Las virtudes de las hijas rectas de Dios
Las aliento a fortalecer las virtudes que ya han adquirido y a decidir adquirir muchas otras.
Mis queridas jóvenes hermanas, me siento maravillado al estar en su presencia debido al gran potencial que tienen para hacer el bien. Ustedes son una parte indispensable de lo que la Iglesia y el mundo llegarán a ser, así como lo fueron sus madres, tías y abuelas en años pasados; ustedes pueden tener una felicidad que exceda a sus expectativas y sueños más anhelados.
Esta noche nos sentimos especialmente honrados con la presencia del presidente Gordon B. Hinckley, del presidente Thomas S. Monson, así como de otras Autoridades Generales. Felicito a la hermana Tanner, a la hermana Beck y a la hermana Dalton por sus excelentes mensajes acerca de ser firmes en Cristo; de igual manera, la música a cargo de este coro de mujeres jóvenes ha sido, en verdad, excepcional.
Con fecha del 19 de marzo de 2003, la Primera Presidencia envió una carta a los líderes del sacerdocio en la que se les instaba a ayudar a las mujeres jóvenes en su etapa de transición a mujeres adultas, lo cual es muy importante. En la carta se hacía hincapié en que, si bien la responsabilidad primordial es de los padres, los obispados y las hermanas líderes de las Mujeres Jóvenes y de la Sociedad de Socorro deben trabajar juntos para fortalecer a nuestras mujeres adultas jóvenes en dicha transición.
Mis queridas hermanas jóvenes, al viajar en asignaciones de la Iglesia en diversos lugares del mundo, he conocido a algunas de ustedes, mujeres jóvenes maravillosas, y he quedado impresionado con su firmeza. Puedo decir sin vacilar que ustedes pueden tener “un fulgor perfecto de esperanza” por su futuro, así como un gozo sin fin si “[siguen] adelante” como hijas rectas de Dios1. Ustedes son jovencitas de virtud y de gran promesa. Las aliento a fortalecer las virtudes que ya han adquirido y a decidir adquirir muchas otras.
Esta noche me gustaría hablar de algunas de esas virtudes. Muchas personas no entienden plenamente el significado de virtud. Comúnmente se entiende que quiere decir ser casto, o moralmente limpio; pero la virtud, en su sentido más completo, comprende todas las características de la rectitud que nos ayudan a formar nuestro carácter. Un antiguo adagio de 1813, enmarcado en un museo de Newfoundland, dice: “La virtud es la belleza más importante de la mente, el más noble ornamento de la humanidad. La virtud es nuestra seguridad y nuestra estrella guiadora que despierta la razón cuando nuestros sentidos yerran”.
Permítanme sugerir diez virtudes que cada una de ustedes puede esforzarse por alcanzar en su búsqueda de la excelencia y la felicidad:
1. Fe
Menciono primero la virtud de la fe porque es la más importante. El profeta José Smith enseñó que la fe en el Señor Jesucristo es “el fundamento de toda rectitud”2. Les prometo, encantadoras jovencitas, que si se esfuerzan por vivir los mandamientos, su fe seguirá creciendo. Al ejercitar la fe, nos volvemos alegres y optimistas, caritativos y valientes, porque la fe es la fuerza impulsora de todas esas virtudes.
2. Honradez
Una joven, que integraba el equipo de voleibol de una universidad, cuenta de la ocasión en que ella y su amiga Muki jugaban juntas en un partido de campeonato:
“Recuerdo que el partido estaba a punto de empatar… Gracie [del equipo contrincante] se preparó para sacar, saltó y le dio a la pelota con todas sus fuerzas… Los jueces de línea indicaron que la pelota había caído fuera, y el oficial principal levantó el dedo y le dio el punto a nuestro equipo. Empezamos a felicitarnos, cuando en eso vimos que Muki le indicaba al oficial que ella había tocado la pelota en el bloqueo; ella les insistía que la había tocado, pero los jueces… indicaban que la pelota había salido y que nadie la había tocado.
“Muki, que por lo general era callada y retraída, había demostrado integridad y honradez como yo jamás había visto. A Gracie Shute le impresionó tanto que habló con Muki después del partido… Posteriormente Muki le dio a Gracie un ejemplar del Libro de Mormón. No sé si lo ha leído… pero sí sé que a Gracie le conmovió el ejemplo de Muki, al igual que a todas nosotras”3.
No pueden ser honradas con los demás a menos que sean honradas con ustedes mismas.
