Preguntas y respuestas
“Los jóvenes de mi escuela se burlan de mí porque saben que soy miembro de la Iglesia. ¿Cuál es la mejor manera de enfrentar esta situación?”
Liahona
“Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). Los discípulos del Señor han tenido que soportar persecuciones. Piensa en Nefi, Moroni y José Smith. El Salvador mismo sufrió burlas y fue “despreciado y desechado entre los hombres” (Isaías 53:3). En ocasiones, los Santos de los Últimos Días padecen persecución aún hoy.
Hay dos maneras de enfrentar este problema: pasar por alto el maltrato o hablar con los jóvenes que se burlan de ti. En cualquiera de ambos casos, ora en busca de guía sobre cuál es la mejor manera de reaccionar y sé un buen ejemplo. También puedes pedirle consejo a tus padres. Si hay personas en tu barrio o rama que han pasado por esta misma situación, ellos te pueden decir cómo la abordaron.
Si no vas a volver a ver a esos chicos después de terminar tus estudios, puedes pasar por alto el maltrato. Mientras tanto, sé paciente, ora en busca de fortaleza y trata de que no te afecte.
Pero si vas a seguir viéndolos, piensa en hablar con ellos sobre el acoso. A veces los que se burlan de los miembros de la Iglesia lo hacen porque no entienden nuestras creencias y dicen cosas como: “Ustedes no creen en Cristo”, o “Si no toman alcohol, no saben divertirse”. En ese caso, podrías hacerles saber que sí crees en Jesucristo y que eres miembro de la Iglesia de Jesucristo. O diles que es tuya la decisión de no tomar alcohol y que puedes divertirte sin él.
Cuando te maltraten intenta seguir el ejemplo del Salvador respecto a cómo reaccionar. El Señor no se enfadó ni trató de pagar con la misma moneda a los que le hicieron sufrir. Los amó y no se ofendió. Cuando necesites animarte, lee lo que el apóstol Pedro enseñó sobre el ejemplo del Señor en 1 Pedro 2:20–23.
Si buscas la ayuda del Señor para superar esta prueba, tendrás la oportunidad de fortalecer tu fe y mostrar un ejemplo cristiano a esos muchachos. Tu vida es el símbolo de tu fe en el Señor, dice el presidente Gordon B. Hinckley: “Siendo Sus discípulos, todo lo que hagamos que sea malo, vulgar o desagradable sólo conseguirá manchar Su imagen; al igual que cualquier acto bueno, altruista o digno de alabanza que efectuemos le dará más brillo y gloria al símbolo de Aquel cuyo nombre hemos tomado sobre nosotros. De modo que nuestra vida debe ser una expresión significativa, el símbolo del testimonio que tenemos del Cristo viviente, el Hijo Eterno del Dios viviente” (“El símbolo de nuestra fe”, Liahona, abril de 2005, pág. 6).
Lectores
Si estuviera en tu lugar, trataría de sobrellevar la humillación sin sed de venganza, pues ellos no saben lo que hacen. Trataría de ser un buen ejemplo y poner lo mejor de mí para que tanto mis palabras como mis hechos sean ejemplares.
Fe‘ofa‘aki L., 15, Nuku‘alofa, Tonga
Aprovecha esta situación como una oportunidad de compartir el Evangelio mediante tu ejemplo. El Señor nos amonestó a ser pacientes en las aflicciones para que demos a los demás un buen ejemplo en Él (véase Alma 17:11).
Leah N., 19, Legazpi, Filipinas
Nunca amenaces física ni verbalmente a los que te maltraten. Al pensar en mi época de secundaria, soy consciente de que no podría haber soportado algunas situaciones de maltrato de no haber sido por una firme esperanza en el Señor y mi amor por Él y por Sus mandamientos. Cuando el último día de clase salgas por la puerta de la escuela, nunca más volverás a ver a la mayoría de esas personas. Toma la decisión de salir con la cabeza en alto y con un testimonio fuerte, sabiendo que fuiste fiel a las normas del Señor.
Samuel B., 19, Montreal, Québec, Canadá
Mi método para solucionar este problema es tener una creencia firme en nuestro Padre Celestial. Es posible que esté permitiendo que seamos probados a fin de seamos más fuertes. Yo creo que Él ama a todos Sus hijos y que por eso nos disciplina. No debemos pensar demasiado en lo que digan los demás, ya que lo único que conseguimos es confundirnos o asustarnos. Sin embargo, debemos seguir dando un buen ejemplo a nuestros amigos; y también debemos mantenernos firmes como testigos de la verdad y vivir de acuerdo con las normas de lo que es correcto.
Apechard S., 18, Khon Kaen, Tailandia
Sé cómo te sientes. En la escuela los demás jóvenes piensan que soy rara o “demasiado” buena porque nunca digo palabrotas ni hago nada inapropiado. Me sentía muy sola, pero me hice amiga de unas chicas de buen corazón, aunque no son miembros de la Iglesia. Ahora, siempre que los demás necesitan ayuda con algo, acuden a mí porque saben que soy miembro de la Iglesia, que jamás mentiría y que pueden confiar en mí.
Ester K., 11, Itatiba, Brasil
Puedes enfrentarte al maltrato con métodos sencillos, como orar por esas personas e intentar hablar amablemente con ellos sobre la Iglesia y sus principios. Sé siempre un ejemplo de amabilidad y caridad, y demuéstrales que tu fe es más fuerte que las críticas o sus malos tratos. Sé que obtendrás resultados porque yo misma lo he puesto en práctica y mis compañeros de clase pudieron entenderme y respetarme como miembro de la Iglesia.
Karen P., 18, Asunción, Paraguay
Es nuestro deber como miembros de la Iglesia ayudar a las personas que no conocen la verdad. Mis compañeros de clase se reían de mí y decían cosas de la Iglesia. Yo me sentía mal, pero oraba con fe y pedía a mi Padre Celestial que me ayudara a hacerles entender. Yo les di mi ayuda y ahora ellos me dan su apoyo.
Ricay R., 14, Comayaguela, Honduras
Sé lo que se siente al recibir mal trato por ser miembro de nuestra Iglesia. En mi experiencia, si no te avergüenzas del Evangelio ni de la Iglesia, y defiendes tus principios y normas morales, la gente se da cuenta de la pérdida de tiempo que es meterse contigo. Los jóvenes que te maltratan simplemente desconocen tus creencias y tu forma de vida.
Kelly E., 18, West Jordan, Utah, E.U.A.
Las respuestas tienen por objeto servir de ayuda y exponer un punto de vista, y no deben considerarse como pronunciamientos de doctrina de la Iglesia.
Mientras tanto, nuestros desafíos terrenales tienen un significado y un propósito. Piensen en el profeta José Smith, quien durante su vida enfrentó enorme oposición, enfermedad, accidente, pobreza, malentendidos, falsas acusaciones y persecución… Cada uno de nosotros debe pasar por ciertas experiencias para llegar a ser como nuestro Salvador. En la escuela de la vida, el maestro es muchas veces el dolor y la tribulación, pero las lecciones tienen por objeto refinar y fortalecer, y no destruir”.
Élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, “La fe en medio de la tribulación trae paz y gozo”, Liahona, mayo de 2003, pág. 17.