que negara su nueva religión y volviera a casa. Ella ajustó mas firmemente los cordones de sus zapatos pioneros. Aun en esas pésimas condiciones, la fe de Eliza permaneció viva y escribió a sus padres lo siguiente:

“No tengo la menor intención de regresar, ni tampoco Nathan … nuestra causa es justa y debe seguir adelante … no abrace esta obra precipitadamente: vine a ella con pleno conocimiento. Analice el asunto con mucho cuidado, tome en cuenta los riesgos y sabia las consecuencias de cada paso que tomaría.

“Si pudiera estar entre las multitudes que Juan vio, cuyas túnicas habían sido emblanquecidas con la sangre del Cordero, yo, al igual que ellos, debo pasar muchas tribulaciones y, en vez de pensar que es muy difícil pasar por estas dificultades, lo considero sumo gozo el haber sido tenida por digna de padecer afrenta por causa de Su Nombre” (6).

Hermanos y hermanas, ya sea en las planicies de Nebraska, en Argentina, en las carreteras de Maryland, o dentro de las paredes de nuestro hogar, la fe sencilla de un verdadero pionero es poderosa y eterna. Como dijo el élder Neal A. Maxwell: “Recordemos … que ninguno de los pioneros de la Iglesia se inactivó durante su penosa travesía porque sentían profundamente que se les necesitaba” (7).

¿ Sienten nuestros estimados conversos, los miembros que han vuelto a la actividad o los que lo han sido durante mucho tiempo que se les necesita? Si no es así, entonces debemos cuidar con amor sus tiernas almas. Surtió el efecto deseado para el tío abuelo del hermano King, Abraham Owen Smoot, y lo hará también para ustedes y para mi.

Doy gracias a mi Padre Celestial por todos los pioneros del pasado y del presente, quienes han desechado las cosas del mundo. A medida que emulemos la fe y las virtudes sencillas de ellos, encontraremos la paz. Que nos calcemos con zapatos pioneros y elijamos lo mejor, es mi humilde oración, en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. D. y C. 25:10.

  2. “Disposition of a Disciple”, 1976, pág. 35.

  3. Pensamiento de Rosemary Nelson.

  4. “Ancestral Home”, de Donna Packer, Footings of the Past, 1988, pág. 402.

  5. Utilizado con permiso.

  6. “The City In Between”, History of Centerville, Utah, pág. 379.

  7. Liahona, julio de 1982, pág. 77.