Una actuación ejemplar
Cuando en Hungría una clase se gradúa de la secundaria, celebramos un gran baile al que están invitados todos los profesores, los padres y los amigos. Los miembros de la clase interpretan bailes y hacen otras presentaciones. Cuando yo me gradué, me pidieron que participara de alguna manera, así que decidí tocar el piano. Una de las dos piezas que había elegido era un himno de la Iglesia, y aunque no hay muchos miembros de la Iglesia en Hungría, no esperaba que ninguno estuviera presente durante mi actuación.
El domingo siguiente al baile, se me acercó una hermana muy contenta que me felicitó y me dijo que ella, otros miembros y varios investigadores me habían oído tocar el piano. También hubo miembros menos activos en el baile que oyeron mi interpretación del himno. La hermana me dijo lo maravilloso que había sido oír un himno en una actividad que no era auspiciada por la Iglesia y agregó que había contribuido a fortalecer el testimonio de los allí presentes.
Aprendí que nunca sabemos cuándo estamos dando un buen ejemplo y que hasta los hechos más pequeños pueden influir enormemente en otras personas.