3. Castidad
En “La familia: Una proclamación para el mundo”, leemos: “Los sagrados poderes de la procreación se deben utilizar sólo entre el hombre y la mujer legítimamente casados como esposo y esposa”4. Además, el Señor dice en el Libro de Mormón: “Yo, el Señor Dios, me deleito en la castidad de las mujeres”5. Es más probable que quienes se involucren en intimidades físicas con alguien fuera del matrimonio tengan sentimientos de culpabilidad, así como de un profundo daño emocional y físico. Las relaciones íntimas entre un hombre y una mujer, fuera de los límites que el Señor ha señalado, acarrean gran sufrimiento, vergüenza, degradación y desdicha para los que actúen de ese modo.
Por el contrario, cuando esos sagrados dones se usan según lo dispuso el Señor, dentro de los límites del matrimonio en el templo, nos proporcionan el gozo y la felicidad más grandes. Cuando tenemos una familia y una posteridad, llegamos a ser cocreadores con Dios. La castidad antes del matrimonio seguida de la fidelidad después del mismo constituyen el pasaporte sagrado hacia el autorrespeto y la felicidad para todos. El presidente N. Eldon Tanner dio un buen consejo que me gustaría repetir: “Recuerden siempre que en la vida pueden lograr más con respeto que con popularidad”6. Les recomiendo el excelente consejo sobre la pureza sexual que se encuentra en el folleto: “Para la fortaleza de la juventud”.
4. Humildad
La humildad tiene que ver con la moderación. Por ejemplo, cuando reciban una felicitación, recíbanla con gentileza, pero no permitan que las vuelva orgullosas. Ustedes, jovencitas, han aprendido mucho, pero tienen mucho más que aprender. La persona que es humilde es dócil; de hecho, el Señor ha prometido: “Porque se envía mi Espíritu al mundo para iluminar a los humildes y a los contritos”7. Uno de mis dichos favoritos es: “Aprende a decir ‘no sé’. Si lo usas cuando sea apropiado, lo usarás a menudo”8.
5. Autodisciplina
Deben tener la fuerza para autodisciplinarse a fin de que de esa manera logren sus metas y realcen su fortaleza natural. Los hábitos de autodisciplina que adquieran mientras sean jóvenes llegarán a ser parte de lo que forme su carácter para el resto de sus vidas. El carácter que sea el resultado de la autodisciplina se levantará con ustedes en la Resurrección9.
El principio del trabajo es parte de la autodisciplina. Ahora bien, mis queridas hermanitas, he vivido un buen número de años más que ustedes, pero aun en el tiempo de mi abuelo, había algo que nos hacía querer echarnos a dormir: lo llamaban trabajo.
6. Justicia
Tenemos que ser justos y caritativos en nuestros tratos con los otros seres humanos. El Salvador nos dio la parábola del siervo injusto que debía mucho dinero. Su amo le perdonó la deuda, pero el mismo sirviente fue y mandó a la prisión a un consiervo por una deuda mucho más pequeña. El amo lo amonestó por no haber mostrado la misma compasión que él había recibido y lo mandó al mismo lugar que su consiervo10.
Si ustedes son justas con los demás, es más probable que ellos lo sean con ustedes. Se cuenta el caso de una maestra de la Escuela Dominical que enseñaba ese principio y que dijo a su clase: “Recuerden, estamos aquí para ayudar a los demás”. Una niña de la clase preguntó: “¿Entonces para qué están aquí los demás?”.
7. Moderación
Parte del espíritu de la Palabra de Sabiduría es la moderación en todas las cosas, excepto en las cosas que el Señor ha prohibido en forma específica. Es bueno evitar los extremos en el vestir, en el peinado, en el maquillaje, en la conducta, en el hablar y en la música. Los estilos extremos pueden llamar la atención, pero es más probable que desilusionen a quienes en verdad deseen impresionar.
Cuando era joven, mis amigos y yo íbamos a un parque de atracciones donde nos subíamos al plato volador. Tenía la forma de un plato al revés que daba vueltas y vueltas. La mayoría de nosotros tratábamos de colocarnos en el centro para que la fuerza centrífuga no nos hiciera caer a medida que aumentaba la velocidad. A veces, los que se encontraban en el borde se agarraban del amigo que estaba más cerca del centro, pero eso los sacaba a los dos completamente del plato volador. Pronto me di cuenta de que la fuerza centrífuga era menos poderosa en el centro; me sentía muy seguro en el centro aunque el plato continuase girando; pero era riesgoso cuando alguien que estaba en el borde se aferraba de mí. Aprendí que la seguridad radica en mantenernos cerca del centro.
