Sean Dignos de la Joven con la Cual se Van a Casar Algún Día
“Esfuércense por ser dignos de la joven mas encantadora del mundo. Manténganse dignos a lo largo de todos los días de su vida”
Hace una semana, desde este Tabernáculo, el presidente Faust y la presidencia general de las Mujeres Jóvenes hablaron a las mujeres jóvenes de la Iglesia.
Mientras contemplaba la congregación de hermosas jóvenes, me preguntaba: “¿Estamos preparando una generación de jóvenes varones dignos de ellas?”.
Esas chicas son tan lozanas y llenas de vitalidad; son hermosas e inteligentes; son capaces, fieles, virtuosas, verídicas. Sencillamente, son jóvenes extraordinarias y encantadoras.
Por lo tanto, esta noche, en esta grandiosa reunión del sacerdocio, quisiera hablarles a ustedes, los hombres jóvenes, que son el complemento de ellas. El título de mi discurso es: “Sean dignos de la joven con la cual se van a casar algún día”.
La joven con la cual se casen se jugará la suerte con ustedes. Ella le entregará todo su ser al joven con quien contraiga matrimonio. En gran forma, él determinará el resto de su vida. En algunos países, incluso ella dejará de utilizar su apellido para emplear el de él.
Como Adán lo declaró en el Jardín de Edén: “… Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne …
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:23-24).
Por ser miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y por ser hombres jóvenes que poseen el sacerdocio de Dios, ustedes tienen una tremenda obligación hacia la joven con quien se casen. Quizás ahora no piensen mucho en eso, pero no está muy lejos cl momento en que comenzarán a hacerlo, y ahora es el tiempo de prepararse para el día más importante de su vida, en el que tomen para sí una esposa y compañera igual con ustedes ante el Señor.
Esa obligación empieza con una lealtad absoluta. Como dice la antigua ceremonia de la Iglesia Anglicana, se casan con ella “en la riqueza y en la pobreza, en la enfermedad y en la salud, en lo bueno y lo malo”. Ella será suya y nada más que suya, sean cuales sean las circunstancias. Ustedes serán de ella y sólo de ella. No deben tener ojos para nadie más. Deben ser totalmente leales, invariablemente leales el uno para el otro. Esperemos que contraigan matrimonio para siempre, en la casa del Señor, por la autoridad del sacerdocio sempiterno. A lo largo de todos los días de su vida deben ser tan constantes el uno con el otro, como la Estrella Polar.
La joven con la que se casen espera que ustedes lleguen al altar del matrimonio absolutamente puros; espera que sean jóvenes virtuosos, tanto de hecho como de palabra.
Jóvenes, esta noche les ruego que se mantengan incólumes de la suciedad del mundo. No se permitan participar en conversaciones vulgares ni digan chistes subidos de tono. No deben entretenerse con el Internet con el fin de encontrar materiales pornográficos. No deben hacer llamadas telefónicas para escuchar basura. No deben alquilar videocasetes que contengan pornografía de ninguna clase. Sencillamente, las cosas lascivas no son para ustedes. Manténganse alejados de la pornografía como evitarían el contagio de una enfermedad maligna, ya que es igualmente destructiva. Se puede convertir en un hábito, y quienes se permitan participar de ella llegan al punto de no poder abandonarla. Así se convierte en una adicción.
Para quienes la producen es un negocio de cinco mil millones de dólares y tratan de hacerla lo más excitante y fascinante posible. La pornografía seduce y destruye a sus víctimas; está en todas partes y nos rodea por todos lados. Les ruego, jóvenes, que no participen en ella. No pueden darse ese lujo.
La joven con la que se van a casar es digna de un esposo cuya vida no haya estado manchada por ese repulsivo y corrosivo material.
No consideren la Palabra de Sabiduría como un asunto trivial. En mi opinión, es el documento más extraordinario que conozco acerca de la salud. El profeta José Smith la recibió en el año 1833, cuando se sabía relativamente muy poco de cuestiones dietéticas. Ahora, cuanto más avanza la investigación científica, más pruebas hay de los principios de la Palabra de Sabiduría. En la actualidad, la evidencia en contra del tabaco es abrumante; pero, a pesar de ello, contemplamos un aumento tremendo en el uso de esa sustancia por parte de los jóvenes y de las señoritas. La evidencia en contra de las bebidas alcohólicas es también enorme.
Para mí, es irónico que las estaciones de servicio vendan cerveza. Una persona puede embriagarse y ser tan peligrosa en la calle con la cerveza como con cualquier otra bebida alcohólica; todo depende de la cantidad que beba. ¡Qué absolutamente contradictorio es el hecho de que en una estación de servicio, donde se va a comprar gasolina para poder manejar, vendan también cerveza, que puede ser la causa de que una persona maneje bajo la influencia del alcohol y se convierta en un terrible peligro en la carretera!
