2008
Jesucristo enseñó el propósito de nuestra vida en la tierra
Enero de 2008


Mensaje de las maestras visitantes

Jesucristo enseñó el propósito de nuestra vida en la tierra

Por medio de la oración, lea este mensaje y seleccione los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

¿Qué propósito tiene la vida en la tierra?

Presidente Spencer W. Kimball (1895–1985): “El hombre, creado a la imagen de Dios, fue puesto sobre la tierra para experimentar la vida del ser mortal, que es un estado intermedio entre la vida preterrenal y la inmortalidad.

“Nuestros primeros padres, Adán y Eva, desobedecieron a Dios y, al participar del fruto prohibido, se convirtieron en seres mortales. Como consecuencia, tanto ellos como todos sus descendientes quedamos sujetos a la muerte temporal y a la espiritual (muerte temporal: la separación del cuerpo y el espíritu; muerte espiritual: la separación del espíritu de la presencia de Dios y la muerte en relación con todo lo pertinente al espíritu).

“Para que Adán pudiera recobrar su estado original (estar en la presencia de Dios), era necesario que se llevara a cabo una expiación por esa desobediencia. En el divino plan de Dios, se tomaron las providencias para que un Redentor rompiera las cadenas de la muerte y, mediante la resurrección, se hiciera posible la reunión del espíritu y el cuerpo de todas las personas que habitaren en la tierra.

“Fue Jesús de Nazaret quien, antes de que el mundo fuera creado, fue elegido para venir a la tierra a llevar a cabo este servicio, el de conquistar la muerte temporal” (véase “El verdadero camino”, Liahona, agosto de 1978, págs. 6–7).

¿Qué debo hacer para cumplir con mi propósito en la vida?

Presidente Ezra Taft Benson (1899–1994): “Cuando nuestro Padre Celestial puso a Adán y a Eva en esta tierra, lo hizo con el propósito de enseñarles la forma de regresar a Su presencia. Nuestro Padre les prometió un Salvador para redimirlos de su estado caído; les dio el plan de salvación y les mandó enseñar a sus hijos la fe en Jesucristo y el arrepentimiento. Más aún, a Adán y a su posteridad, Dios les mandó bautizarse, recibir el Espíritu Santo y entrar en el orden del Hijo de Dios… cuya plenitud se recibe solamente en la Casa del Señor” (véase “Lo que espero que enseñéis a vuestros hijos acerca del templo”, Liahona, abril–mayo de 1986, pág. 4).

Julie B. Beck, Presidenta General de la Sociedad de Socorro: “Como hijas espirituales de Dios, las mujeres ‘recibieron sus primeras lecciones en el mundo de los espíritus, y fueron preparad[as] para venir’ (D. y C. 138:56) a la tierra; ‘se hallaban entre los nobles y grandes’ (D. y C. 138:55) que ‘se regocijaban’ (Job 38:7) por la creación de la tierra, porque se les daría un cuerpo físico junto con la oportunidad de ser ‘probadas’ en una esfera mortal (véase Abraham 3:25). Deseaban trabajar codo a codo con hombres justos a fin de alcanzar las metas eternas que ni ellas ni ellos podrían alcanzar cada uno por su lado.

“La función de la mujer no comenzó en la tierra y no termina aquí. La mujer que valora la maternidad en la tierra valorará la maternidad en el mundo venidero, y ‘donde esté [su] tesoro, allí estará también [su] corazón’ (Mateo 6:21). Al cultivar un ‘corazón de madre’, cada niña y cada mujer se prepara para su misión divina y eterna de la maternidad…

“He visto en la vida que algunos de los más auténticos ‘corazones de madre’ laten en el pecho de mujeres que no criarán a hijos propios en esta tierra, pero ellas saben que ‘todas las cosas tienen que acontecer en su hora’ y que están ‘poniendo los cimientos de una gran obra’ (D. y C. 64:32–33)” (véase “Corazón de madre”, Liahona, mayo de 2004, pág. 76).