8. Limpieza
Hace años, el presidente Hunter, mi esposa y yo visitamos a unos alumnos de la Universidad Brigham Young cuando el programa de estudios en Jerusalén se hospedaba en un kibbutz, un hostal israelita. En la puerta de dos de los alumnos había un anuncio que decía: “Si la limpieza sigue a la santidad, ¡bienvenidos al purgatorio!”.
El presidente Hinckley dio un consejo excelente cuando dijo: “Sean limpios en su vestimenta y en sus modales… La época en que vivimos se caracteriza por la ropa desaliñada y los modales descuidados de la gente. No me preocupa tanto cómo se vistan ustedes, pero es necesario que sean limpios… Asegúrense de su limpieza personal”11. Recuerden que ustedes y la Iglesia serán juzgadas en parte por su limpieza y el cuidado de su apariencia.
9. Valentía
Ustedes, valiosas jovencitas, van a necesitar mucha valentía: valentía para enfrentarse a la presión de los amigos, para resistir la tentación, para soportar el ridículo o el ostracismo, para defender la verdad. También van a necesitar valentía para enfrentar los desafíos de la vida. Una jovencita que era corredora de larga distancia escribió: “A menudo me siento tentada a rendirme y salir de la carrera. Durante mi primera carrera este año, cuando estaba a punto de sentirme abrumada y rendirme, la letra de la tercera estrofa de “Qué firmes cimientos” acudieron a mi mente. Las palabras me infundieron el valor para terminar la carrera”12.
“Pues ya no temáis, y escudo seré,
que soy vuestro Dios y socorro tendréis;
y fuerza y vida y paz os daré…
y salvos de males vosotros seréis”13.
10. Gracia
Se nos dice en Doctrina y Convenios que debemos “crecer en gracia”14. La gracia es una virtud otorgada por Dios; es la disposición a ser bondadoso y a hacer lo bueno; es una característica o logro encantadores; “una apariencia agradable y elegante”15. El encanto es la atracción que proviene de un sentimiento de decoro personal; una belleza interior que viene del sentimiento de valía. Se ha dicho que la expresión del rostro es más importante que la ropa que se lleve puesta. Conozco a un excelente joven soltero que tiene una lista de cualidades que busca en su futura esposa. La alegría ocupa el primer lugar en la lista.
Frecuentemente encontramos que la influencia de las mujeres buenas se subestima; es una influencia que si bien suele ser sutil tiene consecuencias inmensas. La influencia de una mujer puede afectar a una nación entera. Cito dos ejemplos de las Escrituras, uno malo y el otro bueno.
En el libro de Éter, la hermosa hija de Jared induce a Akish, por medio de una seductora danza, a casarse con ella; el precio que Akish iba a pagar para casarse era matar al abuelo de ella, el rey Omer, para que el padre de ésta llegara a ser rey. Por insistencia de ella, Akish formó combinaciones secretas bajo juramento, las cuales causaron la destrucción de la nación jaredita16.
Por otro lado, Ester, judía del Antiguo Testamento, salvó a su pueblo. Cuando los judíos estaban en cautiverio, Ester se casó con el rey Asuero; éste firmó un decreto que estipulaba que se daría muerte a todos los judíos. Mardoqueo, primo de Ester, instó a ésta a interceder ante el rey a favor de su pueblo, diciéndole: “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”17. Ester, arriesgando su vida, le rogó al rey que salvara a su pueblo. El rey escuchó su petición, y fueron salvados. La influencia de una mujer puede afectar incluso a una nación.
Estos son tiempos difíciles. Creo que tal vez sus espíritus fueron reservados para estos últimos días; que ustedes, como Ester, han venido a la tierra “para esta hora”. Es posible que sus logros más trascendentales e imperecederos sean la recta influencia que ejerzan en los demás; que su belleza interna e intuición femenina y divina encuentren expresión en su sosegada fortaleza, dulzura, dignidad, encanto, gracia, creatividad, sensibilidad, resplandor y espiritualidad. Realcen estos sublimes dones femeninos; las harán más atractivas y aun irresistibles a medida que sirvan a los demás como siervas de Dios.
Testifico que si ponen en práctica estas virtudes podrán “seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres”18.
En el nombre de Jesucristo. Amén.