Manténganse alejados del alcohol, no les va a hacer ningún bien, pero en cambio podría causarles un daño irreparable. Imagínense que beben, que manejan un automóvil y causan la muerte de alguien. Nunca van a poder superar ese horror mientras vivan. El recuerdo los perseguirá día y noche. Lo más fácil es simplemente no participar de la bebida.
Asimismo, manténganse alejados de las drogas ilícitas, que pueden destruirlos en forma absoluta; les quitarán el poder de razonamiento; los esclavizarán de una manera encarnizada y terrible; les destruirán la mente y el cuerpo. Desarrollarán en ustedes un ansia tan grande que harán cualquier cosa para satisfacerla.
¿Podría una joven en su sano juicio querer casarse con un muchacho que fuera adicto a las drogas, que fuera esclavo del alcohol o que tuviera adicción a la pornografía?
Eviten la profanidad, que es de uso común en la escuela. Parecería que la gente joven se enorgulleciera en utilizar un lenguaje sucio y obsceno, y que también encontrara placer en la profanidad tomando el nombre de nuestro Señor en vano. Esto se convierte en un hábito vicioso que, si se dan el gusto de utilizarlo cuando son jóvenes, se manifestará durante toda la vida. ¿Quién querría casarse con un hombre cuyo lenguaje estuviera lleno de palabras obscenas y profanas?
Existe también otro grave problema del cual los jóvenes se hacen adictos. Es la ira. Ante la provocación más pequeña, explotan en un berrinche de ira incontrolable. Es lamentable ver a alguien tan débil. Pero, lo que es peor, están propensos a perder todo sentido de razonamiento y hacen cosas que más adelante les causan remordimiento.
Escuchamos mucho en estos días hablar del fenómeno del “furor en la calle”. Los conductores se sienten provocados ante la más mínima exasperación; y montan en cólera, llegando incluso hasta el asesinato. Luego sigue toda una vida de lamentaciones.
Como dijo el autor del libro de Proverbios: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Proverbios 16:32) .
Si ustedes tienen mal carácter, ahora es el momento de controlarlo. Cuánto más lo intenten ahora que son jóvenes, más fácilmente lo lograrán. Que ningún miembro de esta Iglesia pierda jamás el control de esa forma tan innecesaria y encarnizada. Que aporte a su matrimonio palabras de paz y serenidad.
Constantemente atiendo casos en que los miembros de la Iglesia, que han contraído matrimonio en el templo y que después se han divorciado, solicitan una cancelación del sellamiento del templo. Al principio, cuando se casaron, estaban llenos de grandes esperanzas y con un maravilloso espíritu de felicidad. Pero la flor del amor se marchitó en un ambiente de críticas y protestas, de palabras ruines e ira incontrolable. El amor desaparece a medida que la contención comienza a tomar forma. Vuelvo a repetir, si alguno de ustedes, los hombres jóvenes, tienen problemas en controlar su mal carácter, les ruego que comiencen desde ahora a corregirse. De otra forma, sólo aportarán lágrimas y dolor al hogar que algún día establezcan. Jacob, en el Libro de Mormón, condena a su pueblo por las iniquidades cometidas en el matrimonio. Y dice: “He aquí, habéis cometido mayores iniquidades que nuestros hermanos los lamanitas. Habéis quebrantado los corazones de vuestras tiernas esposas y perdido la confianza de vuestros hijos por causa de los malos ejemplos que les habéis dado; y los sollozos de sus corazones ascienden a Dios contra vosotros. Y a causa de lo estricto de la palabra de Dios que desciende contra vosotros, han perecido muchos corazones, traspasados de profundas heridas” (Jacob 2:35).
Esfuércense por conseguir una instrucción académica. Obtengan toda la capacitación que puedan. El mundo les pagará mayormente según lo que piense que valen. Pablo no se anduvo con rodeos cuando le escribió a Timoteo: “… porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8).
La obligación primordial que tienen es mantener a su familia.
Su esposa será muy afortunada si no tiene que salir a competir en el campo laboral. Será doblemente bendecida si puede permanecer en casa mientras ustedes proporcionan el sustento diario de la familia.
El tener estudios es la clave de la oportunidad económica. El Señor impuso a Su pueblo el mandato de buscar conocimiento, “tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 109:14). No hay duda de que podrán mantener mejor a su familia si tienen la mente y las manos capacitadas para hacer algo que sea remunerativo en la sociedad de la que van a formar parte.
Sean mesurados con lo que desean. Al comenzar la vida en común, no es necesario que tengan una casa grande, donde tengan que pagar mucho. Pueden y deben evitar el sentirse abrumados por las deudas. No hay nada que cause más tensión en el matrimonio que las deudas agobiantes que los hacen esclavos de sus acreedores. Es posible que tengan que pedir dinero para comprar una casa, pero no permitan que sea tan costosa que las preocupaciones ocupen sus pensamientos día y noche.
Cuando yo me casé, mi prudente padre me dijo: “Cómprate una casa modesta y paga la hipoteca, para que de esa forma, en el caso de que surjan problemas económicos, tu esposa y tus hijos tengan un techo sobre la cabeza”.
