Clásicos del Evangelio
No se dejen engañar
Joseph Fielding Smith, el décimo presidente de la Iglesia, nació el 19 de julio de 1876. Fue ordenado apóstol el 7 de abril de 1910 y fue sostenido Presidente de la Iglesia el 23 de enero de 1970. En este discurso, pronunciado en 1953, el presidente Smith les enseñó a los jóvenes la manera de no dejarse engañar por las teorías falsas del mundo.
De “Entangle Not Yourselves in Sin”, Improvement Era, septiembre de 1953, págs. 646–647, 671–672, 674, 676–678.
Mientras que algunas personas están modificando sus normas para que concuerden con las tendencias del mundo, nosotros debemos permanecer firmes en las Escrituras y las verdades reveladas del Evangelio.
Vivimos en un mundo lleno de problemas y hablaré con total claridad: vivimos en un mundo que ha desechado a Dios o que lo está haciendo con rapidez. Vivimos en un mundo donde los ministros cristianos de varias religiones se han asustado con las filosofías de los hombres y, a causa de ello, dado que no tienen el Espíritu del Señor, han intentado modificar las Escrituras o el significado de las Escrituras, para así hacer que estén en armonía con las teorías falsas que son tan comunes en el mundo actual, teorías que discrepan completamente con la revelación divina; y aun así, estas personas, asustadas, dominadas por la influencia de filosofía falsa, están modificando las doctrinas para hacerlas concordar con estas teorías e ideas cuya base es impía. Nosotros no podemos permitirnos eso…
“La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no la comprenden; no obstante, el día vendrá en que comprenderéis aun a Dios, siendo vivificados en él y por él.
“Entonces sabréis que me habéis visto, que yo soy, y que soy la luz verdadera que en vosotros está, y que vosotros estáis en mí; de lo contrario no podríais abundar” (D. y C. 88:49–50).
Ésta es una maravillosa revelación. Abarca muchos temas de vital importancia para cada miembro de la Iglesia. Me pregunto cuántos de nosotros hemos leído la sección 88. No se detengan después de leer esta sección. Conviértanla en su lema —no hay otro mejor— pero lean toda la revelación. ¡No! Lean el libro entero. El Señor lo mandó en la primera sección de Doctrina y Convenios, la cual es el prefacio de este libro, el prefacio del Señor:
“Escudriñad estos mandamientos porque son verdaderos y fidedignos, y las profecías y promesas que contienen se cumplirán todas” (D. y C. 1:37). “Escudriñad estos mandamientos”. ¿Cuánto amamos al Señor? ¿Cuál es el más grande de todos los mandamientos? El Señor nos ha dicho aquí, en la sección 59 de Doctrina y Convenios, cuál es, tal como Él lo aplica a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en esta dispensación del cumplimiento de los tiempos:
“Por tanto, les doy [a los miembros de la Iglesia] un mandamiento que dice así: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerza; y en el nombre de Jesucristo lo servirás” (D. y C. 59:5)…
Así que el primero de todos los mandamientos es amar a Dios con toda nuestra alma y, en el nombre de Jesucristo, servirlo; y Él nos ha mandado familiarizarnos con estas verdades, las cuales se nos han revelado en la dispensación del cumplimiento de los tiempos.
¿Cuántos de nosotros lo hemos hecho? Por eso les digo, a ustedes y a todos los miembros de la Iglesia, no dejen que su entendimiento se base en un único versículo [D. y C. 88:86, el lema de la Mutual de ese año], el cual es un lema excelente, sino más bien escudriñen las Escrituras para que no sean engañados por teorías, prácticas y doctrinas falsas, que son tan comunes en el mundo actual. Si hacen esto, si tienen en su corazón la guía del Espíritu del Señor, a la cual cada miembro de la Iglesia tiene derecho, la compañía del Espíritu Santo, no serán descarriados por las teorías de los hombres, porque el Espíritu del Señor les dirá que son falsas y tendrán el espíritu de discernimiento a fin de que puedan comprender…
Ahora bien, si entienden el evangelio de Jesucristo, los hará libres. Si al jugar al softball, al voleibol, al basquetbol, al correr una carrera, al bailar y al participar de otros entretenimientos no cuentan con el Espíritu del Señor, éstos no tendrán ningún valor para ustedes. Que todo lo que hagan sea con espíritu de oración y con fe. Creo que ése es el caso, y quizá no es necesario que lo diga, pero que así sea. Hagan todo con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios, y enseñemos a edificarnos y fortalecernos a nosotros mismos y a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.