TEMA DE LA MUTUAL PARA 2008
FIRMES E INMUTABLES
“[Sed] firmes e inmutables, abundando siempre en buenas obras” (Mosíah 5:15).
¿Qué significa ser firme e inmutable? Ser firme es estar completamente fijo en algo, no estar sujeto a cambios, ser de creencia y de resolución sólidas, y ser leal y fiel. Igualmente, ser inmutable equivale a no ceder y a ser incapaz de moverse ni desviarse. Ser firme e inmutable en el evangelio de Jesucristo consiste en comprometerse a seguirlo, por lo cual se abunda siempre en buenas obras.
Ejemplos de personas firmes e inmutables
Jesucristo es la roca y el fundamento seguro sobre el cual debemos edificar. Él es el ejemplo perfecto de alguien que permanece firme e inmutable, siempre abundando en buenas obras.
También tenemos profetas y apóstoles actuales que se mantienen firmes. Muchas personas consideran que este mundo es un lugar cada vez más oscuro e incierto, pero para nuestro profeta, el presidente Gordon B. Hinckley, ésta es una buena época para estar vivos. El presidente Hinckley sigue siendo un poderoso ejemplo de alguien que es firme e inmutable.
También en las Escrituras hay ejemplos de hombres y mujeres maravillosos que fueron firmes e inmutables al vivir aquello en lo que creían. En el Libro de Mormón aprendemos que el capitán Moroni era “un hombre fuerte y poderoso, un hombre de un entendimiento perfecto… un hombre cuya alma se regocijaba en la libertad e independencia de su país… un hombre cuyo corazón se henchía de agradecimiento a su Dios… un hombre que trabajaba en gran manera por el bienestar y la seguridad de su pueblo… un hombre firme en la fe de Cristo” (Alma 48:11–13).
¿Cómo sería el mundo si todos fuéramos como él? Las Escrituras nos dan la respuesta: “Si todos los hombres hubieran sido, y fueran y pudieran siempre ser como Moroni, he aquí, los poderes mismos del infierno se habrían sacudido para siempre; sí, el diablo jamás tendría poder sobre el corazón de los hijos de los hombres” (Alma 48:17).
Moroni sirvió con Helamán y con otros hermanos que “no prestaban menor servicio al pueblo” (Alma 48:19). Helamán fue capitán de un ejército compuesto por dos mil jóvenes guerreros que, al igual que los valientes jóvenes de hoy día, eran “fieles a cualquier cosa que les fuera confiada… pues se les había enseñado a guardar los mandamientos de Dios y a andar rectamente ante él” (Alma 53:20–21). Aquellos jóvenes eran fieles y dedicados.
Ester es otro ejemplo de una persona firme que no cedió. Sabía que por mano divina se hallaba en un lugar y en una situación que le permitirían salvar a su pueblo. El mismo Mardoqueo le dijo: “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:14). Ella es un gran ejemplo de fe y determinación.
Estamos rodeados de grandes ejemplos de personas que son firmes e inmutables y que abundan en buenas obras. Muchos de nosotros vemos cómo nuestros padres observan con alegría los convenios que concertaron en el templo. Podemos ver a misioneros en todo el mundo que son estrictamente obedientes y fieles durante su servicio. Estas mismas cualidades se pueden observar en líderes, asesores, hermanos, hermanas y amigos.
¿Qué pueden hacer para seguir su ejemplo y ser firmes e inmutables? Cada uno de nosotros puede estar resuelto y decidido a ser obediente y digno. Debemos esforzarnos por ser plenamente fieles en las oraciones, en el estudio de las Escrituras, en el pago del diezmo, en vivir la Palabra de Sabiduría, en asistir a nuestras reuniones, en ser puros en pensamientos y en obras, en honrar el sacerdocio y en ser bondadosos con nuestros familiares y amigos.
Las bendiciones de ser firmes e inmutables
El pasaje de las Escrituras que constituye el tema de la Mutual para el año 2008 se encuentra al final del último sermón del rey Benjamín (véase Mosíah 2–5). El pueblo quedó tan conmovido por sus palabras que se produjo un poderoso cambio en su corazón: ya no tuvieron más disposición a obrar mal y desearon hacer lo bueno continuamente (véase Mosíah 5:2). Debido a este cambio, el rey Benjamín les dijo que el Señor los “[sellaría] como suyos, a fin de que [fueran] llevados al cielo, y [tuvieran] salvación sin fin” (Mosíah 5:15).
El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que la palabra sellar se refiere al “poder ratificador del Espíritu Santo… Recibir ese ‘sello de aprobación’ del Espíritu Santo es el resultado de honrar los convenios del Evangelio con fidelidad, integridad y firmeza”1.
Al edificar sobre el fundamento seguro del Salvador Jesucristo, también nosotros podremos ser receptores de esa bendición tan grande. Puede producirse en nosotros un poderoso cambio de corazón, podemos ser sellados para la vida eterna por medio del poder ratificador del Espíritu Santo y, finalmente, recibir todo lo que el Salvador tiene.