La joven que se case con ustedes no deseará hacerlo con un tacaño; ni tampoco va a querer hacerlo con un derrochador. Ella tiene derecho a saber todo lo relacionado con la economía de la familia. Ella será su socia. Si no hay al respecto un entendimiento pleno y total entre ustedes y su esposa, surgirán los malos entendidos y las sospechas que causarán dificultades que pueden conducir a problemas más serios.
Esa joven deseará contraer matrimonio con alguien que la ame, que confíe en ella, que ande a su lado, que sea su mejor amigo y compañero. Deseará casarse con alguien que la aliente en sus actividades de la Iglesia y en las de la comunidad que le ayudarán a desarrollar su talento y a hacer una contribución más grande a la sociedad. Deseará casarse con alguien que tenga un sentido de prestar servicio a los demás, que esté dispuesto a contribuir a la Iglesia y a otras buenas causas. Deseará casarse con alguien que ame al Señor y busque hacer Su voluntad. Por lo tanto, es conveniente que cada uno de ustedes, los jóvenes, haga planes de ir a una misión, para dar generosamente a su Padre Celestial una fracción de su vida, para ir, con un espíritu de total altruismo, a predicar el Evangelio de paz al mundo, dondequiera que se les mande. Si son buenos misioneros}regresarán con el deseo de continuar prestando servicio al Señor, de guardar Sus mandamientos y de hacer Su voluntad. Ese comportamiento aumentará considerablemente la felicidad del matrimonio.
Como he dicho, ustedes desearán contraer matrimonio en un lugar, un solo lugar: la Casa del Señor. Es imposible que puedan ofrecer a su compañera un obsequio mayor que el matrimonio en la santa casa de Dios, bajo el ala protectora del convenio sellador del matrimonio eterno. No hay ningún sustituto adecuado para eso. No debe existir para ustedes ninguna otra forma.
Escojan con cuidado y prudencia. La joven con la cual vayan a casarse será de ustedes para siempre. Ustedes van a amarla y ella, a su vez, los amará en las buenas y en las malas, en tiempos de abundancia y de escasez. Ella se convertirá en la madre de sus hijos. ¡Qué puede haber más grande en este mundo que ser padre de un preciado bebé, un hijo o una hija de Dios, nuestro Padre Celestial, sobre el cual se nos han dado los derechos y las responsabilidades de la mayordomía terrenal!
¡Qué tierno es un bebé! ¡Qué estupendo es un hijo! ¡Qué maravillosa es la familia! Vivan dignos de llegar a ser el padre de quien su esposa y sus hijos se sientan orgullosos.
El Señor nos ha ordenado que debemos casarnos, que debemos vivir juntos en amor, paz y armonía, y que debemos criar nuestros hijos en Sus vías santas.
Mis queridos jóvenes, es posible que no piensen seriamente en eso ahora, pero llegará el momento en que se enamorarán. Eso ocupará todos sus pensamientos y será el elemento principal de sus sueños. Esfuércense por ser dignos de la joven más encantadora del mundo.
Manténganse dignos a lo largo de todos los días de su vida. Sean buenos, verídicos y bondadosos el uno con el otro. Hay mucha amargura en el mundo. Es mucho el dolor y el pesar que causan las palabras airadas. Son muchas las lágrimas que se derraman por culpa de la deslealtad; pero es mucha la felicidad que puede existir si nos esforzamos por ser complacientes y sentir el deseo irresistible de hacer sentir bien y feliz a nuestra compañera.
A fin de cuentas, eso es lo que significa en verdad el Evangelio. La familia es una creación de Dios. Es la creación básica. La forma de fortalecer al país es fortalecer los hogares de la gente.
Estoy convencido de que si buscáramos las virtudes, el uno del otro, y no los defectos, habría más felicidad en el hogar de nuestra gente. Habría muchos menos divorcios, mucha menos infidelidad, muchos menos enojos, rencores y peleas. Habría mucho más perdón, más amor, más paz y más felicidad. Así es como el Señor quiere que sea.
Jóvenes, ahora es el momento de prepararse para el futuro. Y. para la mayoría de ustedes, en ese futuro se encuentra una hermosa joven cuyo deseo más grande es el de unirse con ustedes en una relación eterna y duradera.
No conocerán una felicidad más grande que la que encuentren en su hogar; ni tendrán ninguna otra obligación más importante que la que enfrenten allí. La calidad de su matrimonio será la verdadera señal del
éxito que tengan en la vida.
Que Dios les bendiga, mis queridos jóvenes. No podría desearles nada más maravilloso que el amor,
el amor absoluto y total de una compañera de la cual sean merecedores y se sientan orgullosos en
todos los aspectos. Esta decisión será la decisión más importante de todas las decisiones que hagan en
su vida. Oro para que el cielo les sonría en las elecciones que hagan, para que sean guiados, para que
vivan sin pesar, en el nombre de Jesucristo. Amén.