Es suficiente
“Eternas pueden ser las familias por el divino plan” (Canciones para los Niños, pág. 98).
Basado en una historia verídica
Carlitos se secó las lágrimas; su mamá había estado enferma durante muchos meses y por fin su papá la había convencido para que fuera a la ciudad, a muchos kilómetros del pueblito chileno donde vivían, a ver a un médico. Después de hacerle muchos análisis, el médico dijo que la mamá de Carlitos tenía cáncer.
Ella se negó a sentir lástima de sí misma. “Todavía tengo mucho que hacer”, dijo.
Un día, dos jóvenes norteamericanos llegaron a la puerta de su pequeña vivienda. “Somos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”, dijo uno de ellos en español entrecortado.
La mamá, que escuchaba con atención y de vez en cuando hacía preguntas, inmediatamente aceptó el mensaje de los jóvenes. “Es la verdad”, dijo.
A pesar de la enfermedad que le causaba tanto dolor, ella estaba resuelta a ser bautizada y confirmada.
El sábado por la mañana, la familia viajó hasta el pequeño centro de reuniones, donde el élder Metzer la bautizó; ella salió tiritando de la pila bautismal.
“Mamá, tienes frío”, dijo Carlitos, al momento que le pasaba los brazos alrededor de la cintura. “Debes irte a casa donde estarás calentita”.
Ello lo negó con la cabeza. “No es suficiente; me quedaré aquí hasta que sea confirmada. ¿Cómo puedo sentir frío si el Evangelio me da calor?” Entonces fue confirmada miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
La mamá no se quedó conforme con nada más que eso; estaba resuelta a que el papá y Carlitos conocieran el Evangelio restaurado al igual que ella lo había hecho. “Si ustedes oran, llegarán a conocer la verdad de la que hablan los misioneros”, les dijo.
Los élderes les enseñaron el Evangelio de Jesucristo; el papá tendría que dejar de lado sus cigarrillos. Al oír las enseñanzas de los élderes y sentir paz en su corazón, Carlitos empezó a comprender la calidez que su madre había descrito.
El papá dejó de fumar en menos de un mes, y al poco tiempo él y Carlitos fueron bautizados y confirmados. Unas semanas más tarde el papá recibió el Sacerdocio Aarónico, pero Carlitos tendría que esperar tres años más antes de que pudiera recibirlo.
Aunque mamá estaba muy débil, siempre se las arreglaba para ir a la Iglesia y para visitar a los que estaban enfermos en el pueblo.
“Somos miembros de la Iglesia de Dios, pero no es suficiente”, les dijo la mamá a papá y a Carlitos una noche.
“¿Qué debemos hacer ahora?”, preguntó Carlitos, a quien le encantaba aprender sobre el Evangelio y deseaba ponerlo en práctica en todo lo que hacía.
“Debemos sellarnos en el templo”, dijo mamá.
El templo más cercano a su hogar era el de Santiago, pero no tenían el dinero suficiente para hacer el viaje hasta allá, ya que cualquier dinero extra que el papá ganara lo utilizaban para comprar las medicinas de ella.
Entonces la mamá sacó un frasco, que usarían como alcancía para el templo, el cual colocó cerca de la puerta; allí colectaba monedas hasta que la familia llegó a tener dinero suficiente para hacer el viaje. La familia se selló en el templo por esta vida y por la eternidad.
La mamá resplandecía de felicidad. “Es suficiente”, dijo.
“Sé que la tierra fue creada y que la Iglesia del Señor se restauró con el objeto de que las familias sean selladas y exaltadas”.
Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, “Nutrir el matrimonio”, Liahona, mayo de 2006, pág. 36.