Tiempo para compartir
Puedo arrepentirme y ser feliz
“…He aquí, os digo que debéis tener esperanza, por medio de la expiación de Cristo y el poder de su resurrección, en que seréis resucitados a vida eterna, y esto por causa de vuestra fe en él, de acuerdo con la promesa” (Moroni 7:41).
Una vez, una niña se clavó una astilla en el dedo. Su papá tomó una navajita, la limpió y con mucho cuidado pasó el filo por el dedo de su hijita para encontrar el extremo de la astilla y retirarla. Aun cuando su papá lo hizo con mucho cuidado, ¡le dolió mucho cuando se la sacó! La siguiente vez que la niña se clavó una astilla, no se lo dijo a nadie. A los pocos días el dedo se había infectado y le dolía tanto que querían que le sacaran la astilla sin importar lo que tuvieran que hacerle. Su papá se la retiró con mucho cuidado y a partir de entonces el dedo se le empezó a mejorar.
El hacer algo malo siempre nos duele y a menudo hace daño a otras personas. Tal vez pensemos que el dolor desaparecerá si dejamos de pensar en ello; pero si no le hacemos caso, ese acto malo seguirá doliéndonos y entristeciéndonos.
Nuestro Padre Celestial nos ama y desea que seamos felices. Él envió a Su hijo Jesucristo para brindarnos la oportunidad de arrepentirnos. Por medio de Su expiación, Jesús pagó el precio por nuestros pecados a fin de que podamos arrepentirnos y ser perdonados.
El arrepentimiento es el modo de liberarnos y curarnos de un pecado que nos esté dañando espiritualmente. Lo primero que debemos hacer es darnos cuenta de que hemos hecho algo mal y sentir pesar por ello. Este sentimiento procede del Espíritu Santo. Debemos pedirles a nuestro Padre Celestial y a las personas a las que hayamos ofendido que nos perdonen. Luego tenemos que esforzarnos por corregir cualquier problema que resulte de nuestras malas elecciones y decidir no volver a hacerlo jamás. Después de haber hecho todo lo posible por arrepentirnos, nuestro Padre Celestial nos perdonará gracias a la expiación de Jesucristo. El arrepentimiento nos hace más felices en esta vida y hace posible que vivamos con nuestro Padre Celestial y con Jesús para siempre.
Actividad
Puedes jugar este juego solo o con tu familia. Recorta la figura de la página A4 por las líneas gruesas y negras. Dóblala por las líneas punteadas para formar una pirámide. Pega las pestañas con goma de pegar o con cinta adhesiva a fin de que queden en el interior de la pirámide. Escoge uno de los casos para analizar de la lista, lanza la pirámide y explica cómo aplicar a la situación descrita en el caso para analizar el aspecto del arrepentimiento que haya quedado frente a ti.
Ideas del Tiempo para compartir
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1. Antes de venir a la tierra, vivíamos con nuestro Padre Celestial. Muestre a los niños de la Primaria la lámina 3–3 (La vida preterrenal), que representa la idea que el artista tiene del cielo. Explique que nuestro Padre Celestial presentó un plan para que todos obtuviéramos un cuerpo físico y aprendiéramos a escoger lo correcto. Lea Moisés 4:1–4 y después pida a los niños que cuenten el relato en sus propias palabras. Pregunte: “¿Quién es el ‘Hijo Amado’ del que habla nuestro Padre Celestial?”. Muestre la lámina 240 de Las Bellas Artes del Evangelio (Jesús el Cristo). Anote lo siguiente en la pizarra: “Se crearía una tierra donde podríamos vivir y demostrar nuestra obediencia a los mandamientos del Padre Celestial”; “Gritamos de gozo cuando oímos el plan de nuestro Padre Celestial”; “Jesús fue preparado para redimirnos”; “Hubo una guerra en los cielos”. Escriba los siguientes pasajes sin ningún orden particular: Abraham 3:24–25; Job 38:7; Éter 3:14; Apocalipsis 12:7–9. Invite a los niños a leer los pasajes y relacionarlos con cada una de las frases anteriores.
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2. Lean y analicen 2 Nefi 2:27 y señale que las elecciones más importantes que realizaremos serán entre el bien y el mal. Divida los niños en tres grupos y dé a cada grupo una de las láminas siguientes: Las Bellas Artes del Evangelio 309 (Alma bautiza en las aguas de Mormón), 310 (Ammón defiende los rebaños del rey Lamoni), 311 (Los anti-nefi-lehitas entierran sus espadas). En cada uno de estos relatos se habla de personas que se rebelaron, se arrepintieron y cambiaron para servir al Señor. Con la ayuda de los maestros, y empleando las Escrituras y los comentarios del reverso de cada lámina, pida a cada grupo que prepare y presente su relato con un teatrillo sencillo. Pregunte qué hizo cada persona o grupo de personas para demostrar su arrepentimiento y luego pregunte cómo podemos saber que nos hemos arrepentido.